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29/04/2024 / Casa Amèrica Catalunya

Irma Alicia Velásquez Nimatuj: “La memoria es un campo de batalla”

La antropóloga Irma Alicia Velásquez Nimatuj es una de las primeras guatemaltecas maya quiché que ha hecho peritajes para el sistema de justicia del país desde que se inició el proceso de justicia transicional. En Guatemala, diez años atrás era imposible ver a mujeres mayas peritas o abogadas sacando adelante juicios, pero hoy ya es una realidad. “Esto nos permite construir otra Guatemala, cambiar el imaginario, mostrar que los indígenas no somos como se dice: tontos, estúpidos, incapaces, malas mujeres que vamos a estar ubicadas en la servidumbre”, expresa Velásquez. Para ella, la presencia de cada vez más mujeres indígenas en espacios de poder demuestra que “no es que no haya capacidades, sino que son las condiciones las que no han permitido que los pueblos indígenas estén en otra posición”.

Según la comisión de la verdad respaldada por las Naciones Unidas en 1999, durante el conflicto armado interno el 83% de las personas asesinadas fueron del pueblo maya. Razón por la cual en Guatemala la búsqueda de la justicia está en mano de los pueblos indígenas. “La justicia no es revancha, solo quiere que se sepa la verdad”, opina Irma Alicia Velásquez Nimatuj, que el pasado mes de febrero visitó Casa Amèrica Catalunya para conocer la institución y conversar sobre su trabajo y la situación en el país.

Velásquez fue la primera mujer indígena maya del pueblo quiché que tuvo acceso a hacer un doctorado. Sus padres eran comerciantes y tenían un excedente económico que pudieron invertir en su formación. Para ella esto no conlleva privilegios sino “una enorme responsabilidad”, ya que “la mayoría de gente no ha tenido la misma suerte”. “Los pocos profesionales indígenas que estamos en el sector tenemos la responsabilidad histórica de servir a estos espacios de justicia transicional”, añade.

Guatemala, junto con Argentina, es uno de los países que más juicios por justicia transicional ha hecho. Con la diferencia que en el país centroamericano han sido los pueblos indígenas los que han empezado este proceso. “Hemos conseguido llevar a juicio a gente muy poderosa, que años antes era imposible pensar que fueran a estar frente a un tribunal”, explica Velásquez. Es el caso del general Efraín Ríos Montt, que gobernó el país entre 1982 y 1983. Durante los treinta y seis años que duró la guerra interna, Guatemala tuvo 200.000 muertos, la mitad de los cuales fueron asesinados durante los diecisiete meses en los cuales Ríos Montt ostentó la presidencia del país.

Los sobrevivientes al genocidio guatemalteco son ahora los que siguen pidiendo justicia. La labor de Irma Alicia Velásquez como perita consiste en documentar el relato de estas víctimas desde la antropología, siguiendo un diseño metodológico, para que los jueces tengan evidencias con las que poder juzgar los crímenes atroces que se cometieron. “Mi trabajo es estar con los sobrevivientes, con los actores de las comunidades, con los abogados, y trabajar en conjunto para producir estos materiales”, detalla Velásquez.

¿Qué lógica se puede encontrar en la violencia atroz que ejerció el estado de Guatemala contra el pueblo? Para la antropóloga quiché, subyace un racismo profundo, exacerbado, histórico e institucional hacia los pueblos indígenas, que representan la mitad de la población del país. “El racismo ha sido permanentemente ejercido por la élite guatemalteca y el ejército, que querían acabar con todos los indígenas, y el conflicto armado fue el momento que les permitió hacerlo”, explica. Este odio responde a una cuestión territorial y medioambiental contra la que los pueblos indígenas siempre se han rebelado. “El racismo va de la mano de la toma de los territorios indígenas”, añade Velásquez, puesto que “son los únicos que tienen los recursos naturales”.

Todavía hay muchos juicios pendientes y, tal como comenta la perita guatemalteca, es muy importante seguir buscando responsabilidades, ya que muchos de los perpetradores están envejeciendo y muriendo, quedando impunes. “La memoria es un campo de batalla”, opina Irma Alicia Velásquez, y, a pesar de que muchos de los culpables no recibirán justicia, “lo que pasó quedará documentado y en la memoria histórica, y los documentos son claves para que en el futuro otros puedan saberlo”.