El realizador cubano Carlos Lechuga, en la actualidad residente en España, participó en el II LATcinema Fest con su tercera película, Vicenta B., la historia del viaje al interior de una Cuba que se desmorona, emocional y materialmente, de una mujer de mediana edad con un don especial: lee el futuro a través de las cartas. “Vicenta B. es la historia de una crisis, su hijo también se ha ido del país... Temía que iba a ser muy difícil rodar el film en Cuba por lo que pensé en hacer algo muy personal y me inspiré en mi abuela, que era cartomántica. No sé si pensaron que no había nada político y solo vieron a la echadora de cartas... Lo cierto es que recibí ayuda del Instituto del Cine en el peor momento de la pandemia”, explica el cineasta, cuya segunda película, Santa y Andrés, fue censurada, al igual que la propia Vicenta B. a la que se impidió su proyección en el Festival de Cine de La Habana.
Carlos Lechuga, cineasta cubano: ‘Vicenta B.’ plantea qué pasa con las mujeres caribeñas y negras con una crisis de fe’
Carlos Lechuga explica que tras ver las 14 películas del cineasta sueco Ingmar Bergman se planteó qué sucedía con las mujeres caribeñas, negras, cuando tienen una crisis de fe por lo que decidió abordar “el silencio de Dios” llevado a la cultura de la región.
“Vicenta B. empezó como un homenaje a Bergman desde el Caribe ya que mucha gente en Cuba se ayuda con la fe ante la incertidumbre por el futuro”, abunda el director.
“Vicenta B. es la historia de una crisis a través de una mujer negra, cubana, bruja... El film se cuestiona qué pasa en un país envejecido donde los jóvenes se van. A nivel espiritual, la visión de la protagonista se enturbia, emprende el camino hacia la pérdida de la fe porque ¿cómo mantener esa vida espiritual en una realidad tan cruda y dura como la de la Cuba actual?”, se pregunta.
El cineasta remarca que en Cuba todo el mundo se quiere ir del país y “si los hijos ya no están allí, es imposible construir”, dice en alusión a la generación de su madre, “que creyó en la Revolución y ahora son los más jodidos, se sienten engañados”. Por ello, aunque quería que Vicenta B. estuviera más centrada en lo espiritual, “la realidad te come”, sostiene.
“Antes de partir, ya no reconocía a mi ciudad ni a la isla, todo el mundo se había ido, incluidos los que no querían hacerlo y que lo están pasando muy mal porque emigrar no es nada fácil”, añade.
En esta coyuntura, Lechuga reclama un replanteamiento sobre lo que se considera cine cubano: “Hay directores cubanos que están haciendo grandes películas fuera del país, con otras historias y escenarios, eso también es cine cubano”, y advierte que el cine que se hace en la isla ya no interesa a los grandes centros de poder del cine: “El mundo ha dejado de mirar hacia Cuba”, afirma resignado.
“A nivel ético me resulta imposiible hacer en Cuba una cuarta película. Ahora es duro, muy duro todo lo que ocurre en la isla”, concluye Carlos Lechuga.
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