Matías Bize presentó en Casa Amèrica Catalunya La vida de los peces, la última película del joven cineasta chileno de 30 años, la obra más madura de ese talento latinoamericano que, con sólo cuatro filmes, destaca como pocos en el panorama de la dirección mundial. Hay algo en Bize que recuerda a Messi, un don natural para descollar en su campo, que ni siquiera cabe denominar trabajo. Candidato al Oscar y al Goya, prefiere, seguro, rodar a charlar, observar y callar a convertir sus pensamientos en palabra para publicar en boca ajena. Su film se estrenó en Barcelona, en Casa Amèrica Catalunya, precedido por grandes críticas gracias a un doble pase.
Matías Bize: “El artista chileno surge por generación espontánea, contracorriente, sin apoyo oficial”
Primera obviedad. No se ha quitado la cara de niño, cosas de la genética será. Ni tampoco se da ninguna importancia. Ni se lo tiene nada creído, ni se ha inventado una leyenda. Al contrario: “El cine no era vocacional. Me metí a los 18 por estudiar una carrera entretenida. Antes, la verdad, había visto poco cine. Ahora, veo una o dos películas por día. Cuando empecé a rodar, no estaban las condiciones fáciles y precisamente, quizá por ello, me surgió el reto. Ahora, ya es más fácil. Lo mío fue pura inconsciencia, pero creo que, cuando hay reflexión, te frenas”. Matías reconoce que rueda rápido por estilo. Apenas se bregó con dos cortos de 16 milímetros en la escuela a modo de práctica. Le apasionan los guiones alrededor de parejas en tiempo real: Una noche en un espacio concreto. Bize cita a Stanley Kubrick, cierto momento de ‘Eyes Wide shut’, la referencia de Woody Allen, al Adrián Biniez de ‘Gigante’, cuanto le gustó la rumana ‘4 meses, 3 semanas y 2 días’…. Y como paréntesis, pasión de fútbol en este seguidor del Universidad Católica chileno que escucha y sonríe ante las viejas anécdotas del paso por Barcelona de Carlos ‘El Gerente’ Caszely, cuando él ni siquiera había nacido. Viéndole la reacción, le suponemos vacunado ante tanto galardón recogido tan pronto en su fulgurante carrera: “Con ‘Lo bueno de llorar’ no recibí elogios masivos, ni mucho menos. No me fue tan bien como con ‘En la cama’ y mi ego conoció lo que es la disparidad de criterios. Del 2005 al 2007 pasé de los aplausos a las quejas. Con ‘La vida de los peces’ me siento más satisfecho, más director, con más aprendizaje del oficio hecho, más tiempo pasado. Antes rodaba rápido. Ahora, me tomó mi tiempo con el rodaje, el guión, sonido, postproducción. Atiendo al detalle”. Del perfil psicológico de los personajes que aparecen en sus films, mejor precisar que “nunca lo hablo a fondo con los actores. Entonces sería más importante que la propia película. Se queda pautado en el diálogo y que lo construya el actor con plena libertad. Sí, puedo ser intervencionista, pero es más simple que esté en el guión y punto. No hace ninguna falta conocer la vida completa del personaje, ni que se le intelectualice demasiado”. Ya le pilló el placer Matías a compartir firma en los guiones, “no me supone ningún problema si lo hago con gente brillante y complementaria. Yo soy más disciplinado y metódico y necesito gente con chispa, distinta, a mi lado”. ¿Y ahora, Matías?. “Me ronda hacer algo similar, del estilo, sobre relaciones personales, pero ahora mismo me queda aún la promoción de ‘La vida de los peces’ en España para los Goya y en Estados Unidos con vistas a los Oscar. Iremos al Festival de Palm Springs porque allí viven miembros de la Academia con derecho a voto. Apenas tenemos 14.000 dólares para nuestra campaña, cuando ‘El secreto de tus ojos’, por ejemplo, dispuso de un millón. En Chile no existe ninguna conciencia de apoyo al artista, por mucho que cada año algún artista, intelectual o deportista dé su personal do de pecho y sobresalga. Así es todo. Quien sobresale lo hace por generación espontánea, contracorriente, sin ningún apoyo oficial. El país, por ejemplo, no ha sabido sacar beneficio positivo de imagen con el rescate de los mineros y mira que se hizo bien. Sólo vimos una sobreexplotación personal del presidente hacia el interior”.