A menudo se tiene una concepción de la sexualidad como un binomio irreconciliable, en ocasiones casi enfrentado, llegando a utilizar la metáfora del depredador que captura a su presa. Concepciones como éstas, sin duda, tienen unas enormes posibilidades literarias, pero su justificación es difícilmente argumentable, como se ha encargado de demostrar el biólogo Ambrosio García Leal en su conferencia “La falacia de la guerra de sexos” pronunciada en el ICCI / Casa Amèrica Catalunya. Por su parte, la doctora en Arqueología Assumpció Vila, que ha hablado de “el poder cotidiano en la prehistoria”, ha advertido de las consecuencias de “jugar con el pasado”. (En la imagen, Vila y García Leal durante la conferencia)
El biólogo Ambrosio García Leal y la arqueóloga Assumpció Vila revindican el uso de la ciencia para entender aspectos como la sexualidad o las relaciones de poder
A menudo se tiene una concepción de la sexualidad como un binomio irreconciliable, en ocasiones casi enfrentado, llegando a utilizar la metáfora del depredador que captura a su presa. Concepciones como éstas, sin duda, tienen unas enormes posibilidades literarias, pero su justificación es difícilmente argumentable, como se ha encargado de demostrar el biólogo Ambrosio García Leal en su conferencia “La falacia de la guerra de sexos” pronunciada en el ICCI / Casa Amèrica Catalunya. Por su parte, la doctora en Arqueología Assumpció Vila, que ha hablado de “el poder cotidiano en la prehistoria”, ha advertido de las consecuencias de “jugar con el pasado”.
Ambrosio García Leal, que recientemente ha publicado el libro “La conjura de los machos”, desestimó aquellos argumentos que justifican el machismo mediante su atribución a un proceso de selección natural, arguyendo que este proceso es algo “amoral y apolítico”. Según García Leal, los mismos mecanismos de procreación requieren la cooperación entre los dos sexos. En su opinión, este mecanismo crea la paradójica situación de que, en los casos en que existe una dominancia “aparente” es, sin duda, aquellos en los que a las mujeres les interesa que sea así. De este modo, el machismo se convierte en un producto de la cultura propia de las sociedades modernas, y de ningún modo en un condicionamiento biológico. “El triunfo del poder masculino no es atribuible a la biología, sino a la evolución cultural”, afirma el experto.
De este modo, sería difícil sostener expresiones del tipo “el hombre no es polígamo por naturaleza”, como se encargó de demostrar Assumpció Vila, directora del Departamento de Arqueología y Antropología de la Institución Milà i Fontanals, en su conferencia “El poder cotidiano en la prehistoria”. El problema con que nos encontramos a menudo, según la doctora en arqueología, es la utilización de la autoridad científica para mantener el statu quo. Desde las primeras analogías etnográficas en el siglo XIX, donde se trataba de comprender la organización social de las primeras comunidades prehistóricas mediante la observación de sociedades “salvajes” o “primitivas”, se ha tratado de explicar el pasado mediante inferencias que en muchas ocasiones carecían de rigor científico.
La investigación arqueológica, como toda ciencia, tiene sus limitaciones, por lo que en el siglo XIX se trató de limitar su ámbito de actuación al estudio de restos materiales del pasado. Pero con el tiempo, se han ido construyendo hipótesis más o menos fundamentadas alrededor del origen de los diferentes restos y las sociedades a las que pertenecían. El problema es que, mientras la arqueología no ha sido capaz de aportar datos fiables acerca de la organización social de las primeras comunidades humanas, las diferentes teorías han ido calando en la sociedad como algo científicamente irrefutable. El problema, según Vila, es que la gente “debería saber que no sabemos esas cosas”, porque de otro modo el poder puede apoyarse en una base científica inexistente para impedir cambios ideológicos. “Jugar con el pasado”, en palabras de Vila, “compromete presente y futuro”.