El debate sobre literatura e identidad latinoamericana de las Jornadas “Crónicas de Bicentenarios” de Casa Amèrica Catalunya ha llenado de público el auditorio de la entidad. Los mexicanos Gonzalo Celorio y Cristina Rivera Garza –quien llegó con la sesión iniciada, en un heroico sprint tras tres días de zozobra en aeropuertos de medio mundo por la ceniza del volcán islandés–, la colombiana Consuelo Triviño y el argentino José Pablo Feinmann han abordado el quid de la cuestión, desde múltiples ángulos, lo que ha contribuido a la riqueza del debate. Y si bien como ha apuntado Celorio “es muy difícil saber cuando arranca la literatura nacional si ésta comparte idioma con el de la metrópolis”, ha flotado en el ambiente la sensación de que el impacto de la generación del denominado ‘boom latinoamericano’ ha sido, para bien y para mal, el de mayor calado en estos 200 años de historia. (En la imagen, de izquierda a derecha, Triviño, Celorio, el moderador Juan Antonio Masoliver, Feinmann y Rivera Garza)
El impacto de la generación del ‘boom’ sobrevuela en el debate sobre literatura e identidad latinoamericana
El escritor e intelectual de referencia mexicano Gonzalo Celorio ha abierto la sesión como reemplazo de lujo del chileno Antonio Skármeta quien, al contrario de Cristina Rivera Garza, optó por permanecer en su país y no arriesgarse a los vaivenes del tráfico aéreo de estos días. Celorio ha expuesto de forma magistral la evolución de la literatura mexicana, subrayando que ésta se anticipó a la independencia formal del país norteamericano. En este sentido, ha citado los “incendiarios” artículos contra España de José Joaquín Fernández de Lizardi, algo posible gracias a la libertad de expresión consagrada en la Constitución de Cádiz de 1812. “El Zócalo de México D.F. se llama en realidad Plaza de la Constitución en honor a la de Cádiz”, ha desvelado Celorio. El ponente también se ha preguntado sobre la inexistencia de producción novelística en las provincias españolas durante la época colonial. “La novela es un género terriblemente peligroso. Es subversiva y radiografía a la sociedad”, ha señalado. Para Celorio, el modernismo fue el primer movimiento literario hispanoamericano cuya influencia fue decisiva en la generación del 98 española. “Fue el retorno de las tres carabelas”, ha sentenciado. Tras mencionar a referentes como Juan Rulfo o Miguel Ángel Asturias, Celorio se ha referido al “boom latinoamericano” de finales de los 60 como un “fenómeno editorial” y ha concluido su intervención felicitándose porque “la literatura latinoamericana ya no tenga obligación de ser comprometida, identitaria y nacional”. “Quizás ya no buscamos la identidad porque ya la encontramos”, ha dicho para acabar su intervención. Civilización y barbarieEl argentino José Pablo Feinmann ha tomado el relevo a través de una disertación provocativa, con parodias incluidas sobre el hecho nacional argentino. Así, ha recordado que la primera gran expresión de la literatura argentina fue “El matadero”, un cuento “sanguinario y cruel” de Esteban Echeverría. A continuación, el filósofo ha citado al “gran” libro argentino “Facundo. Civilización y barbarie”, de Domingo Faustino Sarmiento. “Civilización y barbarie es el concepto fundamental que atraviesa toda la historia de América Latina”, ha remarcado. Fienmann también ha tenido palabras para el ‘boom’: “Arruinó las posibilidades de los escritores que venían después a causa de la enorme sombra de García Márquez, Vargas Llosa, Borges...”, se ha lamentado. Dado que esa generación de escritores surgió a raiz del triunfo de la revolución cubana, Feinmann se ha preguntado para cuándo se va a producir otra revolución. Las nuevas tecnologíasLa mexicana Cristina Rivera Garza se ha sobrepuesto al cansancio y desorientación de su odisea aeroportuaria en su traslado a Barcelona para ofrecer un estimulante panorama de la literatura latinoamnericana del siglo XXI, que emerge a través del influjo decisivo de las nuevas tecnologías. “Soy una adicta al Twitter”, ha dicho sin complejos esta profesora de literatura de la Unioversidad californiana de San Diego pero residente en Tijuana, en la vertiente mexicana de la frontera. “El soporte afecta al texto”, ha certificado Rivera Garza en alusión a los 140 caracteres máximos que impone esa red social cibernética que tanto le ha ayudado a hacer más llevadero su reciente peregrinaje por salas de espera de diversos aeropuertos. “La incorporación de la tecnología en los procesos de producción de textos es un asunto importante aunque con muchos grises”, ha matizado. Eso sí, Rivera Garza no ha dudado en declararse “entusiasmada” con los “libros que incorporan perspectivas más híbridas y más difíciles de clasificar en géneros literarios establecidos”. Y ha celebrado la reciente descentralización de la producción cultural en México, ahora también presente en la frontera con Estados Unidos y en Oaxaca. “Es una apertura tensa pero importante. Es excelente que México se convierta en muchos “Méxicos”, ha manifestado. Marqueting y lo latinoamericanoFinalmente, Consuelo Triviño, ha tomado la palabra recordando sus ya 27 años de estancia en España, lo que le da una perspectiva diferente del asunto. Por ello, la escritora bogotana se ha preguntado qué significa ser escritor latinoamericano y ha denunciado la situación de franca desventaja de la literatura hispanoamericana frente a la española. “Las editoriales españolas privilegian a los autores españoles y muchos escritores latinoamericanos esconden su procedencia para no verse perjudicados por esta política comercial”. Sobre la generación del ‘boom’, Triviño ha señalado que este fenómeno favoreció la conexión del público español con América Latina. Otro asunto es cómo les ha ido a los escritores posteriores. “Han debido romper con los tópicos del escritor latinoamericano y con el realismo mágico como fórmula”, ha afirmado. Por ello, la colombiana ha recomendado la lectura de “El buen salvaje”, de su compatriota Eduardo Caballero Calderón, Premio Nadal en 1965, donde “se cuestiona con ironía el concepto de novela latinoamericana” antes incluso de la explosión de los García Márquez y compañía. Para finalizar, y en alusión a la idea central de la sesión, literatura e identidad latinoamericana, Triviño ha citado a otro ilustre paisano, Héctor AbadFaciolince, de quien ha tomado prestadas estas palabras: “Uno es lo que habla. La identidad también es una ficción, no una realidad. Es algo que uno se inventa y se pone, como un sombrero”.