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13/12/2006 / Barcelona

“A la muerte de un canalla”: las reflexiones de Mario Benedetti y otros intelectuales latinoamericanos tras la desaparición de Pinochet

La desaparición del dictador chileno Augusto Pinochet ha provocado una cascada de reacciones en todos los rincones del mundo. Las más significativas y esperadas son las de los intelectuales latinoamericanos, que asistieron -cuando no sufrieron- en primer plano, los horrores del tiránico y despiadado régimen del general golpista. Una de las reflexiones más conmovedoras es la del poeta y escritor uruguayo Mario Benedetti, que ha dedicado a la muerte del dictador el siguiente obituario con hurras: “Vamos a festejarlo, vengan todos los inocentes, los damnificados, los que gritan de noche, los que sueñan de día, los que sufren el cuerpo....

La desaparición del dictador chileno Augusto Pinochet ha provocado una cascada de reacciones en todos los rincones del mundo. Las más significativas y esperadas son las de los intelectuales latinoamericanos, que asistieron
-cuando no sufrieron- en primer plano, los horrores del tiránico y despiadado régimen del general golpista. Una de las reflexiones más conmovedoras es la del poeta y escritor uruguayo Mario Benedetti, que ha dedicado a la muerte del dictador el siguiente obituario con hurras:
 
“Vamos a festejarlo, vengan todos los inocentes, los damnificados, los que
gritan de noche, los que sueñan de día, los que sufren el cuerpo....
 
los que alojan fantasmas, los que pisan descalzos, los que blasfeman y arden,
los pobres congelados, los que quieren a alguien,
los que nunca se olvidan.
 
Vamos a festejarlo, vengan todos, el crápula se ha muerto, se acabó el alma
negra, el ladrón, el cochino, se acabó para siempre.
 
Hurra que vengan todos, vamos a festejarlo,
a no decir la muerte siempre lo borra todo,
todo lo purifica, cualquier día la muerte no borra nada, quedan siempre las
cicatrices.
 
Hurra, murió el cretino, vamos a festejarlo,
a no llorar de vicio, que lloren sus iguales
y se traguen sus lágrimas.
 
Se acabó el monstruo prócer, se acabó para siempre. Vamos a festejarlo, a no
ponernos tibios, a no creer que éste es un muerto cualquiera.
 
Vamos a festejarlo, a no volvernos flojos,
a no olvidar que éste es un muerto de mierda”.
 
Por Mario Benedetti
Montevideo, 11 de diciembre 2006.
 
Las opiniones de otros intelectuales
Por su parte, y ante la trascendencia de la muerte de Pinochet, el prestigioso rotativo argentino Página/12 ha recogido las “reacciones con reflexiones” de algunos de los escritores y políticos de América Latina de más prestigio.
 
“Hoy es un mal día para el diablo, perdió la presidencia del infierno”. Carlos Fuentes, escritor mexicano.
 
“Chile tiene una herida abierta, porque cuando la justicia tarda, la herida tarda mucho más en cicatrizar”. Isabel Allende, diputada socialista chilena e hija de Salvador Allende, presidente de Chile que fue derrocado por Pinochet.
 
“La desaparición de Pinochet debe significar una reconciliación del pueblo chileno, pues la forma en que ejerció la dictadura borró todo lo positivo que pudo haber hechoi por la economía chilena. El precio que tuvo que pagar el pueblo no compensa las realizaciones de Pinochet”. Óscar Arias, presidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz.
 
“La muerte de Pinochet significa una gran alegría. Ese miserable llamado Pinochet por fin desaparece de la vida de los chilenos”. Luís Sepúlveda, escritor chileno que fue perseguido por el régimen de Pinochet.
 
“La muerte del general nos ayudará mucho, en esta periferia del mundo occidental, a superar y a cancelar de una vez por todas la guerra fría. No es poco decir. Es una manera de mirar el momento con optimismo”. Jorge Edwards, escritor chileno. (del artículo “Una lección bien aprendida”, publicado en “El País”)
 “La democracia chilena nunca quiso encerrar a Pinochet. Esta ambigüedad es acaso, paradójicamente, la más sublime estrategia de consolidación de una unidad nacional que explica la destacada y celebradísima estabilidad y bienestar del Chile actual”. Antonio Skármeta, escritor chileno (del artículo “Se retiró a pasitos”, publicado en “El País”)