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29/10/2008 / Barcelona

La transformación social de Medellín, en la encrucijada: la vicealcaldesa Claudia Restrepo admite que la ciudad colombiana sufre un rebrote de violencia por paramilitares desmovilizados vinculados al narcotráfico

En los últimos años, Medellín, capital del departamento colombiano de Antioquia, ha experimentado una profunda transformación social, pasando del miedo a la esperanza. Las imaginativas políticas de los alcaldes Sergio Fajardo y Alonso Salazar, con decididas intervenciones en equipamientos sociales, culturales, educativos y urbanísticos lograron que esta ciudad pasara de los 381 homicidios por 100.000 habitantes de 1991 a tan sólo 26 en 2007. Una tendencia que ahora puede frustrarse con la irrupción de bandas de narcotraficantes, compuestas por antiguos paramilitares desmovilizados y no reinsertados, que luchan por el control territorial. “La violencia ha subido un 37% en muertes selectivas, pero Medellín es una ciudad segura que hoy ofrece grandes oportunidades a la ciudadanía”, ha subrayado la vicealcaldesa de la capital antioqueña en una conferencia en Casa Amèrica Catalunya que ha sido presentada por Neus Díaz, jefa de la oficina de Cooperación Internacional de la Diputación de Barcelona.

 “No puedo decir que Medellín esté jodido porque no lo está”.  La misma contundencia con la que Claudia Restrepo ha remarcado que esta nueva ola de violencia no afecta de manera significativa a la convivencia en la ciudad desvela la honda preocupación de los responsables municipales por la sombría amenaza que este fenómeno supone para el extraordinario proceso de transformación social logrado en una urbe que, lamentablemente, durante la década de los 90 se convirtió en paradigma de la violencia. “Hay un problema de narcotráfico y crimen organizado en Medellín, donde se vive un proceso de formación y reorganización de bandas de narcotraficantes compuestas por antiguos paramilitares desmovilizados y no reinsertados. De hecho, la mayoría de muertos en Medellín son desmovilizados involucrados en peleas por el control territorial del narcotráfico”, ha explicado Restrepo. “El proceso de desmovilización de los paramilitares fue organizado por el Gobierno de la nación y la alcaldía de Medellín no definió ningún nombre”, ha replicado la vicealcaldesa ante las alusiones de que la ciudad se ha vuelto en convertir en un “feudo” de los antiguos líderes paramilitares. “El país debe aprender a abordar el conflicto del narcotráfico, que ya no es un problema político sino económico, de crimen organizado. Y el mayor riesgo es el de la infiltración de estos grupos en la Justicia”, ha señalado Restrepo quien, sin embargo, ha obviado cualquier referencia a los escándalos de la denominada “parapolítica”, los vínculos entre políticos y el paramilitarismo en que se han visto implicados congresistas, senadores y ministros muy próximos al presidente de Colombia, Álvaro Uribe. “En Medellín, la sociedad ha evolucionado mucho más rápido que las instituciones y no nos podemos permitir que la injusticia vuelva a nuestra ciudad”, ha apuntado en tono combativo Claudia Restrepo.