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23/02/2007 / Barcelona

Luis Martínez, miembro de la Red Centroamericana de Justicia y Seguridad: “Tengo la impresión de que el asesinato de los tres diputados salvadoreños tiene que ver con las relaciones entre sectores de la política y el narcotráfico”

Luis Martínez, licenciado en Derecho, es uno de los grandes conocedores de la problemática de la seguridad pública en Guatemala, el principal problema del país tal y como admite rotundamente. Miembro del Observatorio de Justicia Penal y del Instituto de Estuidios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, y de la Red Centroamericana de Justicia y Seguridad, el brutal asesinato esta semana en su país de tres diputados salvadoreños del Parlamento Centroamericano le ha sorprendido en Barcelona participando en unas jornadas de la Universidad Ramon Lull. Martínez manifiesta en la siguiente entrevista sus sospechas de que detrás de este crimen –en el que han sido detenidos cuatro policías guatemaltecos por su presunta implicación en los hechos- están los vínculos entre el narcotráfico y sectores de la política.


Luis Martínez, licenciado en Derecho, es uno de los grandes conocedores de la problemática de la seguridad pública en Guatemala, el principal problema del país tal y como admite rotundamente. Miembro del Observatorio de Justicia Penal y del Instituto de Estuidios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, y de la Red Centroamericana de Justicia y Seguridad, el brutal asesinato esta semana en su país de tres diputados salvadoreños del Parlamento Centroamericano le ha sorprendido en Barcelona participando en unas jornadas de la Universidad Ramon Lull. Martínez manifiesta en la siguiente entrevista sus sospechas de que detrás de este crimen –en el que han sido detenidos cuatro policías guatemaltecos por su presunta implicación en los hechos- están los vínculos entre el narcotráfico y sectores de la política.
 
El asesinato de los tres diputados salvadoreños ha conmocionado a todo el mundo...
La zona de paso entre Guatemala y El Salvador siempre ha sido una región de riesgo en términos de seguridad. El oriente de Guatemala es una región blanca, de cultura occidental y con una influencia del uso de armas muy fuerte y distinta al Occidente del país donde hay una integración social más desarrollada a través de la cultura. Existe mucho el “sicariato”, bandas dedicadas a los asesinatos por encargo, en algo parecido a lo que sucede en Colombia. Por allí transitan los capos de la mafia del tráfico de drogas. Por sus características, es un crimen planificado, donde ha habido la suficiente frialdad para quemar los cuerpos y no dejar huellas. El gancho para aislarlos de su ruta tuvo que ser muy estratégico, probablemente alguien conocía sus movimientos... Tengo la impresión de que está relacionado con el crimen organizado. Y cuando digo crimen organizado me refiero a las relaciones entre sectores de la política y del problema del narcotráfico. No creo que se deba a la delincuencia común, ni tampoco a un problema de carácter político aunque se haya mencionado la posiblidad de una venganza porque una de las víctimas sea el hijo de D’Aubuisson, conocido anticomunista en El Salvador, responsable de muchas violaciones a los derechos humanos y con muchas relaciones con la extrema derecha en Guatemala. Creo que es más un problema de venganzas de un crimen organizado muy fuerte, con grandes relaciones en sectores políticos y muy penetrado en las estructuras de poder.
 
Han detenido a varios policías por su presunta implicación en los hechos...
 En Guatemala hay la ilusión de tener una policía nacional civil y no es así: lo que hay es un reciclaje de antiguos miembros de la policía en un proceso de militarización. Los ejércitos en Guatemala y El Salvador han sido señalados por su capacidad de poder y de información, y la vinculación con el narcotráfico de algunos de sus miembros. Gente señalada por sus violaciones contra los derechos humanos que en esta estrategia de reciclaje se conformó con fuertes lazos con el narcotráfico.
 
¿Este episodio puede servir de acicate para que los países de la zona se pongan manos a la obra para atajar los graves problemas de seguridad nacional que padecen?
Hay una política hipócrita y muy superficial de enfrentamiento al crimen organizado por parte de Estados Unidos, que mantiene mucha influencia en la región pero que no ha hecho lo que debía si de verdad quiere enfrentarse al narcotráfico para fortalecer la institucionalidad de la justicia. Deberían reflexionar sobre sus estrategias porque suponen una influencia muy directa. Las policías en Guatemala y El Salvador se organizaron a la carrera, fruto de una mala decisión política de transición hacia los Acuerdos de Paz. En Guatemala, por lo menos, se deben duplicar los recursos destinados a la policía y reflexionar claramente sobre la creación de una policía de investigación nacional independiente de la policía nacional civil, con policía licenciados en Derecho y formados para la investigación criminal. No se puede seguir apostando por una policía que haga de todo y máxime en Guatemala, donde el director de la policía puede ser cualquiera  y donde ser policía no es una carrera y no supone un proceso de profesionalización fuerte. Ha habido mucha timidez en cuanto al fortalecimiento de la policía.
 
Si a todo esto le unimos las “maras”, parece claro que la seguridad pública es el principal problema en la zona...
Absolutamente. El problema de las maras o pandillas juveniles no se construyó en Guatemala: es importado de Estados Unidos, construido bajo las consecuencias de la guerra y los procesos de inmigración política y económica y producto de la marginación económica y étnica de los Estados Unidos con los jóvenes latinoamericanos que han sido expulsados. Esa marginación los recluyó en guetos donde crearon las pandillas a semejanza de las que ya existían en Nueva York, formadas por negros desde los años 50 a los que luego se unieron puertorriqueños. La expulsión de los países de origen y la reexpulsión del país receptor, pero ya con una cultura de marginación norteamericana, dan lugar a la Mara 18 y la Mara Salvatrucha. Las confrontaciones entre ambas ha traído muy serias consecuencias en Guatemala y de hecho está creciendo una segunda generación de maras. Se estima que hoy en día en Guatemala hay 6.000 menores de edad que viven en la calle.
 
La premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, optará a la presidencia de Guatemala. ¿Qué le parece?
Rigoberta Menchú ha movido el tinglado político. Ha puesto una nueva pieza en el escenario, los marginados, porque es mujer e indígena, además de premio Nobel de la Paz. Refleja la esperanza de construir un proyecto, donde no sólo está Rigoberta. Hay un partido político, Encuentro por Guatemala, que privilegia la participación de las mujeres, indígenas y jóvenes. Y también está Winac, como representación de intelectuales e indígenas. Es todo un movimiento social que hay que acomodar en un proyecto político serio, de gobernabilidad, concreto, con un equipo de trabajo... Y lo que significa dentro del tinglado político es que la extrema derecha ha quedado marginada por su fragmentación y por su ineficacia en tres gobiernos de democracia. Sí hay un centro derecha representado por Colón, que muy probablemente luchará en segunda vuelta por la presidencia con Rigoberta, que refleja al centroizquierda y a las tendencias de América Latina respecto al desencanto con el neoliberalismo y a un crecimiento económico sin beneficio social. Y esto es lo qu está en juego porque Guatemala es un país muy rico donde pocos tienen mucho y muchos no tienen nada.
 
¿Cree que estamos ante una oportunidad histórica?
Nuestra revolución de 1944-1954 fue derrotada por la CIA y las grandes empresas internacionales a través de una visión “maccarthysta” y anticomunista que dejó la inercia de toda una guerra de 36 años. Y desde entonces no habíamos contemplado en Guatemala la presencia de un centroizquierda y un centroderecha con posibilidades de ganar. La oligarquía guatemalteca se ha mantenido hasta ahora en el poder aliada con un sector del Ejército responsable de violaciones de los derechos humanos que ahora tiene en el general Otto Pérez Molina la herencia de Ríos Montt, o sea, la herencia del fascismo y del encomendero oligárquico.