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28/02/2006 / Barcelona

Los ponentes de las Jornadas Americat XXI sobre Bolivia coinciden en señalar a la Asamblea Constituyente como el principal reto del Gobierno de Evo Morales

La Asamblea Constituyente de Bolivia, que se convocará en los próximos meses, es el principal reto que tiene que afrontar el Gobierno de Evo Morales, el primer presidente indígena en la historia de este país andino. Es la principal y unánime conclusión de los ponentes que han participado en las Primeras Jornadas Americat XXI “Bolivia: la refundación de un país. Los desafíos de una oportunidad histórica” y que, organizadas por el ICCI / Casa Amèrica Catalunya, se han celebrado los días 22 y 23 de febrero en el Museo de Historia de Catalunya en Barcelona. Otras cuestiones que marcarán el futuro de Evo Morales en la presidencia de Bolivia son, según los expertos, la descentralización, la nacionalización de los hidrocarburos y la gestión eficiente de la administración.

La Asamblea Constituyente de Bolivia, que se convocará en los próximos meses, es el principal reto que tiene que afrontar el Gobierno de Evo Morales, el primer presidente indígena en la historia de este país andino. Es la principal y unánime conclusión de los ponentes que han participado en las Primeras Jornadas Americat XXI “Bolivia: la refundación de un país. Los desafíos de una oportunidad histórica” y que, organizadas por el ICCI / Casa Amèrica Catalunya, se han celebrado los días 22 y 23 de febrero en el Museo de Historia de Catalunya en Barcelona. Otras cuestiones que marcarán el futuro de Evo Morales en la presidencia de Bolivia son, según los expertos, la descentralización, la nacionalización de los hidrocarburos y la gestión eficiente de la administración.

La mesa global de reflexión que cerró las jornadas permitió visualizar los aspectos cruciales de los diversos enfoques de los ponentes sobre la situación que vive Bolivia. Y la piedra angular de este debate gira en torno a la Asamblea Constituyente, una iniciativa cuestionada por Franz Xavier Barrios, director del equipo técnico de diseño constitucional en descentralización y administración de Bolivia. El experto sostiene que la constitución vigente en Bolivia, con las distintas reformas que han ido incorporando demandas sociales, no es la causa de los problemas que vive el país andino, y se pregunta si una Asamblea Constituyente podrá hacer “tabla rasa”, o se tendrá que enmarcar en las características que “la actual Constitución ya incorpora”. Barrios admite que en los últimos años ha crecido la sensación de que la Constitución actual de Bolivia no es buena, pero recuerda que las estadísticas muestran que el 90 % de la población no conoce el texto.

Al respecto, Andrés Torrez, gerente ejecutivo del Consejo Preautonómico y Preconstituyente de Bolivia, afirma que la Asamblea Constituyente “es una necesidad fundamental del proceso boliviano”, tanto para frenar la descomposición institucional que sufre el país como para “generar un pacto colectivo para la convivencia” capaz de construir una cultura constitucional. A pesar de reconocer que la Constitución actual sería un buen instrumento para hacer viable un proceso inclusivo, Torrez considera que “una Constitución que no pertenece a la sociedad donde se practica no puede ser útil, por más perfecta que sea”. La Asamblea Constituyente es una vieja reivindicación de los grupos indígenas que en las últimas décadas han expresado la voluntad de ser incluidos en un sistema político que, históricamente, los ha ignorado. “Quienes estaban sin estar y que ahora están”, según palabras de Grover Oblitas, del Centro Boliviano Catalán, no se muestran conformes con el actual texto constitucional. Cristina Lipa, del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), en contraposición a las reflexiones de Barrios, matiza la importancia de las reformas constitucionales de los últimos años ya que “a menudo no se han visto traducidas a la realidad ni han propiciado un cambio efectivo para las comunidades indígenas”. Lipa remarca la necesidad de “ver las dos bandas”.

Sobre la diversidad cultural y la necesidad de crear o no un sistema de cuotas para la organización constituyente y parlamentaria de Bolivia, Grover Oblitas declara que lo más importante del proceso constituyente es “dignificar la diversidad ya que tengo el temor que nos pongan la música para que nosotros bailemos”. Andrés Tórrez, por su parte, expresa la necesidad de fortalecer la diversidad cultural de cara a construir una estrategia colectiva hacia el futuro y plantea que si bien las cuotas afectarían a corto plazo la competitividad, tanto en el sector público como en el privado, a largo plazo podría tener efectos muy positivos, “porque obliga el acceso al poder de todos los sectores sociales y favorece una economía más inclusiva y sostenible”. Maria Teresa Ossío, Embajadora de Bolivia en España, señala que el “respeto a la diversidad tendría que orientar el desarrollo interno y generar espacios de desarrollo”. En este sentido, y en relación al concepto de identidad, la doctora Pilar García Jordán cree que es preciso considerarlo como un elemento dinámico, en contraposición a los esencialismos. Un aspecto éste que preocupa a Franz X. Barrios, inquieto por algunos esencialismos de tipo cultural que se dan en Bolivia, como la contraposición del conocimiento amerindio, “considerado perfecto”, al conocimiento europeo, “catalogado como causa de todos los males”. Barrios opina que hay hitos que son patrimonio de “toda la humanidad” y que “el conocimiento lo es cuando es escéptico”. Por ello, “no todas las tradiciones son buenas” aunque “prácticas regresivas existen en todas las culturas”, reflexiona.

Y en lo que concierne a la actualidad económica de Bolivia y cuáles pueden ser las medidas adecuadas para favorecer un crecimiento exitoso, Maria Teresa Ossío apunta que lo más importante es generar puestos de trabajo, una de las principales causas de la emigración, “procurando una matriz de crecimiento de banda ancha”. Franz X. Barrios manifiesta que aquello que más le conviene en Bolivia es “pasar por un proceso clásico de desarrollo” aprovechando las “ventajas estáticas” como bajar los salarios para ser “más competitivos”. Andrés Tórrez, en cambio, expresa que “Bolivia no puede ser competitiva trasladando el coste a su mano de obra” y es partidario de encontrar alternativas. Torrez subraya que la economía, en los últimos cinco años, ha sido mejor que en los veinte anteriores, pero que la política no “acaba de articularse” y opina que el problema “es el reparto de la riqueza”, aspecto que pertenece al “debate político”.