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29/11/2010 / Barcelona

“¡Montserrat, tienes un cielo / en Cuba y mi corazón!” o la pasión por mantener las tradiciones ajenas

“Por disposición del Capitán de la Colla y mediante el presente aviso, se recomienda a los señores que forman el grupo, que el próximo día 8 del corriente mes, a las 5 ½ de la mañana acudan puntualmente y uniformados para reunirse con sus respectivas escuadras en el callejón del Medio no. 86, y en grupo desde dicho punto reunirse con la Directiva de la Sociedad Catalana Balear y con la restante comitiva, para asistir a la fiesta que en aquel día de ha de celebrar en las alturas de Simpson”. Con esta noticia, publicada en La Aurora de Yumumí el 7 de diciembre de 1887, arrancó La Festa de la Colla en Matanzas. Y así, la tradición se ha mantenido hasta hoy. Las décimas han significado otro de sus vehículos para mantener el legado catalán en pleno Caribe con cierta poética fuertemente cubana.  

Por ejemplo, ésta que reproducimos a continuación, vencedora en el concurso convocado en 1892 y cuyo compositor ha quedado ya en el anonimato:” Llegue el anhelado día / de la fiesta catalana / muestre la pradera ufana / más verdor y lozanía / reine en toda la armonía / en ancianos y galanes / coronados sus afanes /por la unión / con tiernos lazos / dándose fuertes abrazos / cubanos y catalanes”.  “¿A dónde vas? –A la fiesta / ¿De dónde vienes? –De la / fiesta que el alma le da /vida. Que así se contesta / al dejar esa floresta / do va todo aquel que trate / y la justicia aquilate / de cargar de paz su alma / que paz con muy dulce calma / distribuye Montserrate” /. “Matanzas disfruta entera / lo creo, entre sus afanes / con los dignos catalanes / que Cuba los considera. / Y su gran fiesta venera / como ayer y como hoy / siempre han distinguido al noy / la cubana y el cubano / por eso mi ardiente mano / fiel al catalán le doy” / . “Entro en la lid porque soy / entusiasta catalán / y anhelo con digno afán /que se hable bien del noy / pues donde quiera que estoy / me acuerdo de mi terruña / y aunque haya quien me gruña / es mi voluntad y quiero / que este pueblo matancero / bendiga mi Cataluña” /.  “Desde tu brillante altura / se domina el horizonte el abra, el amor, el monte / se respira / un aura pura /que nos colma de ventura /sobre todo en ese día /de huelga, de romería /en que vemos con afán / a la voz del catalán / a gozar más todavía” /. “Hágame una barretina / grande a mi satisfacción / que me llenen el porrón / de lo que bien se adivina. / Con una cinta muy fina / ribeteen mis alpargatas / pues voy a esas fiestas gratas / que con alegres afanes / celebran los catalanes / entre nubes y entre matas” /. “Montserrat, yo te saludo / en esta, la patria mía / eres como luz de día / eres cual sagrado nudo / ¡nudo de amor! A ti acudo / llena el alma de emoción / y de arraigada pasión / para gritar con anhelo: / ¡Montserrat, tienes un cielo / en Cuba y mi corazón!”.  “De Cataluña al acento / toda la nación acude / pues no hay corazón que dude / de su noble juramento: / “Sea la Paz”, con ardimiento / vibra su voz denodada / y con frase tan sagrada / hacen más los catalanes / que con cañones y planes / el ejército y la armada” . En esta décima, sólo cabe precisar que el logismo “noy” corresponde a la palabra catalana “noi”, traducible al castellano por chico o joven. Ya en 1988, Ernesto Chávez Álvarez escribió en La Fiesta Catalana el origen de la querencia de los primeros emigrantes de Catalunya por el paisaje de Matanzas y ese peculiar bautizo de Montserrate: “Las alturas de Simpson, muy próximas a la ciudad de Matanzas, con su cima estrecha y alargada, cuya ladera norte da al valle de Yumurí y desde donde se observa un paisaje de una belleza indescriptible, y su ladera sur, que baja suavemente hacia la ciudad, con sus rocas calizas que ofrecen un aspecto rugoso y llenas de furnias, evocaron en los catalanes su montaña de Montserrat, en la lejana Cataluña.» «Y así, por su semejanza, por su añoranza y en su honor, la empezaron a llamar las alturas de Montserrat, y pronto, de inmediato, se conocieron con este nombre en Matanzas y en el resto del país (...). El 8 de septiembre de 1871, los catalanes realizarían la primera gran romería en celebración de su patrona: Nuestra Señora de Montserrat”.