Con 98 años recién cumplidos, la poeta uruguaya y premio Cervantes de Literatura, Ida Vitale, ha obsequiado a los seguidores de su obra con una fascinante lectura de sus últimas creaciones poéticas recogidas en el volumen titulado Tiempo sin claves (Editorial Tusquets. 2021). “Es mi último libro, con seguridad”, avisó la autora a la audiencia que llenaba el Auditorio y la Sala de Exposiciones de Casa Amèrica Catalunya. Ambos espacios fueron habilitados para esta velada inolvidable.
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‘Comenzar una hoja para sentirme viva': Ida Vitale celebra sus 98 años leyendo su poesía
Acompañada por el poeta, traductor y editor Aurelio Major, que la presentó como “ciudadana ilustre de la República de las Letras”, y por un ramo de girasoles que celebraba su 98 aniversario, Ida Vitale conquistó de inmediato al público. Jovial y lúcida, incluso se desprendió de sus gafas e impregnó la lectura de sus poemas de una cercanía y honestidad cautivadoras.
“Tendría que ser mucho más explicativa, pero me acostumbré a la poesía corta”, señaló a modo de excusa, quizás soprendida por el exuberante recibimiento.
Ida Vitale arrancó con poemas de tono crepuscular. Así, en Vegetar apuntó: “Tampoco cualquier tierra se presta para la aventura que comienza”. Y en Renuente dijo: “Mira las piedras y las hojas, umbrales de la paz, sin olvidar que sobre el descuido alguien aguarda tu caída inerte”.
Una hoja para sentirme viva
Probablemente, el momento culminante de la lectura fue con el poema Correr el riesgo donde la nonagenaria autora mezcló -¿voluntariamente?- dos de sus versos y proclamó: “comenzar una hoja para sentirme viva”. Toda una declaración profunda y bella que sólo puede surgir del genio creador de una poeta de la envergadura y trascendencia de Ida Vitale.
La lectura de los poemas de Tiempo sin claves también tuvo espacio para otras creaciones más cotidianas pero siempre hermosas y lúcidas. En Museos, Vitale constata como en estos espacios "fluyen ríos quietos, sin peces, sin rumores, sin olores”, lo que no impide que acabe proclamando “la alegría en el mostruito alegre de un Klee en el que cantan los colores, la geométrica línea, el disparate”; o en Gato ajeno, donde la autora almacena su admiración por estos felinos domésticos: “Nunca puede saberse de qué peligro escapa, hacia qué gloria tiende".
Arrancó sonrisas de complicidad en Sueño en campo nudista, donde “el aterrado Kafka olvida sus pulmones y entra a soñar mi sueño”; o en Precipicio y aire, que así empieza: “Ninguno labra en Madrid por San Isidro Labrador, salvo, excepción clara, las golondrinas que labran en círculos por el aire”.
Tras un poema en tiempo añadido -celebrado como un bis de una estrella del rock- Ida Vitale permaneció por espacio de una hora firmando libros y conversando con decenas de seguidores de su obra que acababan de disfrutar de un recital irrepetible e inolvidable, en la que ha sido la tercera estancia de la poeta en Casa Amèrica Catalunya. Ahora esperamos el regreso de Ida Vitale dentro de dos años para celebrar su centenario como es debido, con poesía.
Actividad organizada por Casa Amèrica Catalunya con el apoyo de Editorial Tusquets, Consulado General del Uruguay en Barcelona y Casa del Uruguay en Barcelona.