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30/08/2010 / Barcelona

El nicaragüense Carlos Fernando Chamorro obtiene el prestigioso premio de periodismo Maria Moors Cabot

Carlos Fernando Chamorro, Premio Casa Amèrica Catalunya a la Libertad de Expresión en Iberoamérica en 2009, ha obtenido el prestigioso premio de periodismo Maria Moors Cabot que concede la Universidad de Columbia en Nueva York. Instituido en 1938, este galardón, el más antiguo del continente, reconoce el trabajo por la libertad de expresión de periodistas y editores en América Latina. Se da la circunstancia que en 1977 esta distinción recayó en Joaquín Chamorro, padre de Carlos Fernando, quien meses después fue asesinado por la dictadura de Somoza. Junto a Chamorro, también han sido premiados Joaquim Ibarz, corresponsal de “La Vanguardia” en América Latina y los norteamericanos Tyler Bridges y Norman Gall.   

“Un reconocimiento al periodismo independiente”. Comentario leído por Carlos F. Chamorro en el programa televisivo ‘Esta Noche’ el pasado 20 de julio. “Hoy recibimos una buena noticia que me alude personalmente como periodista, y que sin duda comparto con todo el periodismo nacional. La Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York, anunció que me ha otorgado el premio de periodismo Maria Moors Cabot, año 2010, junto a otros tres destacados periodistas internacionales. Este premio fue instituido en 1938 y es el más antiguo que se otorga en el continente americano, con el propósito de reconocer la labor de periodistas y editores en América Latina y el caribe que se destacan por una labor profesional extraordinaria en la promoción de la libertad de expresión, así como la labor de periodistas que desde medios internacionales cubren América Latina y con su trabajo fomentan una mejor comprensión de las relaciones entre las Américas. Este año le fue otorgado a cuatro periodistas. Al  norteamericano Tyler Bridges, ‘free lancer’ basado en Lima, Perú. Al español Joaquim Ibarz, corresponsal del diario barcelonés "La Vanguardia" desde 1982, basado en México. Al norteamericano Norman Gall, residente en Sao Paulo, Brasil, director desde 1987 de la revista bimensual Braudel Papers. Y también le fue otorgado a este servidor, en mi condición de director de Esta Semana, Esta Noche y Confidencial. También se otorgó una mención especial a Radio Signal FM de Haití y al periodista Anderson Cooper de CNN, del programa 360 grados, por su excelente cobertura del terremoto en Haití en enero de este año.  El premio lo selecciona un comité integrado por once destacados periodistas y académicos, y consiste en una medalla de honor y un honorario que se otorgará en una ceremonia el 28 de octubre en la Universidad de Columbia en Nueva York. Pero más allá de cualquier aspecto material, lo que cuenta es el inmenso reconocimiento profesional que representa este premio a la excelencia, que otorga la Universidad de Columbia, y el prestigio de los periodistas latinoamericanos y norteamericanos que lo han recibido en los últimos 70 años.  Para mí representa un gran honor recibir el premio Maria Moors Cabot, un reconocimiento que también está dirigido a todo el periodismo independiente de nuestro país, porque se otorga en un momento en que en Nicaragua el periodismo independiente y crítico se encuentra amenazado y hostigado por el Gobierno, mientras se intenta imponer un proyecto político autoritario.  Como ningún otro reconocimiento, este Premio tiene para mí una significación íntima muy especial. No solamente por el peso y el prestigio que tiene la Universidad de Columbia y su Escuela de Periodismo en Estados Unidos y América Latina, sino además porque este premio ha sido conferido antes a grandes periodistas de América Latina y Estados Unidos.  Y entre todos estos gigantes del periodismo del continente, se le otorgó en 1977 a mi padre, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el ejemplo más admirado de todos para mí, quien ha sido la principal fuente de inspiración y de fortaleza moral a lo largo de mi vida. Así que me siento bastante abrumado, al recibir el mismo premio que Columbia le otorgó a mi padre en vida, sólo unos meses antes que lo asesinaran, y estoy obligado a aceptarlo con mucha humildad, reconociendo que esto me impone un compromiso aún mayor de honrar doblemente su memoria, y seguir adelante en esta especie de carrera de relevos, para que otros periodistas más jóvenes asuman el mismo compromiso en el futuro.  Es una feliz coincidencia, además, que el anuncio se haga cuando todavía se escucha en Nicaragua el eco de los discursos del 19 de julio, cuando el país entero fue sometido al monólogo oficial de una cadena de radio y televisión, donde los gobernantes hablan para sí mismos, sin que se escuchen otras voces autónomas e independientes. Pero, precisamente, el anuncio de este premio se convierte en un poderoso llamado de atención sobre el vigor que tiene el periodismo independiente en Nicaragua, puesto que a pesar de todas las campañas de intimidación y desacreditación, se mantiene intacta su credibilidad y ahora tiene más resonancia en todo el continente americano.  Aún estoy asimilando en toda su dimensión lo que significa recibir el premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia y estoy en deuda con muchísimas personas que han incidido en mi formación a lo largo de más de 30 años de carrera profesional. Le agradezco profundamente, en primer lugar a mi mujer Desirée y a mis hijos, que son un soporte fundamental, intelectual y moral, y que comparten las tensiones que genera el ejercicio de esta profesión en circunstancias adversas. He compartido esta noticia con mi familia, con mi madre, Violeta, quien se ha emocionado mucho, pues le recuerda el reconocimiento que le otorgaron a mi padre en 1977.  Y quiero compartir este reconocimiento con todos los colegas que me acompañan en el esfuerzo diario de construir medios de comunicación creíbles al servicio de la ciudadanía y la democracia, como es el caso de Esta Semana, Esta Noche, el semanario Confidencial, Confidencial Digital, Onda Local, y el Centro de Investigación de la Comunicación CINCO. Todos ellos son copartícipes de este premio.  Lo celebro también invocando a  todos los colegas con quienes compartí catorce años de trabajo al frente del diario Barricada, en un proyecto periodístico que desembocó en el desafío por despartidizarlo y convertirlo en un periódico al servicio de toda la nación. Ese experimento profesional abortado en 1994 por el autoritarismo del FSLN, se convirtió en un parteaguas en la modernización del periodismo nacional, y también está presente en este reconocimiento.  Un reconocimiento, insisto, que está dirigido a todo el periodismo independiente, que comparte los mismos valores democráticos, en la defensa de la libertad de expresión y en la  imprescindible labor de fiscalización del poder que debe ejercer el periodismo.  Y por último, y no menos importante, gracias a nuestros televidentes y lectores, y a quienes nos siguen por Internet, a la audiencia que nos brinda su confianza y credibilidad. Este premio también pertenece a los ciudadanos de todos los colores políticos y condiciones sociales, que han respaldado nuestra labor profesional, a las fuentes anónimas que compensan el bloqueo de la información oficial, porque en última instancia los ciudadanos son los depositarios del derecho a la libertad de expresión.  En esa relación de confianza entre  periodistas y ciudadanos reside la fortaleza de los medios de comunicación democráticos en una sociedad. Así que los invito a celebrar este reconocimiento a un periodista, con un compromiso más decidido para defender la libertad de expresión.