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11/02/2010 / Barcelona

Élmer Mendoza, escritor: “Los ‘narcocorridos’ han sustituido a los mariachis como representación musical mexicana”

El ciclo 'Narcocultura' de Casa Amèrica Catalunya arranca este jueves 11 de febrero con una conferencia de Élmer Mendoza. Reproducimos a continuación la entrevista efectuada a este escritor mexicano, referente de la literatura en castellano sobre el mundo de los narcotraficantes, por el periodista David Vilar y publicada en los portales digitales Tribuna Latina http://www.tribunalatina.com/es/viewer.php?IDN=23506 y Cultura i Oci http://www.culturaioci.com. (En la imagen, Élmer Mendoza al lado de una ‘narcolàmpara’ –el pie de la misma simula ser un fusil de asalto– que se expone en el corazón del Ensanche de Barcelona, delante de la sede de la Diputación)

¿En qué consiste la narcocultura?Se explica mejor con ejemplos que con mucho seso. En Sudamérica el narcotráfico es una de las maneras más efectivas de vivir con dinero. No podemos hablar de que se vive bien, porque es una vida muy tensa, pero cuando menos hay dinero o hay la opción de adquirirlo cuando venga en gana. Y eso ha generado una serie de conceptos y desde luego una serie de manifestaciones que es lo que llamamos narcocultura. Por ejemplo, el estilo de vida. Los mexicanos solemos decir que la vida no vale nada, pero los narcos tienen una frase sensacional que dice que 'más vale vivir cinco años como rey que cincuenta como 'güey', donde 'güey' es el símbolo del trabajo inexplicable. Tambien la temeridad, el hecho de no temer a la muerte, ha generado una serie de sicariatos en países como Colombia y en México ahora. Muchas veces no tienen mayor explicación. Estos sicariatos son protagonistas de un buen número de peliculas…En relación a manifestaciones menos violentas y más dulces, está el cine, que es un cine muy particular, un 'cine express', que tiene un mercado específico que es muy curioso, porque es como un mercado nacionalista. Los clientes son los migrantes, que siempre quieren saber qué pasa en su tierra y siempre están ávidos de ídolos. Máxime ahora que no tenemos grandes personajes en el boxeo o en el deporte, nuestra selección no da una, entonces quedan estos otros seres, estos otros frentes que también hay la posibilidad de admirarlos. Y por eso este cine es tan efectivo. ¿Y en qué manifestaciones más encontramos representada la narcocultura?Está la música, donde los narcocorridos han sustituido a la música de los mariachis como representación nacional. Por Los Tigres del Norte se habla de la ‘tigrisación’ de la música popular mexicana. También hay una corriente muy fuerte en la plástica, en la danza y también en la literatura. Y este ya es un trabajo con las emociones. Sobre todo en las plásticas, donde destacan las mujeres, básicamente Tere Margolles y Rosy Roura, que tienen un trabajo que desaprueba la mortandad, los homicidios… Es un trabajo muy descarnado, muy agresivo, más que en la literatura, porque en la literatura no dejamos de contar lo que pasa. Desde mi plano personal, intento que mis textos se liberen de la carga moral, que sean los lectores los que saquen sus propias conclusiones. Pero las artistas plásticas, no. Incluso en la danza hay más intención de afectar la realidad, de intervenir en lo que serían los instrumentos politicos que pudiesen en un momento dado resolver este asunto. En debates o foros habrá salido a  la palestra lo incongruente que pueda parecer, en un momento dado, asociar droga y cultura…Sí, pero es un tópico. De alguna manera, los delincuentes siempre han estado ahí. Siempre han aportado para construcción de monumentos que se conservan, los piratas… Fijémonos lo que aportaron los piratas ingleses a la Corona… Siempre han estado ahí. Y siempre se dan esas mezclas que quizás lo que tiene ahora el narco es que es una mezcla afortunada. El narco ha estado rodeado de una atmósfera de hipocresía. Podemos preguntar a los adictos de acá si saben de dónde sale lo que consumen. Puede que tengan idea, puede que no, pero nosotros lo que trabajamos es esa parte. Yo he estado insistiendo ahora en que hay que poner cuidado en los adictos, porque si en realidad es una enfermedad entonces el problema es mucho más grave cuando se habla de parar el tráfico o esa crítica descarnada. Pero cuando me pongo en eso me suelen decir que soy un romántico. Son delincuentes, es verdad, sus actividades van contra la ley, y es un debate que no se termina. Pero se da a todos los niveles. Pero el gramo de cocaína en Phoenix sigue valiendo lo mismo, a pesar de todas las guerras y muertos que hay en el camino, lo que significa estabilidad en el mercado. Está muriendo gente pero el tráfico no ha perdido fuerza. Incluso por las últimas informaciones de que dispongo el centro de distribución en Estados Unidos ha cambiado de Miami a Phoenix. Y ellos dicen que no se explican por qué. La explicación es que las rutas del Caribe se han visto afectadas severamente, y no así las del Pacífico, las rutas de tierra. Y como es un mercado inmenso, alrededor de 400.000 millones de dólares, pues es algo que no se puede detener así como así. Para poder hablar del mundo de los narcos como usted lo hace, y como plasma en sus novelas, tiene que haberlo vivido desde dentro… ¿Es normal en México asistir a un acto social y coincidir con narcos, o ‘narquillos’, que ya se conocen públicamente?Nunca podremos decir que es normal, pero ocurre. Y no es nada cómodo. Pero también es cierto que la mayoría de los mexicanos pueden ser corruptos, pero no narcos (risas). Te negociarán una multa, etc., pero ser narco es otro nivel. Los mismos narcos no permiten que cualquiera se dedique a esto. Y de ahí sale el asunto de los territorios, de las bandas y sus sistemas de aceptación de personas. Pero sí están ahí, y te los encuentras, siempre inesperadamente, aunque siempre te los esperas. Y no es nada cómodo porque la otra parte de la sociedad quieren hacer su vida, tener sus fiestas, ir a cenar y hacerlo pacíficamente. Y siempre que aparece un personaje así existe la posibilidad de que eso se convierta en una hecatombe (risas).  En México la corrupción institucional y política es moneda corriente. ¿Cómo se puede sanear una situación como ésta? ¿O hay que aceptar la condición humana?Pues yo creo que no. Si aceptamos la corrupción como condición humana, nunca la sanearemos. Nunca. Es un problema muy complicado de explicar. Siempre que los expertos preguntan eso siempre hablan de procesos de muchos años, de cientos de años para resolver ese asunto como genético. Cuando España nos gobernaba, que era la Nueva España, estaba lleno de actos de corrupción. Los indígenas, que estaban tratando de aprenderlo todo, seguramente no tenían problemas. Y el hecho de la imposición de la religión cristiana tiene que tener mucho de corrupción, porque hablar de una Trinidad, de un hombre que se muere pero que luego no se muere… Pueda parecer surrealista, pero creo que también tiene un nivel de corrupción, más leve, más suave, más poético, si se quiere, pero todo esta ahí. El asunto también viene de que la corrupción la intento explicar y en el asunto del discurso oficial sobre la realidad es que no puedes pensar otra cosa. Los políticos pueden decir lo que tú quieras, y lo dicen muy bien, pero a la vez ves la realidad, que es muy distinta. Dicen que hay empleo, pero ves a la gente en las esquinas vendiendo verduras… ¿de qué están hablando? Cómo se ha depreciado el poder adquisitivo, la inflación… y sin embargo, como si ellos vivieran en otro México. Y permitir esa existencia de esos dos Méxicos, o hablar de un México que no existe, pues no es nada más que corrupción. Por no hablar de las bandas organizadas… ¿Acabó usted de leer El Quijote?Cuando era un niño, la primera vez, leí catorce capítulos. Pero el libro desapareció. Llegó un día, lo empecé a leer, me iba a casa a leerlo... Y así como apareció un día, desapareció. Se le incluyó en una lista de los 50 mejores escritores en español… Siendo mexicano, ¿se podría haber decantado por el inglés?No podría porque no lo domino, pero soy escritor en la medida que puedo expresar lo que siento, lo que imagino, y mentalmente lo que pienso en un idioma que me es muy caro, que me es emocionalmente suficiente para expresar toda esa gama de sensaciones, de sentimientos, de dualidades, etc. Lo podría hacer en inglés por experimento… Para mí no hay como el español, es como estar en una barca donde tengo todos los remos, no importa si se mueve, si hay tormentas… ¡yo tengo los remos! También es diferente el español que se habla en España del que se habla en Latinoamérica, y en concreto en México, que como bien ilustra la narcocultura ha incorporado una serie de términos, como 'güey', a su jerga… ¿Una academia es la que tiene la potestad real para ‘aceptar’ nuevos términos?La Academia es importante en la medida que es un espacio de regulación. Eso hay que respetarlo y esta ahí. Pero eso también es una discusión muy antigua, hay muchas leyendas urbanas sobre eso, muy lindas todas… Entre algunos autores españoles y otros de América Latina, y algunos de EE.UU. que escriben en español, estamos tendiendo más a la unidad que no a la separación. Y a explicarnos el fenómeno del lenguaje popular. Porque al final yo creo que no es tan grave. Podemos mantener la vigencia de algunos vocablos de las jergas, pero no tanto, porque en el caso concreto del mundo narco los vocablos se reciclan muy rápido, porque es necesario para esa actividad. Y eso ocurre en todos los sitios del mundo. Cuando Arturo Pérez-Reverte entró en la Academia pensé ‘tendremos a alguien interesante’, del lenguaje popular. Soy uno de los autores que sostiene el lenguaje popular, me encanta, y mis editores pueden decir a veces que es un exceso, pero al final nos podemos poner de acuerdo. Hay una tendencia muy fuerte en España por no temer al lenguaje popular. La norma culta es buena, pero de repente es tan culta que se descarna. Y la lengua popular, aunque no entiendas, siempre te está acercando a otro ámbito. Y se puede convertir en un misterio más dentro de la novela. No es un misterio que te rechaza, sino que te atrapa. Todos los lectores tienen la obligación de proyectarse en lo que están leyendo… El peligro del best-seller es justo eso, que te lo dan todo… Y quien quiere todo en asuntos de lectura, está perdido. Si la lectura vale algo, es por su capacidad de estimular nuestra curiosidad y reforzarnos ante los misterios que se nos presentan, incluidas esas expresiones que no pertenecen a las aulas particulares. ¿Qué tiene Barcelona de narcocultura?No sé... De Barcelona te impacta, cómo no, su arquitectura, Gaudí, y es una ciudad impresionante. Lo que pasa es que los narcos crean su entorno. Y en Latinoamérica los narcos han creado su arquitectura. Muy estrambótica. Un sincretismo muy 'kitsch', mezcla de torres con ventanas salientes, con balcones falsos, cristales oscuros, albercas con cristal para que cuando llevan chicas y se bañan las puedan ver, desde luego los bunkers y los túneles… Tienen gusto por los colores fuertes… Los narcos de acá, que seguro que los hay, deben haber creado algo porque muy pocos pueden resistir ocultar su personalidad en este sentido cuando vienen de un mundo sin instrucción académica, en el que marcan su condición, saben que transgreden la ley y que cuando los detengan pagarán o ante la policía o ante sus enemigos… descabezan, mutilan, dejan avisos, cabezas en mantas… El narco medio de EE.UU. se oculta muy bien. Al Capone lo pillaron por no pagar impuestos, pero no por ser un traficante. Tienen esa pulcritud en su vida, en este sentido. La violencia de Al Capone era descarnada, impulsaron el traje gris, que copiaron de Humphrey Bogart… Y en Colombia, como en México, ranchos completos, con caballos, con zoológicos, con esas cosas tan extrañas… ¿Por qué esa manera de ser, de mostrar que están ahí?