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18/05/2007 / Barcelona

El dirigente índígena Auki Tituaña muestra su desencanto con el proceso constituyente de Ecuador y se postula como futura alternativa a Rafael Correa

Tras el arrollador 80% de apoyo a su proyecto de reforma constitucional obtenido en las urnas, al presidente de Ecuador, Rafael Correa, le ha surgido la primera piedra en el zapato: el líder indigenista Auki Tituaña, prestigioso alcalde de la localidad de Cotacachi desde hace 11 años, se postula como futura alternativa al mandatario. Después de amagos anteriores, Tituaña dice que esta vez la apuesta es definitiva ya que pronostica que la Asamblea Constituyente acabará en un sonoro fracaso al no existir “un mensaje de cambio real”. “Este proceso no está diseñado en base a una propuesta de las organizaciones sociales y los pueblos originarios. Pienso que esa tarea nos corresponderá hacerla en otro momento”, anuncia un Tituaña decidido a renovar y liderar la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (Conaie).

Tras el arrollador 80% de apoyo a su proyecto de reforma constitucional obtenido en las urnas, al presidente de Ecuador, Rafael Correa, le ha surgido la primera piedra en el zapato: el líder indigenista Auki Tituaña, prestigioso alcalde de la localidad de Cotacachi desde hace 11 años, se postula como futura alternativa al mandatario. Después de amagos anteriores, Tituaña dice que esta vez la apuesta es definitiva ya que pronostica que la Asamblea Constituyente acabará en un sonoro fracaso al no existir “un mensaje de cambio real”. “Este proceso no está diseñado en base a una propuesta de las organizaciones sociales y los pueblos originarios. Pienso que esa tarea nos corresponderá hacerla en otro momento”, anuncia un Tituaña decidido a renovar y liderar la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (Conaie).  
 
¿Por qué es tan crítico con el proceso de reforma constitucional liderado por Correa?
No es una propuesta original del gobierno nacional. El presidente Correa no ha sido muy generoso al no reconocer que esta demanda viene siendo planteada desde hace más de diez años por el movimiento indígena y otros actores. Y no está liderada hacia un proceso de cambios estructurales. Se puede tener una Constitución muy teórica, muy bien redactada, pero no acaba de interpretar la realidad nacional. El cambio de la actual Constitución no es nuestra última esperanza: son 20 constituciones que han sido redactadas por los mismos actores económicos y políticos de siempre y no está diseñada en base a una propuesta de las organizaciones sociales y los pueblos originarios. Pienso que esa tarea nos corresponderá hacerla en otro momento.
 
Correa dispone del aval mayoritario, aplastante, expresado en las urnas por el pueblo ecuatoriano, ¿cómo lo valora?
La consulta popular no era necesariamente un reconocimiento de la propuesta de construcción del socialismo del siglo XXI como Correa lo planteaba. En campaña nunca dijo socialismo del siglo XXI. Yo lo identifico como un gobierno demócrata-cristiano, él tiene esas definiciones...
 
Pero es notoria la cercanía y afinidad de Correa con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, abanderado de esa propuesta de “socialismo del siglo XXI”...
Al menos Chávez se sustenta en su esfuerzo por construir la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Correa no forma parte del ALBA que suscriben Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela. Si realmente simpatizara y sintonizara con esa propuesta ya estaría trabajando en este espacio del ALBA. Chávez apoyó a Correa y hay una respuesta de amistad en un sentido más personal que como proceso político. El presidente Correa está haciendo su mejor esfuerzo pero no tiene trayectoria ni estructura política. Su propuesta de dejarse acompañar por movimientos sociales no deja de suponer un riesgo porque hay mucho oportunista que se le ha sumado, gente expulsada de otros partidos políticos... y ellos no van a hacer el cambio y la revolución. Creo que la oportunidad del cambio y la revolución será desde los nuevos actores que hemos estado al margen de la política tradicional.
 
Todos los sectores apuestan por la reforma constitucional. La pregunta de la consulta fue ¿quiere que se haga una nueva Constitución? Y la respuesta fue que sí, y que sea para bien. Pero el 80% de apoyo no es un termómetro directo de respaldo al Gobierno. Las cifras varían porque la labor del Gobierno como tal tiene otras medidas y entiendo que ese apoyo está en torno al 60% y con tendencia a la baja por algunas acciones y omisiones del Gobierno.
 
Se le ve muy pesimista...
Sí. No ha habido un mensaje de cambio real. Repartiendo las utilidades del excedente petrolero no se hace la revolución. Dando a un millón de compatriotas el bono de la solidaridad -de 15 a 30 dólares- no se cambia el país. Hay que tocar las estructuras y hay que señalar que la izquierda tradicional y el sindicalismo ecuatoriano no están jugando un buen papel. En sus manos está la educación y la salud y no han sido capaces de que lo público sea eficiente, transparente... El llamado de atención y el tirón de orejas no es sólo a la oligarquía, banqueros, empresarios, al sector privado... sino también al sector social y popular que, teniendo la oportunidad de echar a andar el aparato estatal, no lo ha hecho. Por ejemplo, los sueldos de los trabajadores del sector petrolero tienen la misma magnitud que el de un funcionario del Banco Mundial o de una empresa transnacional como Microsoft, por ejemplo. Todo eso no concuerda con la realidad nacional y con el trabajo que los ecuatorianos queremos lograr aplicando políticas de igualdad, equidad, justicia...
 
¿Ecuador soportaría un nuevo desencanto?
Puedo equivocarme, pero el país, esperanzado en tener un cambio en la conducta de los políticos, muy pronto puede despertarse con sorpresas... Un verdadero proceso de cambios políticos, la soberanía política, no se da sin soberanía económica. Correa se ha agarrado al esquema del sistema de dolarización y yo no comulgo con que en Ecuador exista un socialismo con dólar y el idioma inglés. Prefiero un sistema monetario soberano y que nuestras lenguas maternas sean el quichua y el español. Acoger idiomas extraños es poco conveniente y legítimo. Esta propuesta no calza con la realidad intercultural y plurinacional del Ecuador.
 
¿Y el papel de los movimientos indígenas?
Por el momento es una participación secundaria aunque estamos dando la oportunidad a quien lidera el proceso –Correa– a que pueda sintonizar con nuestras tesis y propuestas... Pero Correa ya ha dicho que no está de acuerdo con la tesis de la plurinacionalidad, considera que es la creación de un estado dentro de otro estado. Una tesis que ya expresó la socialdemocracia con el ex-presidente Rodrigo Borja en 1988 y tras 20 años vemos que no ha cambiado un centímetro. La construcción del estado plutinacional nos va a corresponder a nosotros, los pueblos indígenas. Hemos sido pacientes y tolerantes ante la política tradicional pero como pueblos indígenas, sin soluciones a nuestra problemática, que siga la exclusión, el racismo, la inequidad en la distribución de los ingresos del estado, los límites al programa de reforma agraria, seguiremos como un pueblo organizado dispuesto a la lucha. Y esto puede reactivarse aunque de momento esté sintonizado con el proceso nacional, pero sin protagonismo. Y nos parece que no debemos conformarnos con simples beneficios de bonos. Es una forma de matar iniciativas y desmovilizar a la comunidad. Por el momento no vemos para nada políticas de Estado que impliquen verdaderos cambios substanciales...
 
¿Se plantea Auki Tutuaña liderar una alternativa presidencial en Ecuador si se confirman esos malos augurios para el proceso que vive el país?
Definitivamente sí. Tras la consolidación de la apuesta local, puede ser que haya una apuesta a una contribución al espectro regional, y obviamente lo nacional, como una posibilidad. La Asamblea Nacional para mí no es una panacea, no va a solucionar absolutamente nada, nació con enredos y plagiando las ideas principales. No es una propuesta del presidente Correa, son tesis que el movimiento indígena y otros actores venimos haciendo desde hace una década y para nosotros queda pendiente la idea de elaborar y construir una Constitución y un marco legal favorables a los intereses del país y de los excluidos de siempre. Creemos que tenemos un escenario favorable en materia de participación política, no tenemos un “rabo de paja”, no hemos entrado en una política profesional de mentiras, demagogia y corrupción y podemos ser una voz nueva y fresca que contribuya a que la democracia, que está en crisis, pueda adoptar nuevas formas de proceder velando por la naturaleza, por el ser humano, la diversidad cultural y el verdadero desarrollo material y espiritual.