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20/07/2007 / Barcelona

Casa Amèrica Catalunya se adhiere a la candidatura del escritor norteamericano Rolando Hinojosa al Premio Cervantes de Literatura 2007

La Fundación Casa Amèrica Catalunya se ha adherido a la campaña que promociona la candidatura del escritor norteamericano Rolando Hinojosa Smith al Premio Cervantes de Literatura 2007. Esta iniciativa, impulsada por sectores académicos, universitarios e intelectuales de Alemania y Barcelona puede contar en breve con el apoyo del mexicano Carlos Fuentes, Premio Cervantes 1987. Rolando Hinojosa, autor de novelas como “Estampas del Valle (Premio Casa de las Américas 1972), “Mi querido Rafa” o “Claros varones de Belten County”, abandera la literatura chicana, expresión escrita del español que prevalece en la frontera entre Estados Unidos y México y cuya supervivencia se ve amenazada por la hegemonía del inglés o, incluso, por la construcción del muro fronterizo, un auténtico desafío a la convivencia y comunicación entre ambos países. “Con el Cervantes se lograría que la literatura chicana dejara de ser una literatura regional”, dice Rolando Hinojosa en la siguiente entrevista. Y añade: “Moralmente, el muro me repele porque Estados Unidos y México han vivido en paz durante más de siglo y medio”. (En la imagen, Rolando Hinojosa y en segundo plano, el director de Casa Amèrica Catalunya, Antoni Traveria)

La Fundación Casa Amèrica Catalunya se ha adherido a la campaña que promociona la candidatura del escritor norteamericano Rolando Hinojosa Smith al Premio Cervantes de Literatura 2007. Esta iniciativa, impulsada por sectores académicos, universitarios e intelectuales de Alemania y Barcelona puede contar en breve con el apoyo del mexicano Carlos Fuentes, Premio Cervantes 1987. Rolando Hinojosa, autor de novelas como  “Estampas del Valle (Premio Casa de las Américas 1972), “Mi querido Rafa” o “Claros varones de Belten County”, abandera la literatura chicana, expresión escrita del español que prevalece en la frontera entre Estados Unidos y México y cuya supervivencia se ve amenazada por la hegemonía del inglés o, incluso, por la construcción del muro fronterizo, un auténtico desafío a la convivencia y comunicación entre ambos países. “Con el Cervantes se lograría que la literatura chicana dejara de ser una literatura regional”, dice Rolando Hinojosa en la siguiente entrevista. Y añade: “Moralmente, el muro me repele porque Estados Unidos y México han vivido en paz durante más de siglo y medio”. 
 
Se le propone para el Cervantes de Literatura 2007, ¿qué le parece?
Me enteré hace escasos días, en la Semana Negra de Gijón, cuando me explicaron que Ricardo Bada, periodista que vive en Colonia, Alemania, me había propuesto. Me quedé de una pieza, no lo esperaba. Y aún no sé qué decir. Cuando vuelva a los Estados Unidos no se lo voy a contar a nadie. Como miembro de la Real Academia de la Lengua Española en Norteamérica ya me habían propuesto hace unos años, pero no le presté mucha atención. Pero han pasado los años y ahora parece que algo va en marcha...
 
Como abanderado de la literatura chicana, ¿no estima necesario un reconocimiento de esta envergadura?
Sería el diamante de la corona de la literatura chicana. Supondría una aceptación mundial y dejaríamos de ser una literatura “regional”. El Premio Cervantes es muy especial, uno nota quiénes son lo han ganado, incluso a los autores consagrados les dio más empuje. No abrigo esperanzas de salir, pero me siento muy bien con que se me haya nombrado. No sé si mi vida va a cambiar radicalmente, soy muy dichararero, me gusta hablar con la gente, pero también tengo una vida muy particular, no secreta pero sí de gran privacidad. El Cervantes lo cambiaría, pero eso no quiere decir que no quisiera que se me otorgara.
 
La literatura chicana, en tanto que expresión de la cultura de la frontera, ¿hasta qué punto está amenazada por el muro que está levantando los Estados Unidos en la raya con México?
La chicana es parte de la literatura mexicano-texana y mexicano-californiana al igual que es parte de la literatura norteamericana, como lo es también la literatura de los negros americanos y la de los asiáticos americanos. El muro no va a perjudicar lo que escribimos porque el 90 por ciento de nuestra producción se dedica a lo que ocurre en nuestra vida en Estados Unidos, a nuestra historia en este país donde nacimos. El peligro está en que la asimilación y la aculturación sean tan fuertes que los chicos no lean y en consecuencia no escriban en español.
 
¿Por qué el futuro del español en la frontera a nivel popular no es tan halagüeño como el de los ámbitos cultos y universitarios?
Nuestra literatura no va a desaparecer porque se incorporó a las universidades, que son muy conservadoras y no permiten que entre cualquier cosa. Pero una vez admitida, es muy difícil desahacerse de ella. A pesar del muro, la frontera es bastante porosa y mucha gente de habla hispana la va cruzando, como siempre, como lo han hecho durante varios siglos. En Austin, la capital de Texas, no hay menos de 6 periódicos en español. Eso indica que el español persiste, pero una cosa es escribir para un periódico y otra escribir literatura que se publique, se compre y se expanda. Hay jóvenes que escriben, pero la mayoría se van asimilando (a la cultura norteamericana). Va a ser muy interesante. Quisiera vivir otros 10 años para ver cómo se desarrolla todo esto.
 
Su tatarabuela,  que sin moverse de su rancho fue española, mexicana, texana, confederada y finalmente norteamericana ¿qué diría de ese muro?
Creo que le importaría un bledo. Doña Mauricia Cano, así se llamaba mi tatarabuela, nació en 1814, y no tenía dificultades con la autoidentificación. Para mí, personalmente, el muro no representa nada. Lo que digan los gobiernos norteamericano y mexicano no cuenta porque el pueblo decide si va a seguir o no una ley, y si la cree nociva, no la obedece. Es la historia del mundo universal. Moralmente, el muro me repele porque Estados Unidos y México han vivido en paz durante más de siglo y medio. Ojalá si ganan los demócratas el muro deje de existir, y si mantienen lo que ya está levantado, pues uno siempre podrá rodearlo, como se hace ahora.
 
Usted se define como texano-mexicano. ¿Qué matices le diferencian de lo chicano?
El término universal es chicano. Yo escribo literatura norteamericana de la sección chicana como otros escriben literatura afroamericana. En el valle del Río Grande, donde nací y crecí, se rechaza el término chicano. Allí, de niños, nos consideramos mexicanos, y cuando nos damos cuenta de quiénes somos, mexicano-texanos. Yo en mis clases hablo de “Texas-México”. En California, Nuevo México y Arizona siguen con lo de chicanos, pero Texas es un estado muy particular.
 
¿Y si lograra el Cervantes?Mire, si gano el Cervantes no sé que haré. Ojalá no me achate la creatividad porque a uno pueden volársele los sesos. Ojalá que eso no me pase, ¡pero no lo voy a rechazar, caray! Es un gran honor, cómo no. Y va mucho más allá, reconociendo lo que esto puede ser para los hispanos en Estados Unidos.