Argentina depende una vez más del FMI, artículo de Antoni Traveria, director general de Casa Amèrica Catalunya y profesor de Relaciones Internacionales de Blanquerna-URL, publicado en la edición del jueves 10 de mayo de El Periódico de Catalunya. “Tras hundirse en popularidad, el presidente argentino Mauricio Macri no se podía permitir un ajuste duro, solo podía pedir el rescate”.
‘Argentina depende una vez más del FMI’, artículo de Antoni Traveria
Mauricio Macri se había comprometido a la implementación de un programa desarrollista con anuncios espectaculares a bombo y platillo en escenarios con música, bailes y globos, lanzando la máxima de que sería posible alcanzar poco tiempo después la denominada 'pobreza cero'. Durante estos primeros dos años de gobierno del empresariado argentino, la sociedad en su conjunto no ha visto crecer su capacidad adquisitiva. En cambio, sufre una nueva ola inflacionista, y ahora, una vez más, Argentina debe solicitar una línea de crédito, de nada más y nada menos, que más de 25.000 millones de euros (unos 30.000 millones de dólares) y, según parece, con el 40% de interés anual. El último préstamo financiero procedente de Wall Street, no del Fondo Monetario Internacional (FMI), se produjo el pasado 4 de enero y llegó a más de 7.500 millones euros.
Macri, como algunos de sus antecesores en la Casa Rosada, peronistas y no peronistas, no ha podido evitar caer en la dependencia económica y financiera del FMI. Como ha sucedido en otras ocasiones en el caso argentino, las exigencias que ahora demandará el FMI buscarán las compensaciones habituales para que se produzca una mayor flexibilización de puestos de trabajo, una profundización del ajuste económico, así como la tan criticada por sindicatos y oposición política, privatización de las jubilaciones. Políticas que el Gobierno ya venía ejerciendo, no sin las movilizaciones masivas en la calle de la oposición kirchnerista junto a colectivos de trabajadores despedidos de sus empleos.
La peor de las experiencias para cualquier ciudadano argentino es la de vivir en la incertidumbre, en la inestabilidad; no intuir hacia donde irá la economía y, como costumbre arraigada, desconfiar del discurso político de los que ocupan el poder. Por la experiencia acumulada en otras ocasiones desde la recuperación de la democracia en 1983, cualquier ciudadano vuelve hoy a estar asustado por la deriva de la economía del país y por su propia economía doméstica. Macri ha defraudado algunas de las esperanzas depositadas en su propuesta de cambio tras la progresiva degradación sociopolítica sufrida durante los últimos meses de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En las últimas semanas las encuestas más fiables muestran una pérdida de popularidad para el político empresario de hasta 15 puntos.
El presidente Néstor Kirchner saldó de forma anticipada el 3 de enero del 2006 la deuda que mantenía Argentina con el FMI por un valor de 8.250 millones de euros. La cancelación comportó también el ahorro en los elevados intereses del préstamo. En apariencia podía parecer que se trataba de una decisión económica, pero tenía un alto contenido político, después de sufrir en el 2001 el corralito financiero, la restricción de la libre disposición de dinero. Las críticas del kirchnerismo al FMI, coincidentes en este caso tanto por Néstor como por Cristina, fueron una de sus constantes desde el 2003, cuando alcanzaron el poder. El país se financió a partir de entonces en pesos, con deuda interna y sin permitir las habituales visitas técnicas de evaluación a las que obliga el FMI a sus socios. Todo cambió con el retorno al neoliberalismo de Macri y la mayúscula deuda expuesta en dólares en los últimos dos años.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sorprendía este mismo lunes a expertos y sufridores, al asegurar en nombre del Gobierno: "Ahora estamos integrados al mundo con todas las ventajas que esto implica". Muchos no le entendieron, o no quisieron entenderle. Tampoco cuando aseveró que Argentina está expuesta a "la volatilidad de los mercados" responsabilizándoles de la crisis por las fluctuaciones de la moneda norteamericana. Lo que es difícil de esconder es la presencia en el Ejecutivo de destacados dirigentes del llamado capital financiero; o socios de corporaciones mediáticas, agropecuarias y financieras sobre las que sobrevuelan sospechas no desmentidas de tráfico de influencias e intereses.
Según ha publicado en el diario Página 12 su especialista económico, Alfredo Zaiat, el abogado Sebastián Soler, especializado en finanzas, lanzó a través de su cuenta de Twitter: "Si se confirmara el pedido argentino, esa cantidad sería superior al total de la deuda que mantienen 13 países atados al FMI, que suma 27.500 millones de dólares", algo más de 23 millones de euros. Los sectores más ortodoxos de la política argentina reclamaban un ajuste duro que Macri no se podía permitir desde un punto de vista político, tras su caída libre en popularidad. Solo le quedaba el Fondo.
Articulo en la edición digital de El Periódico de Catalunya