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13/03/2008 / Barcelona

Fernando Ergueta, akamani del pueblo aymara, asume el “castigo social” que representa ocupar un cargo de poder en la comunidad

Bajo el título “El chamán como viajero por el cosmos”, la conferencia de la antropóloga Stacy Schaefer ha abierto la tercera sesión de las jornadas “Chamanismos: centro de gravedad indígena”, dedicada al papel del chamán en las comunidades indígenas. Schaefer ha ofrecido una interpretación de la cosmovisión, las deidades y el calendario ritual del pueblo huichol, en la Sierra Madre Occidental (México), para explicar la importancia central de su ‘maracame’ o chamán, quien los guía en sus peregrinaciones a los lugares sagrados, garantiza el éxito de “la caza del peyote” en el desierto de San Luis Potosí e interpreta las visiones inducidas por la ingesta de este cactus en sus ceremonias. En la mesa redonda posterior, el curandero Oswaldo Bola ha matizado que se debe hablar sobre “los roles” del chamán en la comunidad, puesto que su importancia afecta tanto al plano simbólico y ritual como al ámbito social, político o medicinal.

Los huicholes dividen el cosmos en diferentes esferas, tales como el cosmos interno a la persona, el cosmos externo, o el cosmos de los puntos cardinales. Asimismo, entienden el universo a tres niveles: el mundo de arriba, el mundo intermedio –la realidad donde nos encontramos– y el mundo de abajo. Según Schaefer, uno de los roles del maracame es “viajar por estos mundos y regresar a su pueblo con mensajes de los espíritus”.  Entre otras funciones simbólicas, los maracame huicholes “ayudan al Sol en su camino nocturno, lleno de peligros, y garantizan que vuelva a nacer cada día”, van a buscar el alma de los recién nacidos, y están al cuidado de los templos situados en lugares sagrados de su territorio ancestral, que se expande a norte, sur, este y oeste de sus comunidades, ocupando parte de los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas.  Las tomas comunitarias de peyote, durante las peregrinaciones a estos lugares sagrados y sus celebraciones rituales, permite a todos los huicholes –hombres, mujeres y niños– estar en contacto directo con sus espíritus. “El peyote es comida para el alma de las personas”, ha indicado la experta, quien se inició con los huicholes en el arte de tejer, directamente relacionado con la experiencia visionaria del peyote. Sólo tras diez años de investigaciones, la antropóloga descubrió que las maestras tejedoras eran también grandes maracames, puesto que son las encargadas de reproducir en sus tejidos y estampados las visiones que se producen bajo los efectos de la mescalina que contiene el cactus sagrado. En un plano más pragmático, también es responsabilidad de los maracames el elegir al gobernador, mediante la interpretación de sueños, o devenir ellos mismos líderes de las comunidades como responsables de los templos, que pertenecen a diferentes familias poderosas de la nación huichola.  El “amawta akamani” Fernando Ergueta, “hombre de luz” de la tradición andina aymara, ha explicado que en su caso los chamanes “tienen la responsabilidad de ser castigados”, pues se entiende que el asumir un puesto de poder representa un “castigo social”. Por su parte, el curandero Oswaldo Bola, que sigue la tradición chamánica andina pero también aplica nociones de otras tradiciones psicoterapéuticas occidentales y orientales, ha incidido en la diferencia entre prestigio y autoridad, afirmando que el prestigio de los chamanes no necesariamente se traduce en una autoridad política real en la comunidad, y que incluso pueden darse casos de conflicto entre ambas partes. La última sesión de las jornadas, el viernes 14, está dedicada a los “neochamanismos” o la práctica chamánica en entornos urbanos contemporáneos, con la presencia de practicantes y expertos como los psicoterapeutas Cristóbal Jodorowsky y Manuel Villaescusa o los antropólogos Luis Eduardo Luna y Jorge Ronderos.