El poeta i escriptor uruguaià Mario Benedetti acaba de complir 85 anys. Unànimement considerat com un dels grans exponents actuals de la literatura llatinoamericana - a l’alçada d’autors com Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes - Benedetti viu abocat a l’atenció de la seva dona, que pateix una greu malaltia degenerativa. Com a homenatge, el web de Casa Amèrica Catalunya estrena el seu apartat “Frase del Dia” amb aquesta cita de l’autor de “La Tregua”: "segundas patrias siempre fueron buenas cuando no nos padecen y no nos compadecen".
Mario Benedetti, 85 anys al servei de la literatura
El poeta i escriptor uruguaià Mario Benedetti acaba de complir 85 anys. Unànimement considerat com un dels grans exponents actuals de la literatura llatinoamericana - a l’alçada d’autors com Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes - Benedetti viu abocat a l’atenció de la seva dona, que pateix una greu malaltia degenerativa. Com a homenatge, el web de Casa Amèrica Catalunya estrena el seu apartat “Frase del Dia” amb aquesta cita de l’autor de “La Tregua”: "segundas patrias siempre fueron buenas cuando no nos padecen y no nos compadecen".
Una de les darreres aparicions públiques de Benedetti es va produir el passat mes de juny quan la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo li va atorgar el Premi Internacional d’aquesta institució. El jurat va destacar el “compromís” del literat uruguaià que, al respecte, va dir que no el sorprenia. “Sempre he estat un home d’esquerres compromès amb la lluita antiimperialista”. “Aquest premi no tindrà difusió als Estats Units on no puc anar perquè l’Ambaixada no em dóna el visat. Però no me importa, és com un altre premi”, va ironitzar Benedetti, que no va poder assistir a l’acte d’entrega del premi per continuar amb les seves visites diàries a la seva dona, ingressada en un centre de Montevideo a causa de l’Alzheimer que pateix.
Abans de dedicar-se a escriure novel·les, contes, poesia, teatre, assajos, crítica literària, cròniques d’humor, guions cinematogràfics i, fins i tot, lletres de cançons, Benedetti va exercir de taquígraf, caixer, venedor, comptable, funcionari, periodista i traductor. La seva prolífica obra –ha publicat més de 80 llibres- ha estat traduïda a 25 idiomes.
Pel seu interès, reproduïm un extracte de l’entrevista que Mario Benedetti va concedir al periòdic Clarín amb motiu del seu 80 aniversari.
Acaba de cumplir 80 años. ¿Qué cosas ganó con la edad?
Paciencia, tal vez más serenidad, y madurez por supuesto. Puede ser también que los años le regalen a uno más lucidez, porque las cosas empiezan a verse no sólo con los ojos del presente sino también con los del pasado, y entonces uno puede tener una visión más aproximada del futuro. Pero también, cuando uno se hace más viejo, el cuerpo se va deteriorando y la energía cambia, aunque el cuerpo es la meseta donde se apoyan las cosas del espíritu, ¿no?
El espejo no miente –continúa–; ahí uno va viendo las nuevas arrugas, las bolsas de los ojos... y sin embargo, a veces, a pesar de los años que se tengan, el espíritu de un cuento o de un poema puede seguir siendo joven. Un poema que tiene alegría, que tiene una cosa vital, lo rejuvenece a uno. Lo mismo sucede muchas veces al escribir una historia de amor, aunque sea inventada: uno vuelve a sentir otra vez una cantidad de sentimientos que creía olvidados
Es una forma de mantenerse joven.
Claro, y ésa no es una búsqueda deliberada, es algo que viene solo. Los poemas son casi sanitarios en ese sentido.
¿Sabe que reconstruir la lista de todos los libros que tiene publicados es una empresa bastante compleja? ¿Usted lleva una contabilidad más o menos exacta?
Ochenta, si se tienen en cuenta las antologías. Tengo tantos libros como años. Al que le ha ido mejor es a La tregua, de lejos, que ya tiene 148 ediciones. Después vienen Inventario Uno, Gracias por el fuego y La borra del café, que es el último libro mío que ha caído muy bien, ya debe andar por las cuarenta ediciones en los distintos idiomas y países. Pero no me puedo quejar: en España, Rincón de haikus está desde hace varios meses en la lista de best-sellers.
Sin embargo usted siempre se ha sentido más cómodo con la poesía, ¿no?Siempre digo que soy un poeta que además escribe cuentos y novelas. También me siento cómodo con el cuento, aunque me da mucho más trabajo. Un poema lo puedo escribir en un avión, durante un fin de semana o mientras espero al destino, en cambio un cuento me puede llevar años
La poesía, por lo general, no tiene tantos lectores como la novela o el cuento, y sin embargo la suya tiene muchos seguidores. ¿Alguna vez se preguntó por qué?
Sí, y para mí es un misterio. Pienso que por un lado puede ser porque mis poemas son bastante sencillos, bastante claros, y eso es algo que se convirtió en una obsesión para mí: la sencillez. Hacia el fin de mi adolescencia, cuando yo sabía que iba a ser poeta, leía a los de más prestigio, y aunque los entendía y los disfrutaba, me parecían muy enigmáticos, con toda una retórica que me parece espantaba a los lectores. Me gustaban, pero me dije que yo así no iba a escribir nunca. Otra de las razones por las que creo que a la gente le gustan mis poemas es porque he escrito mucho sobre el amor. Pero así y todo, no me explico demasiado el éxito que han tenido.
Hay que defender la derrota, dijo el poeta.
Es que la utopía es una cosa que debemos mantener. Por definición, la utopía es algo que nunca se realiza por completo, una cosa que parece imposible y después resulta que se realiza. Siempre digo que los tres grandes utópicos que ha dado este mundo son Jesús, Freud y Marx; gracias a ellos la humanidad ha dado pasos positivos. Aunque de cada utopía se realice un diez por ciento, gracias a ese diez por ciento la humanidad ha mejorado un poco. Yo soy un optimista incorregible.
Su defensa de la utopía lo enfrentó a más de un destierro. Debutó como exiliado en 1983, cuando cruzó el charco y se instaló en Buenos Aires buscando una seguridad incierta. Fue aquí donde inauguró el "llavero de la solidaridad": cuando las cosas comenzaron a ponerse oscuras acudía a ese manojo que le abría la puerta de las casas de cinco o seis amigos. Era la única manera de desorientar los radares nefastos que iban tras su sombra. Hasta que la Triple A le dio 48 horas para seguir respirando en la Argentina y se marchó a Perú, luego a Cuba y finalmente a España, continuando un exilio que le negó su patria durante doce años. Y también a su mujer, Luz, que debió quedarse en Uruguay cuidando a las ancianas madres de ambos. A pesar de todo, Benedetti no escupe reproches; más bien le da palmadas a ese tiempo pasado que pudo ser peor.
Sabe que su cuerpo le empezó a confiscar la frescura que mantiene su mente, pero él le pone el pecho al asunto con palabras: su próximo libro de poemas, El mundo que respiro, pone el acento en la cercanía de la muerte.
¿Le preocupa el tema?
Bueno, a todo el mundo le preocupa, ¿no? Pero a los 80 años uno está un poco obligado a pensar en esas cosas. La muerte es una presencia, y la barajo en conexión a lo que es la muerte para otros, no sólo para mí. Pienso que una de las formas de sobrellevar la idea de la muerte es darle la cara, hablar de ella, dialogar con ella. Me parece que es una manera de poder soportar ese fin obligatorio. Admitir la muerte es un modo de restarle importancia, porque si uno está obsesionado con eso..
Por eso escribe sobre la muerte.
Escribo sobre ella para que no me sorprenda, claro. Su cercanía no tiene que aplastarlo a uno, por eso tengo un poema que se llama Como si fuéramos inmortales: hay que vivir como si lo fuéramos.