Con su libro “Globotomía. Del ambientalismo mediático a la burocracia ambiental” (Editorial Puntocero), el uruguayo Aramis Latchinian se ha convertido en la “oveja negra” del ecologismo global. Este biólogo, antiguo máximo responsable de Medio Ambiente en Venezuela y ex-director nacional de la misma área en Uruguay, se ha convertido en la otra cara de la moneda de aquella “verdad incómoda” que pregonaba el ex-vicepresidente norteamericano Al Gore. Entrevistado por Rodrigo Blanco, Lachtinian desgrana a continuación sus argumentos contra el medioambientalismo global, al que tacha de “fascista” e “intolerante” y le acusa de “hacer el juego a las multinacionales”. “Claro que existen los problemas medioambientales, pero no son globales, son locales y han caído en una especie de amnesia. Hemos sufrido una lobotomía a nivel planetario en temas ambientales”, afirma Aramis Latchinian, quien, este jueves 28 de enero, a las 19:30 horas,estará en Casa Amèrica Catalunya desarrollando sus controvertidas tesis (Imagen adjunta de Aramis Latchinian, obra y cortesía de Javier Clavelo)
El biólogo uruguayo Aramis Latchinian, “azote” del medioambientalismo global, este jueves 28 de enero en Casa Amèrica Catalunya
¿Cómo llega Aramis Latchinian, biólogo y ambientalista, a convertirse en acérrimo crítico de los discursos ambientalistas globales? He desempeñado cargos muy altos de gobierno en medio ambiente. El equivalente a lo que sería en Venezuela el Ministro de Medio Ambiente. En Uruguay no hay ministro sino Director Nacional de Medio Ambiente. Aunque a veces no se entienda o no lo sepa explicar, aún en el marco de las consultorías y al ocupar esos cargos, siempre he sido muy crítico de mi trabajo. Me han preguntado si no me parece hipócrita o falso que yo esté haciendo ese trabajo y simultáneamente diciendo que hay estos problemas. Y creo que no, creo que uno debe cuestionarse su trabajo y ser crítico también. Hay algo que no anda bien, el discurso no tiene el sustento técnico que debería tener, hay demasiados intereses que no son de preservación del ambiente en los temas ambientales. Recuerdo un disparador para llegar a esto. Fue un programa de radio, muy escuchado en Uruguay, cuando salió la película de Al Gore, ‘Una verdad incómoda’. Organizaron un debate políticamente muy correcto: invitaron a un cineasta, a un periodista, me invitaron a mí, seguros de que en el fondo había unanimidad porque se trataba de una “buena causa”. Fue una especie de vómito: cuando me preguntaron qué opinaba dije cualquier disparate de la película y de Al Gore en particular. Todos los demás ya no hablaban de cine o periodismo: me daban palos y palos. Había una situación de enfrentamiento muy clara. A mí me pasaron dos cosas. Primero, me di cuenta de que lo que yo tenía para plantear sí era una verdad mucho más incómoda que la de Al Gore, que es una verdad más cómoda y políticamente correcta. En segundo lugar, que en el contexto actual mucha gente se iba a sentir a la defensiva porque yo los iba a estar acusando de ingenuos, como si les dijera: “Te venían engañando hace tiempo y bailabas la música que te ponían”. ¿Qué actores intervienen en este ‘engaño’ que usted denuncia?Se construye una percepción en grandes masas de gente que no sólo es equivocada sino interesada. En esa construcción participan diferentes actores globales con muchísimos millones a su disposición . Organismos desde el movimiento ambientalista global o multinacionales del ambiente como Greenpeace. En esa fabricación de la percepción del riesgo, de la construcción de certezas ambientales disparatadas, hay un papel muy claro de estas ONG multinacionales y de los gobiernos locales haciéndoles el juego. Un candidato que para una campaña electoral no mencione los asuntos ambientales globales es un tonto. Lo mismo si un tipo quiere quedar como un buen estadista tiene que preocuparse por las futuras generaciones y los problemas planetarios. Las Naciones Unidas han generado una burocracia a nivel mundial en torno a los temas ambientales que no tiene nada que ver con los problemas ambientales. Es una gran burocracia que se retroalimenta, que consume millones y millones de dólares, que hace diagnósticos en el aire uno tras otro. Y digo en el aire, porque hay muchísima información objetiva que disiente con esos diagnósticos, pero estos diagnósticos son útiles para la retroalimentación de esa gran burocracia. ¿Qué sucede con la ‘disidencia’?Cuando surge una voz disidente, la primera reacción es aislarla, execrarla, cortarle el financiamiento. Hay montones de casos así con científicos de primer nivel en el mundo. Un ejemplo: el calentamiento global. Todo el mundo conoce una versión del calentamiento global. Hay otra, con fuertes fundamentos científicos, diciendo “el calentamiento global tiene un origen natural, lo muestran los ciclos de calentamiento y enfriamiento”. Como el fenómeno es natural, dice esta gente, la estrategia para enfrentarlo debe ser distinta. No reducir nuestras emisiones, necesariamente, porque eso no va a cambiar demasiado las cosas. Es prepararnos para la vulnerabilidad del cambio climático. Es importantísimo ese cambio de enfoque. Porque si yo hablo de calentamiento global como un problema global en abstracto, eximo localmente a cada gobierno de la responsabilidad de tomar medidas. Pero si yo hablo de la vulnerabilidad a la que está sometida cada sociedad, estoy hablando de lo local. Si en Caracas hay un deslave en un cerro, muere un montón de gente y se cae un montón de ranchos, y yo digo que eso es culpa del calentamiento global y la lluvia, ¿qué puedo hacer como gobierno? Ahora, si yo digo que hay construcciones precarias, que no hay ordenamiento territorial, que hay mala planificación urbanística, ahí ya no es culpa del calentamiento global. La vulnerabilidad de cada pueblo en cuestiones ambientales es responsabilidad de los gobiernos locales. ¿Cómo surge el "ambientalismo mediático" o "burocracia ambiental"?El movimiento ambientalista moderno del primer mundo se desarrolla en dos pilares ideológicos muy fuertes. El primero es el diagnóstico de una crisis ambiental inminente. Eso no es un problema semántico o de formulación el que hablen de una crisis ambiental. Una cosa son los deterioros ambientales graduales, paulatinos, y otra cosa es una crisis. La crisis es un momento de quiebre, es una mutación, implica un cambio sustancial. Una situación de crisis no admite, por la urgencia o la gravedad, los mecanismos de consulta, de decisión y de gestión tradicional de los tiempos comunes. Habilita un grado de autoritarismo, de intolerancia, que no tiene por qué soportar la disidencia. En los años sesenta, cuando este movimiento ambientalista global define que estamos ante una crisis ambiental a escala planetaria lo que está diciendo es “no hay tiempo para discutir esto. Y no hay tiempo para gradualismos”. ¿Cómo es el perfil ideológico de este movimiento?Asociamos el movimiento ambientalista a la izquierda. Yo lo asocio, francamente, por su práctica, más al fascismo que a la izquierda. Hablo del movimiento ambientalista global, que no tiene nada que ver con las ONG que trabajan en cada país. Quiero ser claro en esto porque a veces lo que planteo enoja a muchas ONG y creo que están equivocadas, digo lo contrario: Estas ONG locales son la herramienta, pero terminan en muchos casos casi como franquicias de las ONG globales que las financian en cada país. Muchas de las ONG locales no pueden hacer su propia agenda pues dependen de una financiación que viene del primer mundo. El primer pilar ideológico de este movimiento es esa intolerancia que ha evolucionado hacia una especie de mesianismo ambiental. Tú puedes haber estudiado 25 años los problemas ambientales con una profundidad bárbara, pero si no militas en el ambientalismo tienes menos autoridad para hablar del tema. Y el tipo que se pone a militar en los temas ambientales, de golpe adquiere una especie de aura natural que le permite opinar con toda contundencia. Eso es confundir la ecología con el ecologismo, que es más o menos confundir la sociología con el socialismo. Una cosa es un militante y otra cosa es un tipo que estudia. Resumiendo, el primer pilar ideológico de ese movimiento ambientalista emergente en el siglo pasado es la intolerancia en base al diagnóstico intencionado de una crisis inminente, cuando la realidad no muestra una crisis. De hecho, ese diagnóstico de crisis se renueva periódicamente desde los años setenta. ¿Cuántas veces no se ha hablado del fin del mundo? ¿Hay otras características remarcables en este movimiento ambientalista? Su segundo pilar ideológico proviene de la pregunta: ¿Cuál es la solución que plantean a esa falsa crisis? El retorno a la naturaleza, volver a lo natural. Es lo que yo llamo una utopía regresiva. Porque es algo que no van a alcanzar y, en todo caso, es volver a algo peor. Esa naturaleza a la que se quiere volver no existió nunca. Lo que había en todo caso era una esperanza de vida menor, la mitad del promedio de ahora. Había una mortalidad infantil mucho más grande, más hambre. Las ONG europeas-globales de las que hablo, cuando formulan esto olvidan que la realidad de la misma Europa, en todo lo que puedan ir para atrás en su memoria, es espantosa desde el punto de vista ambiental y humano. Desde la revolución industrial, con las nubes venenosas matando miles de personas, hasta los ríos y sus cloacas: el Támesis que cruzaba Londres era una cloaca a cielo abierto. Y las ratas y la fiebre amarilla, y si aun vamos antes de eso, a la época feudal o al Renacimiento, encontraremos idénticas experiencias desastrosas.¿Qué reacciones espera encontrar con “Globotomía”, libro que funciona como una especie de aguafiestas de lo que en general se entiende como una buena causa, la ecología? La reacción que espero, que creo podría ocurrir y que no me hace ninguna gracia, es que no se discuta el contenido, sino que el lector suponga que soy poco menos que un mercenario de una trasnacional que quiere hacer un diagnóstico ambiental excelente, que afirma que no pasa nada. Pero esta verdad sí es incómoda y no como la de Al Gore. Desde hace muchos años trabajo en esto y es un asunto de honestidad básica dar mi opinión. Lo más probable es que para muchos la respuesta sea que defiendo a los contaminadores, que niego la existencia de los problemas ambientales, lo cual es totalmente falso. Claro que hay problemas ambientales y son muy graves. Pero no son globales, son locales. La globalización de los problemas ambientales se ha vuelto un discurso para exonerar a los verdaderos responsables de solucionar los problemas. Planteo que este discurso global le hace el juego a las multinacionales. Y que los problemas locales que padecemos caen en una especie de amnesia. Por eso el título del libro, porque hemos sufrido una lobotomía a nivel planetario en los temas ambientales.Se tienen millones de dólares destinados a problemas que ni siquiera se sabe si existen, cuando hay problemas urgentes que resolver en los temas ambientales, como los corales o la basura, por poner los ejemplos extremos, porque con la basura la gente se enferma y se muere, con los corales está en riesgo la biodiversidad. ¿Cuánto dinero le dedica el presupuesto nacional venezolano a solucionar el problema de la basura de forma sustancial y cuánto le dedica al problema del calentamiento global? Te sorprenderías. Ahora yo iba a hablar con una persona del Ministerio del Ambiente sobre este tema y no pude encontrarlo, ni a él ni a su jefe, porque estaban en Estocolmo, me parece, en un foro internacional sobre el calentamiento global.