Más de dos décadas después de su fallecimiento, Wifredo García consiguió al fin exponer su maravillosa obra fotográfica en la Barcelona que le vio nacer. En un sentido acto de inauguración, seguido por numeroso público catalán y dominicano, el considerado padre de la fotografía moderna antillana vio inaugurada la antológica que el Palau Moja dedica a su vasta obra, bajo el título Peculiares Obsesiones, fruto de la magnífica colaboración mantenida entre el Centro Cultural León Jimenes de República Dominicana y Casa Amèrica Catalunya a lo largo de los últimos tiempos.
Enero (2): El fotógrafo Wifredo García consigue por fin ser profeta en su tierra tras triunfar en el Caribe
Ante un numeroso grupo de familiares directos de Wifredo García, muchos dominicanos y catalanes interesados en la cultura caribeña, abrió el acto Antoni Traveria, director general de Casa Amèrica Catalunya, quien centró su parlamento en las referencias históricas sobre el magnífico edificio del Palacio Moja que acoge la exposición, erigido hace más de dos siglos, por donde pasaron instituciones de signo tan diverso como la patronal Fomento o el sindicato anarquista CNT, o incluso fue residencia del Marqués de Comillas, uno de los artífices de Casa Amèrica Catalunya.Travería se refirió a este momento culminante de La Huella Catalana en el Caribe, “programa de ida y vuelta, que ha forjado una colaboración ya hermanada con el León Jimenes y ha contado con el apoyo entusiasta del Institut Ramon Llull”. Tras agradecer la presencia del conseller Tresserras en la inauguración, Travería sostuvo que “los sueños nacen para ser cumplidos y gozar de Wifredo de nuevo en casa lo demuestra. Podemos decirle a este genial barcelonés-antillano, bienvenido a tu casa”. En su turno, Rafael Emilio Yunén, director del Centro Cultural León Jimenes, también optó por la memoria, por cómo su centro analizó decenas de miles de negativos de García cedidos a su institución en el 2008, justo en el vigésimo aniversario de su muerte. Recordó Yunén la implicación de múltiples actores en la ingente tarea de selección: “desde la familia del artista a otros colectivos. Al final, toda la cultura de nuestra República se metió a fondo en un proceso muy alentador”. Así, de 1.200 negativos, la criba pasó a 400 y de ahí, a las 68 que han viajado hasta la capital catalana en una “muestra de la obra de Wifredo de la que nos sentimos muy felices. De este modo, 22 años después de morir, regresa a su tierra como lo que fue, un extraordinario fotógrafo. Vuelve a casa como un creador muy especial. Aquí se recogen sus temas clave. Es el hombre que, en definitiva, usó la fotografía para encontrarse y encontrarnos”. Tras la brillante síntesis de Yunén, la emotividad familiar sintetizada en las palabras de su hija, Margarita García, portavoz del hermano, Eduardo, de la nieta que vive hoy en Barcelona, de tantos otros próximos parientes en la inauguración. Margarita nos acercó a su papi, al que se le hacía extraño “verlo sin sus cámaras, sin su arte, porque era verlo incompleto, como verlo sin corazón, sin respiración”. El repaso de Margarita cubrió varias generaciones de Garcías, anteriores y posteriores. Del Wifredo exiliado tras la Guerra Civil española y una frase heredada como legado del padre que ella usa de bandera vital: “El agradecimiento es la memoria del corazón”. El director del Institut Ramon Llull, Josep Bargalló, rememoró su gratísima experiencia en la Huella Catalana en el Caribe del pasado año, antes de situar a Wifredo García “entre los grandes nombres del fotoperiodismo mundial de todos los tiempos, abierto también a la enseñanza y a la fotografía social. Nos sentimos orgullosos desde Catalunya de compartirlo con los dominicanos en esa nómina de la elite mundial. Haberle traído aquí paga una deuda histórica”. Por último, cerró la inauguración el conseller de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Joan Manuel Tresserras, quien conectó la tradición fotográfica con las nuevas tecnologías: “García es uno de esos links culturales que Catalunya tiene diseminados por todo el mundo. Él aporto a Dominicana una manera diferente de mirar que enriqueció a su país de adopción”. Tresseras agradeció el trabajo realizado tanto al Institut Ramon Llull como al León Jimenes, antes de referirse de manera muy elogiosa a Casa Amèrica Catalunya como “el link cultural entre los catalanes y toda Latinoamérica”. El éxito de la vigilia halló indicado broche con la actuación del virtuoso compositor dominicano Anthony Ocaña, quien deleitó a la concurrencia con sus creaciones para guitarras de diez y doce cuerdas.