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04/11/2010 / Barcelona

‘El Fisgón’: “Monsiváis era el Santo Patrón de las causas perdidas mexicanas y ejemplo de intelectual público” (1)

Segunda jornada de homenaje a Carlos Monsiváis en Casa Amèrica Catalunya con protagonismo para dos de sus más íntimos colaboradores, el caricaturista Rafael ‘El Fisgón’ Barajas y el periodista y escritor Jenaro Villamil. Ellos se centraron en el perfil del Monsiváis dedicado a liderar y dotar de contenido intelectual a todo tipo de causas justas. Como Juan Villoro, Jorge Herralde y Jordi Soler en la víspera, su lectura de tan magnífico y poliédrico personaje, fundamental para comprender los últimos 50 años de tan complejo México, cautivó a los seguidores de Carlos reunidos en nuestra sede, un público, además, de las más variadas edades, como los fascinaba en vida allá en el propio D. F.

Consciente de la importancia de Barajas y Villamil en el entorno de Monsiváis, Villoro no se perdió la plática (charla, en argot mexicano) de ambos sentado en primera fila. Ni tampoco la introducción de Marta Nin, gestora del evento, cuando comentó la génesis del homenaje: “Su muerte me agarró allá, preparando una exposición de Casa Amèrica Catalunya y Diego Celorio, agregado cultural del Consulado en Barcelona, me buscó los contactos. Cuando expresé nuestra idea de homenaje, todos se brindaron a colaborar con nosotros. Elena Poniatowska y Marta Lamas, otras amigas íntimas de Carlos, no pudieron desplazarse acá por motivos de agenda, pero tanto Rafael como Jenaro se entregaron sin conocerme. ‘El Fisgón’ me abrió su casa y con Jenaro pasamos incontables horas en Bellas Artes. Esa pasión por el intelectual y la persona es la que hemos trasmitido también aquí en este homenaje”. Sin duda, ha sido así. Si alguien no conocía a Monsiváis, ha quedado cautivado por él en boca de sus más cercanos, tal como resumió Marta, adjunta a la dirección general de nuestra Casa. Villamil lo expresa en las dos tomas de la entrevista que pueden leer en esta web y Barajas, en quien centraremos el texto, arrasó a idéntico nivel de brillantez de los restantes ponentes. Diríase que Carlos los inspiró o bien que sabía escoger el nivel de amistades y ponía el listón muy, muy arriba. Allá que arrancó el caricaturista ‘Fisgón’, a quien reducir a esa etiqueta es minimizar en absoluta caricatura de trazo grueso: “Monsiváis era ingenioso y sarcástico incluso para nombrar a sus gatos. A uno de origen chino le bautizó como Miau Zedong y a otra le llamó La Gata Christie…”. Barajas, muy metido en el intríngulis intelectual mexicano, soltó perlas preciosas: “Incluso el comedido Octavio Paz confesaba su pasión por Carlos. Decía que sus extraordinarios textos habían creado un nuevo lenguaje. Le parecía que había leído todos los libros, todos los cómics y vistas todas las películas. Le denominaba ‘un género literario por sí solo’. Y ese humor tan suyo, cuando decía ‘seguro que Vicente Fox no me considera un intelectual’ y se guardaba el resto de la frase…. Cuando caminábamos por la calle, la gente hacía cola para fotografiarse con él y pedirle autógrafos. Después, me decía, ‘y pensar que nadie me ha leído nunca’, porque México no lee, pero su chispa era popular, el pueblo le creía, le escuchaba, le conocía, le seguía y respetaba”. Cómo no, el ingenio de sus aforismos saltó pronto a la palestra: “Linda Egan, una crítica literaria de los Estados Unidos, prepara un volumen sobre sus frases. Le va a salir bien grueso, seguro. Me viene ahora una a la cabeza, ‘un presidente no tiene derecho a la infelicidad, porque para eso ya están los gobernados’… Monsiváis disponía de una memoria fotográfica. A los ocho años se sabía la Biblia de memoria, ¿se imaginan eso?. Además, era capaz de competir a versos de Neruda con el propio Neruda…¡y corregirle!. Eso pasó de verdad una vez que el poeta chileno vino a México. ¡A Neruda!. Y Pablo le dio la razón. ¡Híjole!...”.  Ante tales anécdotas, o ríes a carcajadas  o se te desencaja la mandíbula de pura estupefacción, no hay término medio. Ahí, la interjección admirativa bien mexicana soltada por ‘El Fisgón’ está más que justificada, sin duda. Detalles de tal calibre justifican, pues, que Barajas considere “su popularidad fuera abrumadora, pero no explica tanto, tanto cariño. Cuando sacábamos su féretro de Bellas Artes, una multitud se arremolinó ante los portadores para tocarlo. Auténtica devoción de la masa que no leía. Lo explico por ser nuestro Santo Patrón de las Causas Perdidas Mexicanas, la definición perfecta del intelectual público, aquel que asume un papel activo en defensa de la sociedad, el punto de referencia, la autoridad ética, independiente, alejada del poder…”. El caricaturista es también un intelectual reflexivo de primer nivel como quedará demostrado en sus observaciones siguientes, que podrán leer en la segunda parte de la crónica de este acto de homenaje a Carlos Monsiváis.