Esta web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerte un mejor servicio. Al navegar, consideramos que aceptas su uso. Más información

Aceptar
04/11/2010 / Barcelona

‘El Fisgón’: “Hay que crear escuela en México y el mundo en torno al intelectual público como impulso civilizador” ( y 2)

Inspirados por la figura de Carlos Monsiváis, buena parte del discurso central de la segunda jornada del homenaje a su persona organizado por Casa Amèrica Catalunya quedó fijado en la necesidad de México, y el mundo por extensión, de crear escuela para que broten los intelectuales públicos capaces de liderar y ser puntos de referencia, tal y como logró ser el periodista y escritor desaparecido para su país de origen desde la más estricta honestidad e independencia. A ese postulado dedicaron su razonamiento tanto Rafael ‘El Fisgón’ Barajas como Jenaro Villamil, dos entre sus más estrechos amigos y colaboradores.

‘El Fisgón’ extrajo argumentario desde las raíces históricas de tal perfil: “Hablamos de una figura con grandes ramificaciones en la Europa y los Estados Unidos de los siglos XVIII y XIX. Pensemos en John Milton, Voltaire, Victor Hugo, Zola, Einstein, en paradigmas de la acción para los que la inacción social resulta cobardía. Gentes como el Unamuno español rebelde ante Millán Astray, al que se enfrenta por la libertad y la cultura cuando otro callaría temiendo por su vida. Personajes como Noam Chomsky o Gore Vidal en los Estados Unidos de hoy. Gentes capaces para avanzar en la ética y el conocimiento humano”.  Avasallador de nuevo Barajas, pletórico: “Ante la barbarie, el atraso y el cinismo; el horror, el machismo, el clasismo, el racismo, la corrupción y este tipo de lacras; México estaba urgido de rectitud y esa virtud la encarnaba Carlos Monsiváis. Sus armas eran antitéticas: Ética, persistencia en la búsqueda de la verdad y hasta el don de la ubicuidad. El último día de su vida aún participó en tres eventos de esas causas perdidas que logró avanzar porque muchos de cuantos le seguían, le escucharon, reflexionaron sobre sus opiniones y lograron cambiar de parecer. Ese es el papel del intelectual público, su impulso civilizador. Asqueados de la vileza humana, lo que importa y nos basta es la fe de uno. Pasarán muchos, muchos años hasta que volvamos a contar con otro Monsiváis, pero creó escuela. Como decía aquel graffiti del mayo del 68, ‘la lucha sigue’ porque el suyo es un largo aliento de inspiración solidaria para las nuevas generaciones”. Llegado el turno de preguntas en esta magnífica atmósfera, Juan Villoro  indagó por el futuro de El Estanquillo, el museo póstumo de Carlos. Respuesta de Barajas, albacea voluntario de un Monsiváis fallecido sin realizar testamento ante notario en gesto muy propio suyo: “Lo exhibido allá es apenas una pequeña parte. Cómo no, también era gran coleccionista… de todo. Contamos 19.000 piezas en una colección de colecciones. Adquiría, según él, ‘lo que me alcanza y creo que vale la pena’. Desde fotos hechas por el cineasta Eisenstein a litografías del XIX o retratos de escritores. Increíble. Tenemos ya cuatro exposiciones en circulación y estamos aún catalogando…”. Por pura curiosidad, ¿y de España o Catalunya, qué pensaba?. Responde ‘El Fisgón’: “Era implacablemente crítico con Aznar. Se burlaba de la foto de las Azores. Les llamaba ‘Los Tres Chiflados’ y temía su política antiautonómica. Monsiváis estaba en contra del nacionalismo violento de ETA y era muy favorable a las posiciones catalanes. Tuvo una relación próxima con Manuel Vázquez Montalbán, escribió algunos textos sobre cultura catalana y mostraba un profundo conocimiento de su literatura, pero con la española llegaba a la obsesión, incluso llegó a dar clases en Oxford. Se codeó con la comunidad española en el exilio, en especial la de sustrato anarquista. Lo suyo eran las cajas chinas, ya lo he dicho, siempre poner a prueba al interlocutor para saber si sabía tanto como él”. Llegó a jugar así con Francis Ford Coppola localizando exteriores en México para un Calígula que el cineasta nunca llegó a rodar: “Supongo que le aburrió del tema, ja, ja… Hablando en serio, al final de su vida, le interesaba el proceso de la Europa ciudadana en construcción y nuestra deriva con el narcotráfico, el neoliberalismo y el camino final desde el capitalismo hacia un fascismo disfrazado”. Desde el público, una voz joven, con la frescura de la edad, pregunta sin ambages: ¿Y qué haces cuando el punto de referencia se va?. Rafael Barajas medita la respuesta ante el futuro personificado en esta chica: “Sería muy mal homenaje a Carlos decirte que se fue y ya se acabó todo. Al contrario, sembró una semilla que crece. Por ejemplo, esa columna ‘Por mi madre, bohemios’, que durante años escribió con Jenaro Villamil, tiene hoy émulos en un buen número de revistas mexicanas. Carlos Monsiváis ha dejado una corriente de lucidez”.