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22/12/2010 / Barcelona

Nuestro premio a la Libertad de Expresión viaja hasta el diario Co Latino de El Salvador

A punto de recibir la Vª edición del Premio a la Libertad de Expresión concedido por Casa Amèrica Catalunya, Francisco Elías Valencia, director del periódico salvadoreño Co Latino, inició a mediados de mayo su agenda de actividades públicas en Barcelona con una comida de trabajo con representantes de los medios de comunicación locales. El periodista charló entre colegas interesados por conocer mejor la realidad de su país en la sede que mejor les convenía a todos, el Colegio de Periodistas, situado en pleno centro de la capital catalana.

Como sucede año tras año, había interés por conocer los pormenores del premiado, la trayectoria de ese Co Latino tan lejano a la rutina de los compañeros de oficio de Elías Valencia, máximo conductor de un rotativo vespertino con 120 años ya de trayectoria en Centroamérica, decano en una profesión que mantiene la voluntad de servicio, el contacto con la gente, con la fuente de la noticia, con el pulso de la actualidad, ahora que en el Viejo Continente la profesión parece falta de fuelle, un tanto carente de ilusión y castigada por muy diversos factores que, cómo no, salieron a la palestra durante las dos horas largas que duró el ameno almuerzo con el cercanísimo Valencia, amable, humano, cordial, persona y tan próximo en sus explicaciones que acercó El Salvador y su problemática como nunca antes lo hizo, al menos en los últimos años, en esta tierra y ante sus homónimos.   

En los prolegómenos del acto, Antoni Travería, director general de Casa Amèrica Catalunya, recordó la trayectoria de los Premios, y Cristina Rius, en representación del Colegio de Periodistas, dio la bienvenida al señor Valencia mientras confesaba su personal relación con El Salvador, donde participó en un proyecto de Naciones Unidas en el 2001 llamado “De guerrilleros a campesinos”.

La palabra tenía que ser y fue para el ganador del premio del 2010, Francisco Elías Valencia, en nombre del diario vespertino, formado en cooperativa, Co Latino, tan implicado con la democracia y el bienestar de una nación no siempre respetada por la Historia en mayúsculas. Valencia inició sus palabras con un pedagógico recorrido por las doce décadas de azarosa vida de su periódico. La vida y el latir de su nación, en paralelo, desde que lo fundara el pensador, liberal y humanista Jorge Pinto. Con el país aún en armas, Elías agarró las riendas del rotativo en el 89, lo vio convertir en cooperativa a fin de garantizar su existencia en el 94 y cambió el nombre a Co Latino en el 2005, bajo el permanente reto, en sus palabras, “de mantener la continuidad de un diario centenario y convertirlo en plural. Mantenernos y crecer al margen de la línea gubernamental. Apostamos y decidimos también escuchar sin prejuicios a la guerrilla. Como periodistas, sacamos información que otros medios ocultan y abanderamos los deseos de la sociedad civil en materia de diálogo y democracia”. 

Eran finales de los 80, comienzos de los 90… “Entonces –prosigue el director premiado en su conversación con los periodistas catalanes-, nos acusaron de servir a la guerrilla, de tergiversar la realidad. Sufrimos un atentado en el 91 y suerte tuvimos de ser acogidos por la Universidad. Hoy, todavía trabajamos, de algún modo, de manera artesanal, pero nos hemos sabido subir al tren de las nuevas tecnologías y disponemos de una web de referencia. Somos el tercer diario más vendido de El Salvador, el referente a la hora de marcar corriente de opinión”.

Y ante el auditorio, a cada momento más metido e interesado en este acelerado ‘cursillo’ sobre El Salvador, seguía el apasionado Valencia en su maestría: “Sin duda, al echar la vista atrás, comprobamos que hemos luchado muchísimo y, como alguien dijo, nos resistimos a morir. Nuestro país ha mejorado en democracia y libertades, aunque seguimos llevándonos algún susto importante. Desde el 91, el partido conservador Arena nos martilleó en propaganda al decirnos que los años de la privatización de una buena parte de los servicios públicos generaron un ‘boom’ de riqueza. Ahora, hace escasamente un mes, el actual ministro de Hacienda salvadoreño sale a la palestra para confesar que siempre hemos vivido de créditos y que estamos en déficit…”. 

Precisamente, ante jarros de agua fría de tal calibre, todavía resultan más reconfortantes galardones como éste, casi caídos del cielo, en sentido casi romántico, al decir del director: “Nos sentidos agradecidos y muy comprometidos a seguir luchando. Por el reconocimiento que transciende nuestras fronteras y nos ‘saca’ incluso de El Salvador en calidad de abanderados por la libertad de expresión. Aunque, por suerte, la democracia se enraíce, vaya acentuándose poco a poco, los peligros continúan ahí, sean políticos o de otro tipo. Durante la guerra, no olvido que murieron una veintena de periodistas. Desde que estalló la paz, no se han producido víctimas, aunque sí algunas amenazas, como las sufridas por Radio Victoria en la cuestión de las explotaciones de las industrias mineras, tema bien sensible. Los periodistas siempre vamos a estar en el disparadero, es parte de nuestro trabajo, si lo hacemos bien…”.