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29/01/2010 / Barcelona

Aramis Latchinian, biólogo y oceanógrafo: “Tiene más riesgo comer moluscos en el Pacífico Sur que vivir al lado de una central nuclear en un país desarrollado”

Sin pelos en la lengua, el biólogo y oceanógrafo uruguayo Aramis Latchinian se ha convertido en el “enfant terrible” del ecologismo contemporáneo, en la voz crítica que denuncia con una dialéctica implacable la incosistencia del movimiento medioambientalista mundial. Su libro “Globotomía. Del ambientalismo mediático a la burocracia ambiental” (Editorial Puntocero) ha sacudido las conciencias de todos los que creían en el “buenismo” de paradigmas muy interiorizados como la inminencia de una crisis en el medioambiente del planeta producto del calentamiento global y las emisiones de CO2 a la atmósfera. “Es un grave error”, asegura en la siguiente entrevista Latchinian, quien también defiende la energía nuclear como única alternativa viable en estos momentos a otras energías más contaminantes como el carbón o el petróleo. “Hoy en día, tiene más riesgo comer moluscos en el Pacífico Sur que vivir al lado de una central nuclear en un país desarrollado”, afirma.

¿Por qué su crítica implacable a lo que denomina medioambientalismo global.? El ascenso de la problemática ambiental en los medios, que esté en las portadas de periódicos y en los informativos de televisión, ha condicionado la forma cómo se abordan los problemas ambientales. Se hace con la lógica de la televisión, la de que una imagen vale más que mil palabras. Es un disparate. Hay cosas cuya complejidad requiere una reflexión que no la aportan las imágenes. En ocasiones, una pantalla de TV no aporta información y esconde la complejidad de los problemas. Y aun suponiendo que no existe la intención de tergiversar la realidad con esas imágenes, cuando muestran en una imagen de un par de segundos una problemática ambiental, por lo general se hace una simplificación tan grande que se aleja enormemente de la verdad, que es mucho más compleja. Si yo veo un bebé foca ensangrentado y eso es todo lo que me dicen y muestran, estoy en contra de esa acción.  Ahora, si tenemos la posibilidad de discutir, de reflexionar y de analizar, veremos que la realidad ambiental es mucho más compleja. La frivolización de los temas ambientales a nivel global es lo que genera en primera instancia mi reacción.   Póngame un ejemplo de esa frivolización.“El calentamiento global se debe a las emisiones de CO2 de los seres humanos”. Dicho así de sencillo, es cierto. Pero es mucho más complejo que eso. Porque si esa es la verdad absoluta, obliga a tomar medidas similares en diferentes lugares. Y no. Hay algunos países y algunas industrias y actividades que hacen grandes aportes de CO2 a la atmósfera, que tienen modelos de desarollo, hábitos de consumo y modos de producción que contribuyen a ello de forma subtancial. Pero hay otros modelos de desarrollo y otros países que no sólo hacen aportes pequeños sino que su mismo modelo de desarrollo no genera grandes aportes al calentamiento global.  Sería el caso de América Latina...Latinoamérica y el Caribe aportan el 3% del CO2 a la atmósfera. Sólo EEUU aporta el 30. Definir el calentamiento global como un problema global y que en Latinoamérica nos sintamos culpables y veamos cómo reducir las emisiones, es un error. Los problemas ambientales en Latinoamérica son de otra índole, no son las emisiones atmosféricas de carbono. Si todo el planeta emitiera lo que nosotros no habría problema. Hemos adquirido una culpa que no nos corresponde. Y no tenemos ninguna posibilidad real de revertirlo. Si Latinaomérica y el Caribe se autoimpusieran las metas propuestas para la Cumbre de Copenhague, y nos planteáramos cumplirlas aún a costa de no satisfacer las necesidades básicas de la población, y de la muerte de muchas personas –lo que no vamos a hacer, por supuesto– lograríamos una reducción global del CO2 a la atmósfera inferior al 1%.  ¿Cuál es su postura sobre la energía nuclear y el tratamiento de los residuos que genera?La simplificación se ha convertido en una condición para abordar los problemas medioambientales. Hay una mala imagen de la energía nuclear a nivel mundial. Si a uno le preguntan si tiene riesgo vivir al lado de una central nuclear, va a decir que sí. Pero un análisis de riesgo, objetivamente se compone de dos partes: la probabilidad de que el evento ocurra y la severidad de su impacto. Con el avance que ha experimentado la energía nuclear después de (el accidente de la planta nuclear de) Chernobil, con los controles existentes, una central nuclear en un país desarrollado, en este momento se considera objetivamente de “riesgo bajo”. La probabilidad de que ocurra el accidente es tan baja y los controles son tan altos, que el riesgo es bajo -lo que no queire decir que no exista-. Pero pongamos como ejemplo “comer moluscos en una playa del Pacífico Sur”. Hay playas del Pacífico Sur que tienen “mareas rojas” permanentes, con una toxicidad tal que si uno consume un par de mejillones, muere. Así pues, la probabilidad de una marea roja en esa playa es altísima y el impacto, el riesgo de morir por un paro cardiorrespiratorio por consumirlos es muy alto. Así que, objetivamente, para una persona, hoy en día, tiene más riesgo comer moluscos en el Pacífico Sur que vivir al lado de una central nuclear en un país desarrollado. Pero si pregunto a cualquiera qué prefiere, toda la vida preferirá comer mejillones y no vivir al lado de una central nuclear.  ¿Cómo se ha construido esa imagen tan calamitosa de la energía nuclear?Los riesgos ambientales tienen una complejidad mucho mayor y cuando a uno le nombran la energía nuclear, lo primero en que piensa es Chernobil, y los más viejos en Hiroshima y Nagasaki. Si a uno le dicen “comer molusco en el Pacífico Sur” piensa en vacaciones, una morena, unas palmeras... La construcción de la percepción de los riesgos ambientales tienen una complejidad muy grande y no tiene nada que ver con las imágenes más fácil y rápidamente disponibles como sería Chernóbil en la energía nuclear.  ¿Quién se beneficia de estos paradigmas medioambientales distorsionados?No soy un escéptico ante los problemas ambientales, que existen y son muy graves. Lo que yo digo es que el camino por el que vamos no es la solución. Para resolver un problema hay que hacer un diagnóstico verdadero.  Desentrañarlo, saber de qué se trata para poderlo abordar. Este enfoque frívolo de los temas ambientales no es la solución porque sustituye al problema de esta semana por el de la semana que viene. Pero tampoco participo de una teoría conspirativa, de pensar que hay una mano negra detrás de esto. Hay una evolución histórica en el abordaje de los temas ambientales que nos ha llevado a este punto. Empezó en los 70, cuando en el Primer Mundo afloró un movimiento ambientalista muy poderoso, con objetivos y finalidades, conscientes o no,  respecto a la concienciación de la población mundial sobre la inminencia de una crisis ambiental global. Era un grave error, no estábamos ante ninguna crisis ambiental global. Eso fue evolucionando, y hoy lograron su objetivo, que la población mundial crea que estamos ante una crisis ambiental inminente. Además, los ambientalistas son muy respetados por la opinión pública puesto que son una especie de “quijotes” modernos que luchan contra las multinacionales –lo que no es estrictamente cierto pero es la percepción que tiene la gente-. Adoptada esa idea por la población, también la ha adoptado Naciones Unidas, los gobiernos locales... Y la política... Absolutamente. La política, en el peor sentido. Hay políticos que son líderes, estrategas, estadistas, que no necesitan escuchar todas las campanas para tener una idea propia. Pero la tendencia es que los políticos se deban a su mercado. “¿Qué es lo quiere escuchar la gente? Pues yo voy para ese lado”. Es una horrible tendencia que ocurre en todo el planeta. Aquí, en Catalunya, en relación a la posible ubicación de residuos nucleares en la localidad de Ascó, donde hay una central nuclear, los representantes en el municipio de poderosos partidos políticos formalmente contrarios a la instalación han votado a favor contradiciendo esas directrices, algo poco usual.En muchos lados hay políticas miopes, cortoplacistas. En España, la base de todos los procesos productivos es la matriz enrgética. Si eres un país petrolero, con reservas de sobra, te centrarás en los combustibles fósiles. Pero si no tienes combustibles fósiles suficientes para los niveles de desarrollo a los que apuntas, buscarás otras formas de energía. En cualquier caso, debe planificarse la matriz energética y no ir a bandazos, de un lado para otro. Son las modas. Por ejemplo, la energía eólica. Todo el mundo empieza a instalar aerogeneradores. Pero los mayores beneficiados fueron los fabricantes de aerogeneradores, que les fue bárbaro. Después, la energía fotovoltaica, y así vamos pasando de una moda –ahora son los biocombustibles– a otra. No es que ninguna de ellas esté mal, sino que no responden a una planificación a largo plazo de la matriz energética del país. ¿Es partidario de la energía nuclear?No estoy ni a favor ni en contra de la energía nuclear. Estar en contra de una forma de energía es como estar en contra de los antiobióticos porque una sobredosis te puede matar. Es un disparate. La energía nuclear es un avance científico indudable. ¿O alguien piensa que Einstein era un criminal? Los usos indebidos, la irresponsabilidad política, la corrupción sí están mal e inciden en cómo se gestiona la energía nuclear. La planificación de la matriz energética de un país implica no dejar fuera ninguna forma de generación de energía, pero tampoco puedes encontrarte de golpe con que no sabes qué hacer con los residuos. Cuando incorporas la energía nuclear una de las cuestiones que te llevan más tiempo es cómo darle sostenibilidad a la gestión de los residuos peligrosos. Si no pensaste, o buscaste soluciones de corto plazo como mandarlas a un país vecino y pagarle por ello –pero un día ese país vecino puede decirte que no las quiere más, o tú te puedes quedar sin dinero para enviarlas–, ¿qué voy a hacer? El problema no es la energía nuclear o sus residuos. Usted fue director de Medio Ambiente en Uruguay donde están prohibidas las nucleares...Sí, en Uruguay, que es un país que no tiene una gota de petróleo y que depende de otras fuentes de energía, está prohibida por ley la generación de energía nuclear. Y lo vivimos como si fuera un logro ambiental. Es un disparate. El automarginarte de la generación de una forma de energía no es un avance ambiental de ningún tipo. Tenemos una matriz energética de país petrolero sin tener una gota de petróleo, con los costos que eso implica para la población. Compramos el discurso global de que la energía nuclear es mala –y no vaya a pensar que éramos unos expertos en energía nuclear–, la prohibimos y hoy dependemos de las fluctuaciones del precio del petróleo, somos absolutamente dependientes de nuestra matriz energética. ¿No sería más razonable no cerrarte la puerta y planificar en profundidad? Pensar en que si voy a desarrollar energía nuclear, qué voy a hacer con los residuos. Porque los residuos sólidos de las centrales nucleares, en estos momentos, generan muchos menos impactos ambientales que los de las centrales térmicas de petróleo. Las emisiones atmosféricas de las centrales térmicas de petróleo o carbón para la generación de energía eléctrica generan el CO2 y se socializa equitativamente. Hoy España recibe los efectos, equitativamente, por todos lados. ¿Qué impacto están generando los residuos de las nucleares en España? Están almacenados en las piscinas de las centrales. Pero me alegro de no vivir al lado de una central nuclear. Pero se han sucedido incidentes de fugas e incluso incendios en las nucleares de Catalunya. Los antecedentes demuestran que si bien el riesgo es bajo, el impacto de una incidencia en una nuclear es muy grave y muy dilatado en el tiempo. ¿No estima conveniente que seamos capaces de desarrollar energías alternativas?Estoy totalmente de acuerdo con ese fin. Pero lo que planteo es cuál es la realidad hoy. Porque se nos plantea que si seguimos emitiendo gases de efecto hinvernadero, con la óleodependencia, en pocos años es el apocalipsis, el fin de mundo. Algo catastrófico. ¿Es verdad o mentira? Si es verdad, de inmediato debo buscar otras fuentes de energía, hoy, sin pensar en el desarrollo de aquí a cien años. A menos que haya una dosis de hipocresía y se piense que no es tan grave, hoy mismo debo substituir las centrales térmicas por otras fuentes de energía. Si hoy substituyo el petróleo lo que viene no son las olas, el viento y el sol, es el carbón. El substituto a nivel planetario para generar la energía del petróleo es el carbón, que es muchísimo peor en emisiones de CO2. Dentro del elenco de alternativas planteadas hoy por la humanidad, en este momento lo que me permite substituir a las térmicas, si es verdad la gravedad de los pronósticos catastróficos, es, en gran medida, la energía nuclear. No totalmente, pero ahí aparece. Hay que ser claro: si digo no a la energía nuclear, el proceso es más carbón y mas petróleo. O creo que no son tan graves los pronósticos del calentamiento o tengo que fortalecer los controles en las centrales nucleares y desarrollar por ese lado. Es algo pragmático y no lo que a uno le gustaría escuchar.