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13/11/2009 / Barcelona

Dirk Kruijt, autor de “Guerrillas. Guerra y paz en Centroamérica”: “Democráticamente hablando, América Latina está en su mejor momento”

 Dirk Kruijt, autor del libro “Guerrillas. Guerra y paz en Centroamérica” (Editorial Icaria) y prestigioso experto en América Latina, aborda en la siguiente entrevista algunas de las cuestiones más problemáticas del continente. Profesor de Ciencias de Desarrollo en la Universidad de Utrecht (Holanda), y también docente en la Universidad Libre de Berlin (Alemania), vivió casi 20 años en Latinoamérica, y fue asesor del primer gobierno sandinista de Nicaragua. Con el punto de mira en la situación de Honduras -un conflicto “sumamente complicado”- nos ha hablado también, entre otros temas, de la violencia urbana y sus raíces , y de las guerrillas y el papel de los Estados Unidos en Centroamérica.

- Ante el panorama político actual en América Latina, ¿nos encontramos ante la mejor situación de su historia? Des del punto de vista de gobernabilidad democrática, sí. Desde el punto de vista de la pobreza hay un agujero. Durante los últimos 20-30 años, casi toda América Latina ha tenido gobiernos de tinte neoliberal que han seguido el camino marcado desde Washington. Con casi una estabilización de la pobreza y de la informalidad y, en parte, de la exclusión social. Sin embargo, nos encontramos con países como México con un 35% de informalidad. En Guatemala es el 70% y sólo el 18% de la población posee seguridad social o jubilación; por lo tanto, el resto de la población tiene que trabajar por cuenta propia o en la calle. En Perú por ejemplo, Lima Metropolitana tiene una población informal (fuera de la protección de la ley de seguridad social, jubilación, pensiones o beneficio sindical) del 65%. Pero en términos de democracia electoral, el continente está mucho mejor que en las décadas de los sesenta, setenta u ochenta. - ¿Y el pueblo se beneficia de esa estabilidad política? No. Cuando los militares dejan el poder y juntamente con la crisis económica de los años ochenta comienzan muchos movimientos sociales externos a los partidos políticos tradicionales. Las excepciones son Brasil, México en menor medida, y Chile, países que tienen una especial habilidad en su sistema político y de partidos. Pero en los demás estados latinoamericanos, los partidos tradicionales pierden poder y esta situación es revertida por un fenómeno nuevo que podría llamarse la “democracia de la calle”. Esta situación se da en países como Bolivia, Perú, Venezuela, Argentina, donde en 15 días cambian de presidente cinco veces, y no por golpes militares sino por movimientos sociales de protesta; una protesta quizás no muy bien dirigida, pero organizada contra el sistema, contra la pobreza, contra el sentimiento de no sentirse representado electoralmente. Otra consecuencia de la crisis económica, política y social es el “neopopulismo” imperante en algunas zonas del continente, donde el presidente tiene contacto directo con el pueblo, con la gente pobre, con gente informal o gente que se siente excluida socialmente.  - En Centroamérica, la violencia de las “maras”,  derivada directamente de la exclusión social, es uno de sus principales problemas...  No sólo en Centroamérica se da este fenómeno. Efectivamente, en Centroamérica se comenzaron a dar formas alarmantes casi desde que se terminaron las guerras, con la excepción de Nicaragua, donde la antigua policía sandinista tenía mucho contacto con los barrios. Pero, aunque es cierto que en el istmo centroamericano se da con mucha más fuerza, éste es un fenómeno que tiene lugar en grandes ciudades latinoamericanas como Buenos Aires, Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Caracas -una de las ciudades más peligrosas del continente-, Medellín, Ciudad de México. En definitiva, es la combinación de juventud alienada y mecanismos como el comercio de droga, que hasta mediados de los años 90 era básicamente un comercio de tránsito hacia Europa y especialmente hacia los Estados Unidos, y ahora existe un mercado interno de la clase media. Por ejemplo, una cuarta parte de todas las favelas de Río de Janeiro está manejada por jóvenes que se han hecho con el poder y dirigen sus pequeños ejércitos de muchachos asociados a la droga.- ¿Cómo se puede hacer frente desde los gobiernos a esta situación de exclusión social urbana? En primer lugar, es casi inexplicable que gobiernos como el de Chávez –de origen militar–, no haya hecho nada para hacer frente a esa violencia que explotó ya antes de que llegara al poder. La solución normal que casi todos los gobiernos utilizan en estos casos –a excepción de Cuba, que es una excepción en muchos casos– es poner más policía en la calle y solicitar la ayuda del ejército, que tal vez a corto plazo puede ayudar a disminuir la violencia juvenil. Pero esto también implica meter al ejército en cuestiones de seguridad interna, que fue justamente la política que implementaron durante décadas las dictaduras. Esto para mi es un peligro a medio-largo plazo. Aunque el ejército está formalmente en desacuerdo, pero cuando los presidentes lo han pedido, en Guatemala, en Honduras, recientemente en El Salvador, incluso en Brasil en el caso de Río de Janeiro, han acudido y en parte han solucionado algunos problemas asociados a la violencia. - ¿Y por qué a la larga la utilización del Ejército en la lucha contra la droga y la violencia puede suponer un problema tan grave? La mezcla de tareas de la policía y del ejército, que tal vez no es tan reticente a esta nueva misión, realmente es un riesgo a mediano plazo, a cinco o diez años. La inteligencia militar, que durante años fue el arma más poderosa de las dictaduras militares, está explícitamente desarmada en Brasil, en Chile, en Perú y en los países centroamericanos que estuvieron en guerra; y está  relativamente desarmada en Colombia y en Argentina. Y en Venezuela, lo desconozco. El hecho de sustituir o ayudar a la policía por parte de las fuerzas armadas es también solicitar a la inteligencia militar ayuda en tareas internas del estado, lo cual es bastante peligroso. - Teniendo en cuenta la situación actual de Honduras ¿existe la posibilidad de que se cree una guerrilla? La posibilidad, completamente excluida, no está. Pero no creo que en estos momentos sea muy probable. La situación política en Honduras es la de un país totalmente dividido, con fuerzas armadas que tenían una cierta legalización porque la Corte Suprema les abrió el camino. Honduras tiene, a diferencia de muchos otros países en Centroamérica, una sociedad civil relativamente fuerte, con sindicatos y movimientos populares que se hacen escuchar y que se están manifestando. Quién sabe, ojalá que no, porque aunque yo he escrito un libro de guerrillas con bastante simpatía hacia ellas, hay que ser también objetivos, ya que estos fenómenos han inducido la legitimización, entre comillas, de muchas dictaduras militares. - ¿Cuál es el papel histórico de los Estados Unidos en Honduras? Honduras es uno de los protectorados históricos de los Estados Unidos, como Panamá, como lo fueron Cuba o Nicaragua. De hecho, ha sido el mejor protegido y hasta hace poco la ayuda, tanto civil como militar, era muy cuantiosa. La CIA (servicios secretos de los Estados Unidos) siempre ha mantenido en Honduras sus privilegios. En mi época de diplomático en Centroamérica se podían apreciar visiblemente a coroneles armados del ejército norteamericano negociando con la “contra”. Actualmente es otra historia. El gobierno de los Estados Unidos no se siente cómodo con la situación actual. No están detrás del golpe. De eso estoy casi convencido.