Cristina Banegas es mucha, mucha mujer. Superlativa, extrema. Basta con decir que le tiene ganada la batalla al tiempo en todos los sentidos. Actriz de teatro, cine y televisión de reconocido prestigio en la Argentina, casi miembro de cada familia. ¿Premios?. Repasado su currículum, diríamos que no le falta apenas ninguno. Ahora, en su faceta de directora de escena, sitúa el fondo a su íntimo Juan Gelman y a Rodolfo Mederos en “Del Amor”, el bello encuentro de poesía y bandoneón en L’Auditori del próximo martes, 28 de septiembre. Imposible decir no al amigo poeta. Y menos si la Banegas es hiperactiva y sus días parecen de 100 horas. Casa Amèrica Catalunya organiza esta enorme reunión de talento.
Cristina Banegas: “La poesía de Juan Gelman ha sido una bandera personal toda mi vida” (1)
Los papás de Cristina ya estaban en la actuación. Y sus descendientes, también. Y a ella, menuda, de voz suave, poco le apura descubrir la edad. Nada de coquetería: La belleza no conoce calendario si la refuerza la experiencia. La Banegas va por 62 enciclopédicos años. ¿España?. Baste una anécdota. Papá (Oscar Banegas) era productor de ‘Los Chiripitifláuticos’, el programa infantil de TVE en los 60 cuando la pública era la única tele del país, y Cristina ya trabajaba como guionista bajo sus órdenes. Con 18 recién cumplidos. Y se debía sentir la Reina de Saba porque el espacio era, damos fe de ello por contemporáneos y testigos, el no va más, el puro acabóse. Hoy, en repaso del recuerdo lejano, Cristina Banegas lo repasa como uno de tantos. Otro de la inacabable colección propia. Aprovechemos esa excusa para iniciar su relato: “Aquella fue mi primera visita. ¿Muy joven?. No crea. Me casé con 16 y ya tenía una hija, Valentina, en honor de mi bisabuela, mujer criolla de armas tomar. Sí, Valentina, como la de ‘Los Chiripitifláuticos’… A la primera persona que conocí entonces en Barcelona fue al pintor Guinovart, ya ves, qué cosas. Y 44 años más tarde, curioso, qué poquito he trabajado aquí, sí…”. La diva, aunque no le cuadre la etiqueta, de la escena argentina acaba de ganar (o ser nominada) todos los premios posibles por su interpretación en Medea y ahora, rememora los primeros pasos de este salto a Del Amor, el recital nacido de la química entre la obra de Gelman y la música del Mederos Trío: “Me cabe el honor de considerarme amiga de Juan desde hace muchos, muchos años. A principios de año, me convocó para que lo dirigiera en Del Amor. Pensó que así lograría un formato más teatral, estéticamente más formateado, que si se ponían encima de un escenario y punto. Por el privilegio de la amistad, me he tomado su encargo muy a pecho. Hay que estar a la altura de esa maravillosa poesía suya y del bandoneón de Rodolfo”. Y ese cerebro a mil de la Banegas echó a correr: “El escenógrafo, pintor y galerista Juan José Cambre ha creado las imágenes que el público verá como fondo a la voz, a las palabras y tangos, milongas y valsecitos ya compuestos por Mederos que se convertirán en el devenir de este amor”. Con cara infantil de cierta pillería, Cristina abre paréntesis en el relato para explicar alguna bendita interioridad de los preparativos: “Cuando Juan me invitó a subirme a bordo de esta aventura, dije OK bien rápido. Nos reunimos tres veces en El excéntrico de la 18, mi centro de formación teatral. Le pregunto de qué va esto, me dice que de sus poemas de amor y entonces le digo, vale, selecciónalos… Ya con segunda intención claro. Al cabo de unos días, de pronto, me llega un mail suyo que, más o menos, decía ‘pensaba que era un poeta revolucionario y ahora resulta que he escrito demasiados poemas de amor’… Le contesté, también por mail, ‘claro, precisamente por eso, te pedí que fueras tu mismo quien los seleccionaras para el espectáculo’….”. Una muy femenina manera de ahorrarse un ingente trabajo. Aún así, a petición de Casa Amèrica Catalunya, Cristina Banegas revela que Del Amor incluye tres peticiones personales. Una de ellas, el poema La Dueña, cuya última línea posee el don de estremecer siempre a esta gran dama del teatro argentino: LA DUEÑA Ella estalla como el verano,no es posible evitarla o detener su rostro,avanza en cualquier calle,aún hace ruido al pie de mi silencio, muchas veces me miran para ver su dulzura,por ella se me han puesto suaves las manos, suave el corazón,la muchacha infinita me posee,llena mis días con su ausencia,no me deja andar triste, me permite subir por su recuerdo,todo lo más habrá que ver cómo vivir sin ella,la señora sentada al fondo de mi sangre. (ver segunda parte de la entrevista con Cristina Banegas en esta misma web)