Segunda y última entrega de las opiniones vertidas por Martín Caparrós durante la presentación de su libro Contra el cambio en Casa Amèrica Catalunya. El periodista y escritor argentino plantea dudas sobre muchas de las percepciones del cambio climático y del ecologismo en las sociedades avanzadas. No hay para tanto, sería su tesis. O al menos, hay para plantear serias dudas y exigir que el capitalismo más agresivo no se aproveche de esos corderos para no meter el miedo en el cuerpo al común de los mortales.
Caparrós: “El gran negocio por las cuotas de emisiones de gas será la próxima burbuja financiera y causa de crisis” (y 2)
Sigue Caparrós (ver primera parte en esta misma web) con sus razonamientos y dudas que no respetan ni siquiera a los apóstoles del movimiento de preservación: “Tomemos a Al Gore. Era vicepresidente cuando Estados Unidos votó 95 a O contra el protocolo de Kyoto. Entonces cobraba dos millones de dólares anuales. Le dieron el Nobel de la Paz como adalid contra el cambio climático y ha pasado a ganar 100 millones. No le ha ido mal, pues. En este mantel, se disputa un enorme negocio consistente en dictaminar cual será el próximo paradigma energético. Los residuos fósiles son sucios y finitos. ¿Quién reemplazará al carbón y al petróleo?. Nos acompañan desde la revolución industrial y a mí, me resulta sospechoso que se empezara a difundir la idea del calentamiento global desde la Inglaterra de Thatcher, en los primeros 80”. El porqué de Caparrós tiene su intríngulis: “La Thatcher dio fondos con los que iniciar la investigación por que el tema le servía para atacar a muchos enemigos al mismo tiempo. Desde los árabes propietarios del petróleo, avaros y codiciosos, a los iraníes post-Shah y ayatollahs hostiles con Occidente hasta los mineros del carbón adversarios totalmente con sus políticas cerriles…”. Martín salta al momento actual, “ahora resulta que las energías simpáticas, como las eólicas o la solar, nunca acaban de estar preparadas para dar el gran salto y algunos popes sacan del armario a la energía nuclear, lo cual supone, a poco que lo estudies, una concentración extrema de poder y cuesta muchísimo dinero. Al margen de riesgos ya conocidos para la población, acrecentarán la distancia entre el Primer y el Tercer Mundo. Por su coste, nadie instalará una central nuclear en Bangla Desh, dénlo por seguro”. Nuevo caballo de batalla: Kyoto’97 y las cuotas por emisiones de gas, el célebre CO2. Caparrós desvela que “comprar y vender porcentajes de cuotas entre países que no llegan y otros que la superan supone ya un mercado cuantificado en 150.000 millones de dólares, que crece a un ritmo anual cifrado entre el 8 y el 10%, manejado por bancos y financieros. Es el mercado de créditos de carbono. Imagínense lo que será cuando Estados Unidos firme por fin, que lo firmará, el Protocolo de Kyoto. Se va a disparar y ese negocio se convertirá en la próxima gran burbuja financiera y la causa final de la nueva crisis del sistema cuando llegue. Este es otro de los aspectos fundamentales que he podido certificar en mis viajes, aunque mi gran placer como escritor radique en las cuatro líneas dedicadas a las pequeñas historias personales”. Más contradicciones: “La Amazonia importa el 80% de sus alimentos. Y es el granero del mundo, su territorio más fértil. Son datos que repetimos sin pensar, detalles que demuestran mis sospechas. Aquí hay gato encerrado. Es el discurso ecologista que no se puede cuestionar, ni criticar cuando muestra agujeros por todas partes”. ¿Y qué le dirán los ecologistas al leer Contra el cambio?. “Mejor se lo pregunta a ellos. Si son inteligentes, les hará replantear sus criterios y creencias. Si tienen que atacarme, que lo hagan. Ya estoy acostumbrado con el gobierno argentino… El ecologismo se disfraza de progresismo, cuando son conservadores. Salvando distancias, actúan como los Kirchner o tantos otros gobiernos. La definición de los enemigos de mis enemigos son mis amigos resulta un riesgo, pero compruebo que se utiliza demasiado en todas partes en vez de usar ideas y proyectos propios. La pesadilla de los ecologistas consiste en creer que el futuro es un presente con menos recursos. Y nadie puede afirmar que eso vaya a ser así”. Por último, no podía faltar en Martín Caparrós una reflexión sobre Argentina, aunque ahí si que fallan más las certezas: “El de los Kirchner es un gobierno muy raro, francamente. Mantienen un discurso muy progresista con una política y una acción de gobierno que no corresponde. Una política bien errática, la suya. Por ejemplo, bien paradigmático, el caso Clarín. Han pasado de ser íntimos amigos y de hacer grandes negocios juntos a declararse enemigos acérrimos. Les han declarado la guerra desde el gobierno como si fueran el único monopolio, el gran diablo argentino. Y mientras no paran de atacarles, otros monopolios viven felices haciéndose de oro. A los Kirchner no les importa falsear estadísticas para vivir en una irrealidad. Argentina continúa habitando en una nube de incertidumbre”. Y ahí, a Caparrós, al observador que atina y lo ve claro, se le pone cara de no entender nada de nada.