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26/06/2007 / Barcelona

“...Y la palabra se hizo música. El canto emigrado de América Latina” es un libro que hace justicia”, afirma su autor, Fernando González Lucini

Franqueado por Ramon Muntaner, director de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), y Antoni Traveria, director general de Casa Amèrica Catalunya, Fernando González Lucini ha presentado “... Y la palabra se hizo música. El canto emigrado de América Latina”, el tercer volumen de su historia de la canción de autor en España y Latinoamérica. “Es un libro que hace justicia y que España necesitaba. Lo que hoy es este país, en gran medida se lo debe a los cantautores” ha dicho González Lucini, que también ha explicado en Casa Amèrica Catalunya que el libro se estructura en tres grandes partes y que proyecta una futura edición de un recopilatorio de la música de autor latinoamericana más representativa.

Franqueado por Ramon Muntaner, director de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), y Antoni Traveria, director general de Casa Amèrica Catalunya, Fernando González Lucini ha presentado “... Y la palabra se hizo música. El canto emigrado de América Latina”, el tercer volumen de su historia de la canción de autor en España y Latinoamérica. “Es un libro que hace justicia y que España necesitaba. Lo que hoy es este país, en gran medida se lo debe a los cantautores” ha dicho González Lucini, que también ha explicado en Casa Amèrica Catalunya que el libro se estructura en tres grandes partes y que proyecta una futura edición de un recopilatorio de la música de autor latinoamericana más representativa.
 
González Lucini ha señalado que la primera parte de “... Y la palabra se hizo música. El canto emigrado de América Latina” se centra en tres “maestros y referentes” de la música de autor: los chilenos Víctor Jara y Violeta Parra –a la que ha calificado de “una de las grandes mujeres de la época” –  y el argentino Atahualpa Yupanqui. El segundo gran capítulo del libro aborda la trayectoria de decenas de cantautores latinoamericanos que, huyendo de las dictaduras de sus países en muchos casos, se establecen en España y revindican el apelativo de “sudacas” (Alberto Cortez, Manuel Picón, Grupo Toldería, entre otros). La tercera y última parte se centra en los que, como Nacha Guevara, Pablo Milanés o Silvio Rodríguez, se solidarizaron con la España del post-franquismo que luchaba por la recuperación de las libertades.
 
“Este libro tiene la pretensión de hacer presentes en la memoria a estos cantautores, que estén ahí y que no pase como con Aníbal Sampayo, uno de los grandes poetas populares de América Latina, que falleció el pasado 9 de mayo sin que se haya dicho nada en España”, se lamenta González Lucini.  “También es muy importante que en Latinoamérica se redescubran nombres que allí están muy ignorados y será un honor que de esta forma redescubran a sus cantautores”, ha añadido.
 
Crisis y resurgimiento
González Lucini, que insiste en que “la canción en España le debe muchísimo a los cantautores latinoamericanos”, define a la música de autor como la que “canta seriamente a lo humano, poniendo música a la vida cotidiana de la gente”. También subraya que en la actualidad hay un resurgimiento del movimiento de cantautores “desde una nueva clandestinidad” , en relación a las nuevos modelos de difusión de sus obras basadas en la autoproducción y la publicidad directa a través de Internet como réplica a la marginación del genero por parte de las multinaciones discográficas.
 “Después de 1978, con la aprobación de la Constitución, la música de autor entró en crisis porque dejó de ser negocio. Pero en España se ha vuelto a descubrir que hay mucho que cantar: no a la guerra, no a la globalización... En México y Madrid, por ejemplo, hay unas generaciones espléndidas de nuevos cantautores”, explica este apasionado de la música popular a la que ha dedicado “toda una vida”. “... Y la palabra se hizo música. El canto emigrado de América Latina” es un libro de agradecimento porque soy lo que soy gracias a la canción de autor. Este es un fenómeno que no va a morir ya que si se calla el cantor, calla la vida porque la vida es un canto”, apunta González Lucini.