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09/03/2006 / Barcelona

“El novelista genuino se mueve en la cuerda floja”, proclama el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez en el inicio de “Cultura y autoridad en Latinoamérica”

Con la conferencia “Mis experimentos con la verdad: historia y novela en Colombia”
-un análisis de las particularidades culturales colombianas y la difícil relación literaria con el poder, en un país en que “violencia y poder están íntimamente ligados”-, Juan Gabriel Vásquez ha abierto el ciclo “Cultura y autoridad en Latinoamérica” organizado por el ICCI / Casa Amèrica Catalunya. El escritor ha repasado la evolución de la literatura colombiana en el último siglo y ha abordado el impacto de una política convulsa en la producción literaria, donde sólo han triunfado aquellos que han sabido mantener el apasionamiento político lejos de la novela. (En la imagen, Juan Gabriel Vàsquez durante su intervención)

Con la conferencia “Mis experimentos con la verdad: historia y novela en Colombia”
-un análisis de las particularidades culturales colombianas y la difícil relación literaria con el poder, en un país en que “violencia y poder están íntimamente ligados”-, Juan Gabriel Vásquez ha abierto el ciclo “Cultura y autoridad en Latinoamérica” organizado por el ICCI / Casa Amèrica Catalunya. El escritor ha repasado la evolución de la literatura colombiana en el último siglo y ha abordado el impacto de una política convulsa en la producción literaria, donde sólo han triunfado aquellos que han sabido mantener el apasionamiento político lejos de la novela.

Parafraseando a Milan Kundera, Vásquez ha destacado la importancia de alejarse de la “historiografía novelada”, donde se olvida la dimensión histórica del ser humano en pro de un rigor más propio de historiadores que de novelistas. Por el contrario, el escritor ha reivindicado “el derecho de los novelistas a equivocarnos” en la recreación de la historia, en tanto que cualquier narrativa es, de por sí, ficción. La libertad del escritor a la hora de afrontar la novela histórica es, en opinión de Vásquez, algo fundamental. “Las malas historias suelen ser lugares cómodos, cuentan lo que ya sabemos y explican por qué, mientras que las buenas son aquellas que muestran motivos para la intranquilidad”, ha afirmado el escritor. Lejos de todo convencionalismo, Vásquez apuesta por no repetir una y otra vez los mismos esquemas literarios, ya que “el novelista genuino es aquel que se mueve en la cuerda floja, no el que sigue los pasos de otros”.

A modo de ejemplo, el escritor ha tomado la Masacre de las Bananeras, ocurrida el seis de Diciembre de 1928, donde centenares de personas fueron acribilladas por el ejército cuando llevaban a cabo una huelga para pedir mejoras laborales. Los ejemplos de “La casa grande” y “Cien años de soledad”, dos célebres obras que optaron por crear su discurso alrededor del acontecimiento pero sin entrar en consideraciones moralizantes, han servido al escritor colombiano para ejemplificar la alternativa a la literatura maniqueísta, aquello que García Márquez denomina “la basura retórica e ideológica que se interpone entre la indignación y la nostalgia”.

Como anécdota, Vásquez ha citado el caso de la periodista y escritora Laura Restrepo, que, durante la elaboración de un reportaje televisivo sobre el narcotráfico en Colombia, recibió amenazas por parte de los mafiosos implicados para que las imágenes no salieran a la luz. Indignada, se dirigió a los narcotraficantes para preguntarles si tenían inconveniente en que utilizara toda esa información para escribir una novela, a lo que éstos cedieron tranquilamente: “claro, la novela no la lee nadie”. “Ése es el estado de la novela histórica en Colombia”, ha concluido Vásquez.