Las dos caras de Brasil se han asomado en Casa Amèrica Catalunya. La del país que prospera y crece económicamente pulverizando registros y convirtiéndose en una potencia mundial y la del gigante que sigue almacenando a millones de personas víctimas de la miseria, la violencia y la falta de oportunidades. Un panorama que ha sido explicado y debatido por Tânia Márcia, doctora en Educación y Sociedad; Alfredo Valladão, profesor de Ciencias Políticas; Patrus Ananias, exministro de Desarrollo Social de Brasil, y Paulo Lins, escritor.
Brasil: paraíso... e infierno
La sesión La fuerza de un país-continente ha albergado un rico e intenso debate, con visiones opuestas, pero complementarias, de la imparable emergencia de Brasil. Patrus Ananias, exministro de Lula (2004-2010), ha defendido la labor de los últimos años en materia de desarrollo social y combate contra el hambre. Así, ha detallado que 50 millones de personas se han beneficiado del programa Bolsa Familia, con una inversión de 22 billones de euros junto a otras tareas de asistencia social y seguridad alimentaria.
“Se ha avanzado mucho en Brasil. Más de 20 millones de personas han salido de la pobreza y otras 36 millones han ascendido a la clase media”, ha señalado Patrus Ananias. Los grandes desafíos, en su opinión, pasan por consolidar el estado de bienestar, ampliando a todos los territorios las políticas sociales que “deben ser una cuestión de Estado y no de Gobierno”, ha recalcado.
“Es fundamental seguir avanzando en las conquistas para lograr un estado más igualitario, humano y diverso”, ha añadido.
Tânia Márcia ha centrado su intervención en el ámbito de la educación y ha recordado que un 10% de la población brasileña, unos 14 millones de personas, es analfabeta. Un índice que se concentra en la región nordeste del país, donde el 60% de los mayores de 60 años no sabe siquiera leer.
“Con el gobierno Lula se han creado 14 universidades nuevas y se ha hecho mucho en educación, pero en nuestra realidad es poco, necesitamos más. El analfabetismo es un problema social, no una llaga que deba ser extirpada. Una nación sin programas sociales ligados a la educación no se va a desarrollar”, ha afirmado.
El elefante
Con un tono desenfadado y muy pedagógico, Alfredo Valladão, profesor de Ciencias Políticas en París, ha expuesto el nuevo papel geopolítico de Brasil como gran potencia sudamericana. “Desde muy muy lejos se ve a Brasil como el elefante de la zona que cuando se mueve, y aunque no quiera, hace daño a sus vecinos”, ha dicho.
Para el experto, la cooperación estratégica con Argentina es la “clave” de la estabilidad política en América del Sur. Sin embargo, el MERCOSUR, instrumento creado a tal efecto, ha quedado desbordado por la pujanza del Brasil y su inclusión en el BRIC junto a Rusia, India y China, las potencias emergentes de la economía global.
“Brasil quiere ser líder regional y actor global sin pagar el alto precio que comporta. Su ambigüedad contiribuye a fragmentar Sudamérica en organismos de integración vacíos y retóricos”, se ha lamentado. Y ha concluido: “¿cómo administra Brasil el hecho de que ahora es un elefante?”
“No me gusta vivir en Brasil”
El escritor Paulo Lins se ha encargado de poner el contrapunto a la intervención del exministro Ananias y ya desde el principio ha arremetido contra la idea de un Brasil idílico. “A mi no me gusta vivir en Brasil”, ha arrancado, para continuar apuntando que el país sigue siendo “racista”, con “la policía del mundo que más negros mata”.
“Soy un padre preocupado por mi hijo, porque no le mate la policía cuando sale de casa por ser negro”, ha afirmado.
“No puedo negar las mejoras del Gobierno de Lula. Aunque ese crecimiento beneficia a los de siempre. Y si vives en la miseria, eres descendiente de esclavos y estás rodeado de políticos corruptos, no quieres pertenecer a ese país”, ha reiterado abanderando a los excluídos brasileños.
“Falta mucho por hacer y Brasil no es el paraíso que aparenta ser”, ha remachado.
Patrus Ananias ha respondido a Lins recordando que en sus 6 años como ministro manejó 50 billones de reales brasileños sin ninguna denuncia por corrupción. “Estoy muy orgulloso de haber participado en la lucha histórica contra el hambre en mi país”, ha declarado. Sí ha coincidido con Lins en que la violencia es el gran desafío de Brasil, donde cada año se registran unos 40.000 asesinatos.
En este punto ha replicado Lins: “La violencia no es culpa de los narcotraficantes sino de los políticos. ¿Por qué no se habla del tráfico de armas?”, se ha preguntado. Y ha subrayado: “No existe crimen organizado sin corrupción”.
“La criminalidad es como el futbol, entra en la persona cuando eres niño. Y Brasil no cuida de sus niños. Si lo hiciera no habría tantos crímenes, la mayoría perpetrados por negros analfabetos”, ha explicado.
Alfredo Valladão ha insistido en que Brasil -que con Lula ha pasado del rentismo clientelar al capitalismo individual- debe bajar sus niveles de corrupción para evitar una especie de neoperonismo mientras Tânia Márcia ha cerrado la sesión con un lamento: “No viviré lo suficiente para ver la educación a la que tiene derecho mi país”.