Alejandra Naftal dirige el espacio argentino dedicado a la Memoria de mayor significación simbólica. La antigua Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), en Buenos Aires, el principal centro de detención y tortura clandestino de la última dictadura cívico militar, se ha transformado “de un lugar de horror a uno de transmisión”, ha explicado en conversación con Jordi Font, director del Memorial Democràtic de Catalunya en la sesión Memoria para no Olvidar y Derecho al Olvido de las Jornadas La Memoria de los Otros. Los vertiginosos acontecimientos políticos en Perú han impedido la participación de Manuel Burga, director del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social-LUM del Perú.
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Alejandra Naftal, directora ejecutiva Sitio de Memoria ESMA de Argentina: “Somos el resultado de 40 años de lucha del pueblo”
Alejandra Naftal ha arrancado con los antecedentes del Sitio de Memoria ESMA: Las Madres de Plaza de Mayo que, en plena dictadura, protagonizaron con sus pañuelos blancos sobre la cabeza y sus caminatas alrededor de la plaza el primer acto de Memoria en Argentina. “En nuestro país, el rasgo distintivo es que los procesos de memoria se dan contemporáneamente a lo que estaba ocurriendo”, ha explicado.
Así, ha destacado que ya en 1984, al finalizar la Dictadura, se puso en marcha la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas cuya labor de acopio de información permitió que en 1985 se celebrara un juicio “ejemplar” a las Juntas de Comandantes, “un hito fundamental”.
El consenso generalizado en Argentina sobre los temas de Memoria, Verdad, Justicia y Reparación es, en su opinión, un elemento fundamental para los espacios museísticos que trabajan estos temas a la vez que sirve de defensa ante los negacionismos de sectores minoritarios. “No hay batallas ganadas. Cuantos más avalemos estos espacios más posibilidades tenemos que no los cierren o derrumben y no cambien la historia”.
Naftal ha defendido que los “museos y lugares de Memoria son herramientas educativas” y ha alentado a “ser creativos” con las estrategias de Memoria. En este sentido ha destacado cómo en la ESMA entendieron que debían tratar “la especificidad del cautiverio de la mujer”. “La Memoria es un proceso de acción que tiene que ver con la organización y voluntad política de atender las demandas”.
“La ESMA tiene que ser un espacio cómodo para los incómodos e incómodo para los cómodos, un espacio que interpele a los visitantes: ¿Cómo fue posible que ocurriera todo esto en medio de Buenos Aires?”, ha añadido.
Víctimas y represores
Sobre el papel en el espacio de víctimas y represores de la Dictadura, la experta ha relatado que los testimonios de los supervivientes están recogidos de sus declaraciones ante los tribunales “por la legitimidad que da un juicio, lo que explican ante un tribunal es incuestionable”. Unos supervivientes que tardaron más tiempo en ser relevantes que otras víctimas de aquel funesto periodo “por la sospecha de estar vivo, por aquel dicho de por algo será que aparecieron los desaparecidos…” En este aspecto, la ESMA apostó por ser “un ágora, un espacio de discusión, de nuevas miradas y nuevas voces”.
En cuanto a los “perpetradores”, Naftal ha explicado que sus voces no están representadas en la ESMA porque “las Fuerzas Armadas argentinas nunca dieron ninguna información, nunca se incriminaron, nunca pidieron perdón”. Sí aparecen en una instalación audiovisual en el que fue el salón de eventos de la ESMA, el lugar donde se reunían los militares para decidir la vida y muerte de los detenidos. “Se pueden ver los cuadros de los marinos y de qué se les acusa”, en una alegoría de la expresión “Bajar el cuadro” por la orden que en 2004 el entonces presidente argentino Néstor Kirchner dio a los oficiales de una escuela militar de descolgar los cuadros de Videla y Bignone, máximos dirigentes de la Dictadura.
“El día que hablen veremos cómo los incluimos en el Museo”, ha añadido Alejandra Neftal.