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08/04/2020 / Barcelona

Julieta Montaño (Bolivia): “Los que ponen el mayor número de muertos son y serán siempre los y las pobres”

El mundo vive en estado de alarma y expectación con motivo de la expansión de la pandemia del COVID-19. Desde Casa Amèrica Catalunya, queremos abordar esta situación en diferentes puntos del continente americano. La semana pasada entrevistamos a la chilena Sofia Abarca, investigadora de la cultura rapa nui, que vive en la Isla de Pascua desde hace 20 años. Esta semana hemos hablado con Julieta Montaño, activista boliviana por los derechos humanos y de género, que participó anteriormente en el ciclo Humanistas de América organizado por nuestra fundación y que ofreció un abanico de visiones del pensamiento actual.

Julieta Montaño, ¿cómo percibe que se está viviendo en su país la crisis sanitaria internacional provocada por el coronavirus?
Como en la mayoría de los países, en principio la noticia fue tomada con escepticismo por una buena parte de la población, pero a medida que se fueron informando, la gente pasó de la indiferencia al temor y el deseo de preservar su integridad.

¿Qué reacciones, impactos o lecturas le generan las noticias que llegan desde Europa?
Mucha preocupación y miedo por la salud y la vida de los parientes y amigos que en calidad de migrantes se encuentran en diferentes países europeos. Causa perplejidad y cuesta comprender cómo países tan desarrollados en relación al nuestro hubieran sido sorprendidos por un virus como el COVID-19, que ha causado tantas muertes. Las cifras de contagiados y fallecidos aumentan la angustia de la población boliviana, que no cuenta ni con el 10 por ciento de los servicios de salud de Europa.

¿Siente que la ciudadanía muestra confianza hacia el gobierno de la nación?
Sí, desde el escepticismo inicial, a medida que fueron pasando los días, la gente fue mostrando más confianza, no obstante las consignas políticas en contra por parte de algunos líderes sociales y políticos que se encuentran en campaña electoral y ven en la candidatura de la presidenta una competencia desigual y no son capaces de comprender que este nuevo escenario exige el concurso de todos y todas.

¿Qué opinión le merece el sistema sanitario de su país?
Un verdadero desastre, hospitales sin equipos, sin medicamentos, con insuficiente personal de salud. Es lamentable cómo Bolivia desperdició su época de oro y no fue capaz de dotarse de un Sistema de Salud idóneo para enfrentar situaciones como la que estamos atravesando. Durante 14 años del gobierno de Evo Morales se privilegió la construcción de campos deportivos, palacios, museos privados lujosos, así como aeropuertos donde no se requerían, y se debilitó todo el frágil Sistema de Salud existente, abultando las plantillas con personal administrativo. El resultado es que en este momento somos el país más desprotegido en materia de salud, tal como ha reconocido la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo bueno es que hoy, además de los recursos del Estado, Bolivia va recibiendo donaciones internas y de la cooperación internacional para enfrentar la pandemia y la gente va asumiendo con mayor responsabilidad las medidas de las autoridades gubernamentales, con excepciones de algunas zonas controladas por el partido del expresidente Morales, interesados en movilizar con reclamos de una y otra índole, pero que la misma presión social se encarga de neutralizar.

¿Qué reflexiones personales le surgen a raíz de esta situación?
Que los seres humanos nos encontramos a merced de intereses poderosos que son difíciles de identificar para las personas comunes y corrientes como somos la mayoría de los habitantes del planeta. La angurria económica no encuentra límites, los poderosos no conformes con destruir el medio ambiente avanzan hacia genocidios encubiertos lanzando enfermedades que ni los sistemas de salud mejor equipados los pueden enfrentar y si bien la pandemia actual no distingue sexo, clase, ideología ni religión, los que ponen el mayor número de muertos son y serán siempre los/as pobres. Lo importante es que no nos resignemos a esa fatalidad, es momento en que ciudadanos/as y gobiernos unidos desarrollemos estrategias conjuntas para la recuperación, económica y emocional, así como estrategias coordinadas de prevención y atención a la presente y futuras epidemias.

En estos días, ¿piensa en algún libro, alguna canción, obra de teatro, película…?
En música: Resistiré en todas sus versiones y El Funeral del Rio, de Luis Rico, y la película La vida es bella que me ayudan a no desesperar y mirar siempre para adelante de manera activa.

¿Qué repercusiones puede traer consigo esta crisis en su ámbito profesional?
Yo estoy jubilada, pero me parece que aumentará la demanda de apoyo a mujeres víctimas de violencia y discriminación que, tanto en Bolivia como en otros países va aumentando, particularmente en los que se dispuso el aislamiento. Mientras tenga fuerzas estaré ahí para contribuir.

¿La pandemia puede agudizar tensiones entre los países latinoamericanos? ¿Es de esperar algún conflicto entre fronteras?
Por lo pronto no se perfila ningún conflicto entre Bolivia y sus vecinos.

¿El coronavirus puede sofocar el futuro empuje de los importantes movimientos sociales que surgieron en numerosos países de la región latinoamericana?
Los movimientos sociales en Latinoamérica son muy diversos, unos que buscan la profundización de los sistemas democráticos y la vigencia de los derechos humanos y otros de tinte populista que sólo buscan encumbrar a un caudillo que generalmente responde a intereses oscuros. Tengo el temor que la crisis económica, resultado de la pandemia, alimente crisis políticas, debilite o haga más difícil el trabajo de los primeros y fortalezca a estos últimos.

¿Cómo cree que cambiará nuestra manera de entender el mundo esta crisis? ¿De qué forma considera que lo observaremos en nuestras vidas?
Lo deseable es que los seres humanos, en especial los encargados de tomar decisiones, seamos capaces de entender que no podemos destruir impunemente nuestro habitat, que la destrucción del medio ambiente, la angurria de acumulación de riqueza en pocas manos a cualquier precio, irá cobrando facturas seguramente mucho más duras que las del COVID-19. Es necesario que pensemos en la fragilidad de la vida y la inutilidad de la acumulación de riqueza sin un objetivo orientado al bien común, estamos viendo que el virus que hoy nos tiene tan angustiados a ricos y a pobres, a nacionales y extranjeros a creyentes y ateos, sólo será derrotado en la medida en que seamos capaces de actuar coordinadamente despojándonos de la omnipotencia y la soberbia. Ojalá esta experiencia dolorosa nos sirva para ser más humildes, más solidarios y más dispuestos a escuchar, a dar y a recibir. Una vez que vencemos la pandemia tengamos la capacidad de imaginarnos nuevas formas de convivencia teniendo presente en todo momento al otro/a".