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06/06/2008 / Barcelona

Ginnette Muñoz-Rocha, dramaturga y directora teatral colombiana: “El ciclo ‘Del Texto a la Sala' pretende romper estereotipos sobre el teatro iberoamericano”

La segunda sesión del ciclo sobre teatro iberoamericano, “Del Texto a la Sala”, que organiza Casa Amèrica Catalunya hasta el mes de octubre, ha tenido como protagonista la dramaturga colombiana Ginnette Muñoz-Rocha, quien también dirige las lecturas dramatizadas que acompañan las conferencias del ciclo. Residente en Barcelona desde 1994, donde se licencia en dirección escénica y dramaturgia en el Instituto del Teatro, Ginnette Muñoz-Rocha dirige la compañía ‘Arcángel Teatro' y es creadora de espectáculos de gran impacto social como son las obras “Vaginas”, sobre la sexualidad femenina, o bien “In Vitro”, sobre la violencia familiar, premio del jurado en la 7a Muestra de Teatro de Barcelona. Con “Radio Patera o el Síndrome de Ulises”, la obra representada el pasado martes 3 de junio, la creadora colombiana nos acerca a los sentimientos de las personas que viven la experiencia migratoria, convencida de que el teatro puede contribuir a la “salud emocional” de la sociedad, tal y como explica en la siguiente conversación.

Como colaboradora del ciclo “Del texto en la sala”, ¿cuáles son los objetivos de estas conferencias y lecturas sobre teatro iberoamericano?  Hay una gran ilusión alrededor de este proyecto, porque por una parte se trata de dar voz a artistas latinoamericanos que están haciendo una tarea muy importante en el teatro europeo, pero por otra parte también sirve para romper roles y estereotipos, como pensar que “el suramericano no puede trabajar en teatro”: sí que puede, pero es preciso un compromiso y una constancia especiales, pasar por todo un proceso que igualmente debe hacer cualquier catalán que se quiera dedicar a ello. En este ciclo también rompemos con la tendencia de pensar que, como que eres latinoamericano, harás una cumbia con el vestido tradicional. Queremos mostrar que los latinoamericanos también podemos hacer teatro de otra manera. Javier Daulte, Ricardo Szwarcer, yo misma u otros artistas que trabajamos en teatro en Barcelona, no estamos atados a la cultura únicamente a través del folclore, que por otra parte es totalmente válido.  ¿Crees que hay mucha diferencia entre la forma de hacer teatro aquí y, por ejemplo, en Colombia?   Yo ya hace muchos años que trabajo aquí, y si te tengo que hablar de Colombia, te hablaría más como espectadora que como creadora. Sin embargo, como creadora puedo hablarte de la parte del contenido, que es donde veo más diferencia. Allí hay una expresividad más física, más gestual, que tiene una clara necesidad de expresarse a partir de las problemáticas que está viviendo Colombia, en particular sobre la violencia. La necesidad de gritar toda esta situación que se ha estado viviendo, que es innegable, genera unos modelos de expresión que vienen de lo más profundo. Lo mismo pasaba aquí en dictadura, cuando el teatro era visceral y sacaba toda la rabia. Colombia mantiene en buena medida este tipo de teatro, muy comprometido, con unos medios ridículos. Eso te hace trabajar con uñas y dientes, con el deseo, no lo haces porque seas artista sino como una forma de vida. Pero allí también hay de todo, insisto. ¿Aquí ya no se hace teatro comprometido?   Aquí, la situación es diferente y la problemática, gracias a Dios, también. Aquí, la temática está mucho más centrada en la relación entre las personas, ya no en la supervivencia de la sociedad o en el caos social. Y eso también marca el tipo de teatro que se hace: un teatro más de todos, o un teatro más de tú y yo. Dicen que ahora hay muchos dramaturgos catalanes, demasiados dramaturgos, pero yo creo que eso es bueno. Lo que pasa es que hablan de lo mismo. Es bueno que haya muchos artistas, pero si todos vamos a hablar del “ya no me quieres, no me dejes”, con estos silencios, la incomunicación, el estrés, la soledad... De acuerdo, éstos son problemas contemporáneos, pero marcan una estética, una gestualidad muy diferente a la de Colombia. Y es fruto del momento que se está viviendo aquí. En algún momento, compañías como “Els Comediants”, “els Juglars” o el Teatre Lliure, también consiguieron crear este impacto. Pero estamos en realidades diferentes.  En tu ponencia has hablado del teatro como una herramienta para el diálogo intercultural y como un instrumento de intervención social. ¿Lo descubriste preparando tu espectáculo “Radio Patera o el Síndrome de Ulisses”?   No, esto ha sido siempre una huella en mi trabajo. Lo que pasa es que “Radio Patera” trata del tema de la inmigración y la integración en un momento en que es muy necesario hablar de ello, y por eso ha sido más visible. Pero siempre encontrarás este componente en todo cuanto yo he hecho. Intento sólo hacer un proyecto por año, porque los procesos de documentación e investigación que te permiten ir construyendo el espectáculo hasta lograrlo son largos y costosos. Siempre son temas vinculados al teatro social, y siempre busco la manera de hacer un teatro de denuncia rico, agradable y divertido, no farragoso, pesado o panfletario. Intento encontrar la fórmula para poder expresar todo cuanto quiero, y porque el espectador salga del teatro pensando que ha sido interesante a la vez que se ha divertido. No se tiene que olvidar nunca la parte de entretenimiento que debe tener el teatro. ¿Cómo puede contribuir el teatro al mejorar el diálogo intercultural?  Ahora, en Barcelona y en Catalunya, punto de afluencia de centenares de culturas, nos tenemos que plantear: “¿cómo te comunicas?, ¿cómo expresas tu emocionalidad?” De las artes, la que más te permite trabajar en este sentido, y hacerlo de manera colectiva, es el teatro. La literatura, la pintura o la escultura también trabajan la expresión, está claro, pero bajo el punto de vista pedagógico y educativo, el teatro es el arte que más funciona, lo que permite que haya una mayor liberación, siempre y cuando la actividad esté bien dirigida. No se trata de hacer psicoterapia, hay que diferenciarlo. Pero el teatro te permite tanto expresarte como visualizar tu problemática en el otro, de manera que es mucho más fácil aceptarla. El teatro mantiene una distancia que te permite reflexionar, sin sentirte ni atacado ni juzgado. En el tema de la inmigración, hay unos sentimientos muy arraigados y muy duros: el odio, el miedo a la pérdida, el resentimiento... Si en las escuelas, o en diferentes centros, hubiera más posibilidades de crear actividades de este tipo, de trabajar las emociones a través del teatro, se podría hacer una limpieza emocional a nivel cultural. Insisto, tiene que haber teatro de todo tipo: de entretenimiento, comedia, musical... Pero también tenemos que reconocer todo cuanto el teatro puede aportar a nivel social y a nivel de salud emocional. Como psicóloga, eso me preocupa.