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30/05/2006 / Barcelona

El drama de la inmigración centroamericana en los Estados Unidos, a debate en el ICCI / Casa Amèrica Catalunya

Las causas y consecuencias del fenómeno emigratorio en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua hacia Estados Unidos y el largo camino de riesgos que comporta es el espinoso tema que aborda el documental “Condenados a emigrar. Dolor por dólar” dirigido por Juan Antonio Sacaluga y con guión y realización de Andrés Luque Pérez. El ICCI / Casa Amèrica Catalunya proyectará el documental el próximo 1 de junio a partir de las 19:30 horas al que seguirá un debate con Ernesto Carrión, coordinador de “Nuevos Colectivos” y experto en inmigración e integración, y Alberto Romero, responsable de Centroamérica de la ONG "Cooperació".

Las causas y consecuencias del fenómeno emigratorio en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua hacia Estados Unidos y el largo camino de riesgos que comporta es el espinoso tema que aborda el documental “Condenados a emigrar. Dolor por dólar” dirigido por Juan Antonio Sacaluga y con guión y realización de Andrés Luque Pérez. El ICCI / Casa Amèrica Catalunya proyectará el documental el próximo 1 de junio a partir de las 19:30 horas al que seguirá un debate con Ernesto Carrión, coordinador de “Nuevos Colectivos” y experto en inmigración e integración, y Alberto Romero,  responsable de Centroamérica de la ONG "Cooperació".
 
En “Condenados a emigrar. Dolor por dólar” se explica como cada año, miles de mujeres y hombres emprenden una escapada hacia el Norte empujados por la falta de trabajo y de expectativas profesionales en sus países de origen. Las políticas neoliberales impuestas desde EEUU y los desastres naturales como huracanes o terremotos, no han dejado otra alternativa a las poblaciones económicamente más deprimidas que marcharse en busca del ‘sueño americano’. El reportaje analiza los motivos por los que se produce esta emigración y los múltiples problemas que comporta. Son muy pocos los que llegan, uno de cada 10. De los deportados nadie habla, pero representan la inmensa mayoría de la emigración. Algunos vuelven a intentarlo, pero otros sufren una experiencia tan traumática que quedan marcados de por vida.
 
Como ejemplo de este viaje, la agencia Efe publicó un reportaje denominado “Tultitlán: entre abusos y muerte”. Explica el largo viaje de emigrantes desde diversos países centroamericanos y una de las últimas paradas en el pueblo mexicano de Tultitlán:
 
“Centroamericanos que esperan junto a otros latinoamericanos en el municipio mexicano de Tultitlán el paso de un tren que los acerque a EEUU, sufren abusos de parte de autoridades migratorias y comerciantes.
 
Carlos Méndez es un inmigrante hondureño que ha llegado hasta el municipio mexicano de Tultitlán para cumplir un sueño: cruzar la frontera con EEUU, en medio de abusos y hasta arriesgando su vida.
 
Méndez ha decido hacerlo en tren. Él espera junto otros latinoamericanos, principalmente de El Salvador, Guatemala y Honduras, entre cinco y diez horas para subir a un tren de carga en marcha que los llevará como polizones al oeste del país y allí buscar otro medio de transporte para llegar hasta la frontera con EEUU.
 
Tultitlán es un municipio agrícola e industrial de medio millón de habitantes que se ha convertido en un centro de reunión de indocumentados de Centro y Suramérica, pero también de comerciantes abusadores y policías que intentan extorsionarlos.
 
Esta localidad, cuyo nombre en lengua náhuatl significa "lugar entre tules", cobró notoriedad el pasado lunes cuando un joven albañil mexicano murió de un disparo en el curso de un operativo de la policía y las autoridades migratorias en busca de indocumentados.
 
Los inmigrantes son objeto de abusos, pues cada dólar se lo toman en casas de cambio a 8 pesos mexicanos cuando la cotización actual supera los 10 y una llamada telefónica cuesta 15 pesos (1,4 dólares) el minuto.
 
"No nos queda otra pues también si vamos un poco más lejos estamos en manos de la policía", dice Menéndez. "La Migración, cuando nos agarra pues ya ni modo, pero también son ellos los que nos asaltan, nos roban, nos amagan con armas y nos maltratan", aseguró.
 
"Es lamentable que nos quieran matar como criminales, ladrones y no somos eso", comentó Menéndez sobre el caso del mexicano que fue muerto por policías cuando fue confundido con un inmigrante centroamericano.
 
La "aventura" es peligrosa y los indocumentados lo saben pues el tren, aunque reduce su velocidad, no para. Minutos antes del paso del ferrocarril calientan sus músculos para pegar la carrera, emparejarse al vehículo y saltar para asirse de una escalera.
 
Durante el tiempo de espera, los indocumentados buscan agua, refugio, comida y un teléfono principalmente, pero aunque algunos habitantes les ayudan con algunas cosas menores, también existen tiendas y hasta casas de cambio improvisadas cerca de las vías del ferrocarril. Roby Zavala, originario de San Pedro Sula (Honduras), comentó que los policías los persiguen también con perros.
 
El asesinato del joven albañil mexicano causó indignación a los habitantes de esta población están indignados, pero no disuadió a los grupos de indocumentados de esperar el tren.
 
Esta es la segunda vez que Santos, un hondureño de 33 años, intenta llegar desde Tultitlán a EEUU, pues en 2000 vino aquí pero ya no pudo continuar su viaje por falta de dinero. Trabajó durante medio año en la iglesia de esta localidad y luego regresó a su país.
 
Santos fue uno de los indocumentados que hoy logró la hazaña de subir al tren en marcha, pero antes contó que pretende trabajar dos años en EEUU y regresar con dinero suficiente para ofrecer "una mejor vida" a su mujer y sus dos hijos.
 
La travesía desde Honduras "es difícil, pues no solamente aquí sino también en Guatemala y algunos estados del territorio mexicano donde tenemos que ir pagando a las autoridades para que no nos detengan", relató.
 
Wilson, de 18 años y cuñado de Santos, decidió emprender también este viaje, que le ha llevado 16 días a partir de su salida de Honduras, y espera que en siete días pueda estar ya en territorio de EEUU.
 "Además de insultarnos, querernos robar y maltratar se meten con cosas personales y quieren quitarnos nuestros objetos o símbolos más valiosos (como la foto de su hijo pequeño) que nos sirven para continuar con nuestro viaje a el norte", agregó Wilson minutos antes de lanzarse en pos del tren en marcha”.