Artículo publicado en la edición de hoy de El Periódico de Catalunya: "Fue un atardecer del primer día del mes de julio de 2006 cuando me abrió las puertas de su casa en lo alto de cerro en la ciudad de México. Me comentó al cabo de un rato de conversación que disculpara el olvido pero que tenía un invitado a cenar...
El caballero de las letras, por Antoni Traveria
Con esa voz profunda, con esa educación de excelencia, añadió a su “perdone usted” un “puede usted quedarse con nosotros si usted quiere y en caso que no tenga ningún otro compromiso”.
Por supuesto acepté, y más aún cuando, un rato más tarde, comprobé atónito de quién se trataba. Era su gran amigo Gabo, Gabriel García Márquez. Sólo me quedaba callar, después de reponerme, estar muy atento a cada palabra y tener los oídos bien abiertos para poder recordar siempre ese instante, como así ha sido desde aquella noche. Hubo un diálogo muy político entre ambos, a los dos les gustó siempre opinar sobre el ejercicio de la política.
Al día siguiente, domingo, se iban a celebrar elecciones presidenciales en el país y la incertidumbre sobre el resultado era motivo de apasionado debate en todo el país. También en la casa de Carlos Fuentes. Se quejaba Carlos de la mediocridad de las candidaturas, de su perfil bajo, de la falta de propuestas que generaran esperanza. Hablaba del fracaso del gobierno de Vicente Fox, el primero de distinto signo, después de 70 años de omnipresencia del PRI. Recuerdo cómo pronosticó con aproximada exactitud lo que iba a suceder en la noche de proclamación del vencedor. Me habló de empate técnico, de que en ese supuesto, López Obrador, el candidato de la izquierda del PRD, denunciaría fraude electoral y lanzaría a las gentes a manifestarse por el Zócalo. Así fue. Felipe Calderón, la derecha del PAN necesitaría de un recuento sufragio a sufragio para salir elegido en una de las elecciones más reñidas y ajustadas de la historia de México, no exenta de una gran polémica abierta por una nunca demostrada trampa electoral.
Carlos Fuentes aceptó asumir el padrinazgo de la Casa Amèrica Catalunya. Mostró su asombro por la historia casi centenaria de la Fundación, realizó una batería de preguntas y el siete de septiembre de aquel 2006, en el auditorio del Palau de la Generalitat pronunciaría una conferencia en la que no se oyó ni una sola tos, entregados los privilegiados asistentes que llenaban la sala.
Con ese hablar pausado, reflexivo, con un dominio extraordinario de la lengua de su estimado Cervantes, Carlos Fuentes solía recordarnos que “no hay presente vivo con un pasado muerto. Pero tampoco existe futuro que no contenga tanto la experiencia del pasado como la esperanza del presente”.
Un caballero de las letras que cautivaba con sus continuas referencias al pasado para enfrentar el presente y el futuro. “El primer lector del Quijote o el del Blanquerna están en el futuro –decía en Casa Amèrica Catalunya-. El autor muere. El lector nace. Entre uno y otro, el lazo de unión es la cultura como proyecto de la continuidad humana a través del ejercicio de la imaginación crítica”.
Esas eran sus referencias, sus ansiedades. Una herencia narrativa universal que sobrevivirá al paso de muchas generaciones.