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14/05/2010 / Barcelona

Crónicas del Bicentenario: Los historiadores reivindican la complejidad y contradicciones del proceso de independencias latinoamericanas

“No hay un discurso ni una mirada única sobre el proceso histórico de las independencias latinoamericanas. El pasado se construye permanentemente”. Con estas palabras, la historiadora venezolana Inés Quintero ha sintetizado el hilo argumental que, de forma sólida, ha caracterizado su intervención y la de sus colegas Rafael Rojas (Cuba) y Manuel Lucena (España) en este nueva mesa redonda de las jornadas “Crónicas de Bicentenarios” de Casa Amèrica Catalunya. Un debate moderado por Gabriela Dalla Corte, doctora en Historia por la Universidad de Barcelona, en el que se ha insistido en substituir los clichés y estereotipos que han prevalecido en el discurso histórico sobre este trascendental periodo por una visión científica y académica del mismo. “Fue una revolución rotundamente exitosa puesto que las repúblicas fundadas entonces siguen hoy en día”, ha señalado Quintero.

Para Manuel Lucena, historiador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, el proceso de independencias latinoamericanas fue producto de una implosión de la crisis del imperio español que recuerda la desmembración de la URSS en 1989. Según su tesis, las independencias arrancan en 1810 cuando, consolidada la invasión francesa de España, las colonias en América no toleran su permanencia bajo un imperio francés atlántico. Surgieron entonces las Juntas Autonomistas, que propugnaban un modelo de federalización del Imperio. Pero tan sólo cinco años después empieza el proceso de emancipación, producto del final de la Constitución de Cadiz y la imposición de visiones ultramontanas del rey Fernando VII, que envía un ejército de Reconquista a América que solivianta los ánimos. En 1820, con el trienio liberal en España, el proceso alcanza un punto de no retorno. Inés Quintero, en su intervención, ha revindicado el papel de la mujer en este proceso. Y ha puesto como ejemplos los casos de la esposa y la hermana de Simón Bolívar, el “Libertador”, Manuela Sáenz y María Antonia Bolívar respectivamente. A Manuela, Quintero la ha tachado de “heroína complicada”. “Era una piedra en el zapato. Fue adúltera, se escapó de un convento... Era activa políticamente ya antes de conocer a Bolívar y después de la muerte del Libertador”, ha dicho. Y sobre la hermana de Bolívar: “Fue monárquica, leal a la corona y defensora del orden antiguo. Era inconveniente para el discurso heroico relacionado con el Libertador”. Nada que ver, pues, con la “Libertadora del Libertador” y con la “matrona y consejera conveniente” pintadas tradicionalmente. “Hay que despojarse de las camisas de fuerza del relato histórico tradicional para comprender mucho mejor los Bicentenarios”, ha apuntado la historiadora venezolana. Rafael Rojas también ha clamado contra los “tópicos históricos sobre América” y ha subrayado el papel de las comunidades en el proceso de independencias. El cubano ha citado la Constitución de 1824 en México, “una mezcla de la Constitución de Cádiz y de la estadounidense” en contraste con la frustrada confederación hispanoamericana que propugnará Bolívar dos años más tarde. La iniciativa, que contemplaba aspectos como la presidencia vitalicia o un Senado hereditario provoca, según Rojas, “críticas generalizadas al despotismo del bolivarismo y genera un desencanto generalizado en las nuevas repúblicas”. Rojas también ha destacado las conexiones entre las utopías federalistas que se desarrollan en los estados mexicanos fronterizos con Estados Unidos y el socialismo utópico europeo. “En América, la República marcó el siglo XIX, la revolución el XX y el XXI debe ser el de la democracia, pero no como sistema milagroso. El desencanto abre la puerta al autoritarismo”, ha advertido.