León Gieco aterrizó en julio por Barcelona como aterrizan los rockeros, haciendo ruido aunque no lo quisiera. A caballo entre la presentación de su documental Mundo Alas en Casa Amèrica Catalunya y su concierto Íntimo – Interactivo en la Sala Bikini, el gran cantautor argentino celebró una serie de entrevistas con periodistas acreditados en la capital catalana. En todas ellas, León mostró el denominador común de su arrolladora energía, ansia de vivir, carisma y felicidad por gozar de la vida a cada momento tal y como la entiende, la siente y la disfruta. Esta es una recopilación de frases pronunciadas por el artista. Casi una autoentrevista.
Julio (18): León Greco, definido por León Gieco en Barcelona
Todo en palabras, más o menos textuales de León Gieco: “La noche de la final del Mundial tenía concierto en Bayona. ¡Qué noche más maravillosa, inolvidable!. Hasta que no acabó la prórroga y se calmó la celebración, no pude empezar a tocar. Normal, era la primera victoria de España. ¿Yo? Soy hincha de Independiente de Avellaneda, mirá, cada cual lleva su equipo en el alma. Cumplo 40 años de carrera. A los ocho años me compré una guitarra. Ya en la escuela era ‘el alumno que siempre cantaba y bailaba’. Qué sé yo. Todo: Danzas tradicionales, bailes… Todo. Los primeros escenarios son los que te marcan, los más heavies”. “A los doce años ya alternaba los cuartetos folclóricos, con tres guitarras y bombo, y los rockeros, tocando en las llamadas ‘confiterías’ los temas más problemáticos de Beatles, Rolling Stones o Spencer Davis Group, aquella banda de Steve Winwood… En el interior de la Argentina, se hacían ‘saltos’. Los chicos llevaban la bebida, las chicas la comida y nos reuníamos en las sociedades rurales. Escuchábamos el ‘Experience’ de Jimi Hendrix, qué locura, Patti Smith, los Who… En el 65, surge el rock nacional, con bandas como La Balsa, Los Gatos, Almendra. Antes, cantábamos en inglés por fonética. Salté a Buenos Aires con 18 años y me incliné por el castellano y el rock”. “Aquel año de llegada fue decisivo en mi vida: La capital, me libré del ejército, apareció Gustavo Santaolalla en mi vida y Claudio Gabis me enseñó una armónica con atril. De repente recordé haber escuchado “Mr. Tambourine man” de Bob Dylan, tras oír la versión de The Byrd en Buenos Aires. Compré su vinilo ‘Freewhelin’ y rompí a componer. Ahí nació “Hombre de hierro”, la primera de mis 250 canciones. Me levantó la tapa para crear…”. “Bob Dylan, Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez. Me quedo con esos tres. Por cantidad, calidad, letras e ideología. Por mi gusto personal. Me gusta su carga de poesía. Después, Chico Buarque y Milton Nascimento. Sí, claro, McCartney y Lennon fueron una revolución, pero son otra cosa. Mi corazón está en lo contestatario. Mi dualidad en el rock y folklore es natural. El otro día grabé con Kepa Junquera en vasco, no te digo más, y también con Metallica… Toqué y grabé con todo tipo de gente y músicos por mi apertura mental, porque me gusta, me agrada sobremanera variar. No te creerías la de música del mundo que tengo aún por escuchar, la que me queda sólo de la parte celta, por ejemplo…”. “Cuando llegué a Buenos Aires, estaba Lanusse en el poder, un militar light. Queríamos el regreso de Perón y nos politizamos con el mendozazo. Silvio o Pablo Milanés andaban prohibidos y llevábamos sus discos en carátulas de Pink Floyd... Apareció Serrat. El tipo tenía valor como cantante y era todo un poeta. Lo último que ha hecho con Miguel Hernández es una maravilla, sirve para rescatar la memoria, para que se acuerden del dictador Franco y lo que hizo”. “Lucho por la memoria y por los humildes. Me preocupa la gente, los indígenas históricamente maltratados por los europeos, por ejemplo, la deuda que aún mantenemos con ellos por sus tierras arrebatadas….” Y los puntos suspensivos podrían perpetuarse. León Gieco no concede pausa a su articulado discurso. No se cansa de hablar y trata a cualquier interlocutor como si fuera su íntimo amigo. Será por simple confianza en el género humano….