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08/11/2007 / Barcelona

El Síndrome de Ulises aparece cuando el individuo se ve desbordado por las condiciones de migración extrema

El Síndrome de Ulises es un conjunto de síntomas específicos que pueden padecer las personas que se encuentran en un contexto de migración extrema; inclusive, el síndrome sólo se da entre aquellas personas que, por algún motivo agravante, no llegan a gestionar emocionalmente el duelo migratorio –la separación familiar, un entorno de acogida hostil– y entran en crisis. El psiquiatra Joseba Achotegui ha explicado en Casa Amèrica Catalunya, en una conferencia organizada junto a la Oficina del Plan de Ayuda al Retorno (OPAR), las características y peculiaridades de este trastorno emocional transitorio que se encuentra más cercano al área de salud mental que al de las enfermedades mentales, lo que implica un mayor trabajo de detección y prevención más que de tratamiento y medicalización del paciente. Los síntomas depresivos, de ansiedad y confusión de este peculiar síndrome desaparecen en cuanto las condiciones extremas que los provocan también desaparecen. “El aspecto humano es sistemáticamente olvidado cuando se habla de la migración: no emigran contenedores ni gráficos de colores, sino las personas”, ha declarado Achotegui tras ser presentado por el Secretario de Inmigración de la Generalitat de Catalunya, Oriol Amorós.

El Síndrome de Ulises es un conjunto de síntomas específicos que pueden padecer las personas que se encuentran en un contexto de migración extrema; inclusive, el síndrome sólo se da entre aquellas personas que, por algún motivo agravante, no llegan a gestionar emocionalmente el duelo migratorio –la separación familiar, un entorno de acogida hostil– y entran en crisis. El psiquiatra Joseba Achotegui ha explicado en Casa Amèrica Catalunya, en una conferencia organizada junto a la Oficina del Plan de Ayuda al Retorno (OPAR), las características y peculiaridades de este trastorno emocional transitorio que se encuentra más cercano al área de salud mental que al de las enfermedades mentales, lo que implica un mayor trabajo de detección y prevención más que de tratamiento y medicalización del paciente. Los síntomas depresivos, de ansiedad y confusión de este peculiar síndrome desaparecen en cuanto las condiciones extremas que los provocan también desaparecen. “El aspecto humano es sistemáticamente olvidado cuando se habla de la migración: no emigran contenedores ni gráficos de colores, sino las personas”, ha declarado Achotegui tras ser presentado por el Secretario de Inmigración de la Generalitat de Catalunya, Oriol Amorós.
 
El Síndrome de Ulises es una de las principales líneas de investigación del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR) del Hospital Sant Pere Claver de Barcelona, el departamento que dirige el psiquiatra Joseba Achotegui. “La migración no es en sí misma una causa de trastorno mental”, ha aclarado Achotegui, deteniéndose a analizar los factores de estrés que implica cualquier situación de migración, como por ejemplo la ruptura familiar, los problemas lingüísticos, de comunicación y el choque cultural en el entorno de acogida, o la falta de contacto con el grupo de pertenencia. Aunque sea una persona joven y fuerte la que normalmente emigre, precisamente para poder soportar mejor estos factores de duelo migratorio, existen condiciones que pueden agravar la situación hasta el punto de que el individuo no pueda aguantar la presión y presente los trastornos emocionales propios del síndrome, tales como el sentimiento persistente de tristeza, los pensamientos recurrentes, fatiga, insomnio o intensos dolores de cabeza.
 
Achotegui ha apuntado que “a diferencia de los trastornos adaptativos, que implican una reacción extrema ante un factor vital normal, el Síndrome de Ulises es una respuesta natural ante un gran número de factores de estrés inhumanos”. Las condiciones que forman una situación de migración extrema son vistas por el especialista como factores de estrés que afectan a lo más profundo de la psique individual y que ponen en peligro el equilibrio mental de cualquier persona sana. Los colectivos más vulnerables, en situación de migración extrema, son los inmigrantes sin papeles, los que se encuentran en situación semilegal o con muchas dificultades para mantenerse dentro de la legalidad, y los que se encuentran en situación de exclusión social pronunciada. Los llamados “estresores Ulises” son la soledad forzada, el sentimiento de fracaso, la lucha por la supervivencia y el miedo o terror constantes a ser detenidos o a no poder volver junto a sus familias. La falta de control sobre la situación que viven y la ausencia de redes de apoyo social contribuyen a desestructurar emocionalmente al individuo “que vive en una pesadilla, aunque por desgracia es su realidad”. El estudio de las características del duelo migratorio y de los factores que desencadenan el Síndrome pueden ayudar a los profesionales sanitarios y a la sociedad de acogida a entender ciertas reacciones y actitudes de la población inmigrante, y especialmente de los colectivos que han vivido el proceso migratorio con más dificultades.
 
Intervención sanitaria inadecuada
Otra de las dificultades añadidas al problema específico del Síndrome de Ulises es el desconocimiento de este particular trastorno emocional por parte de los profesionales sanitarios, lo que en ocasiones convierte a la misma atención médica en otro factor de estrés agravante. Su sintomatología puede confundirse con algunas patologías psiquiátricas como la depresión o la psicosis, aunque en realidad su especificidad lo hace diferente de estas patologías que suelen requerir de un tratamiento farmacológico agresivo. La inadecuada intervención sanitaria supone entonces, además, un gasto público innecesario. Achotegui ha indicado que en el peor de los casos la incomprensión del trastorno y el menosprecio de su peculiar sintomatología se traduce en la indiferencia médica.
 
Achotegui ha insistido en la idea de que el Síndrome –que toma su nombre por la similitud de la experiencia del emigrante con el periplo y sentimientos de Ulises descritos en la famosa epopeya griega–  no es una enfermedad mental. El especialista propone mejorar los planes de prevención y de formación a nivel de enfermería y de atención social primaria para aprender a detectar los casos a tiempo y ayudar a estas personas a superar este trastorno emocional que afecta a un grupo social especialmente discriminado. La prueba de que es una situación de estrés extremo causada por elementos circunstanciales es que, tras la regularización extraordinaria de inmigrantes en el 2005 en España, los casos diagnosticados como Síndrome de Ulises cayeron en picado. Y sin embargo, Achotegui prevé que el número de personas en situación de migración extrema aumentará en los próximos años a nivel mundial, dada la situación global de flujos migratorios, no sólo hacia países europeos o los Estados Unidos sino sobre todo por los desplazamientos internos forzados que se dan en África, Asia o Latinoamérica.