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18/02/2011 / Barcelona

Horacio Castellanos Moya, escritor salvadoreño: “Los personajes de “La sirvienta y el luchador” expresan qué son y cómo se inician las guerras civiles”

El escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, comúnmente alabado como uno de los autores latinoamericanos de mayor proyección, ha presentado en Casa Amèrica Catalunya su última novela, “La sirvienta y el luchador”, editada por Tusquets. El acto ha sido introducido por otro reconocido escritor, el colombiano Juan Gabriel Vásquez. En la siguiente entrevista, Castellanos Moya desnuda las particularidades de una trepidante trama urdida en torno a dos personajes de perfiles opuestos, “El Vikingo” y María Elena,. “Representan una idiosincrasia, una manera de ser y una manera de pensar de Centroamérica”, explica el novelista, quien, no en vano, ha situado la historia de “La sirvienta y el luchador” en el convulso El Salvador de los primeros meses de 1980, poco antes del asesinato del arzobispo Óscar Romero.

¿Qué ha intentado reflejar con “La sirvienta y el luchador”?Es la historia de dos personas mayores, retiradas en buena medida de sus actividades: la sirvienta ha dejado de trabajar y vive con su hija y el luchador es un policía que se convierte paulatinamente en un torturador que se dedica a “sacarle la sopa”, como se dice en México, a los opositores que se capturan. Ellos tuvieron un acercamiento antes y se encuentran en esta edad adulta, en este momento tan particular, cuando el luchador, “El Vikingo”, está en su desmoronamiento, en su caída; es un hombre muy enfermo al que ya no se le confían tareas para capturar a gente y lo tienen para dar “golpizas” en el sótano de la policía. Recuerda sus tiempos idos, tiene mucha nostalgia de cuando andaba por la calle haciendo labores de seguimiento y captura. Y la sirvienta, de pronto contratada por los descendientes de la familia para la que trabajó toda la vida, no los encuentra, la casa está vacía porque el chico y su esposa han sido capturados... Entonces ella dice: “¡Ay, los han capturado, los han desaparecido! Yo tengo un amigo en la policía de los viejos tiempos...” Es “El Vikingo” y va en su busca. Ahí empieza la historia, cuando “El Vikingo” le dice : “¿Se acuerda de que yo estaba enamorado de usted?” No es una historia de amor pero podría haberlo sido en otras circunstancias. Es una historia más complicada. ¿Son personajes crepusculares?Sobre todo “El Vikingo”.  La sirvienta no, porque es un personaje con muchos componentes de esperanza, sentido de futuro, con mucha confianza en la gente y mucho sentido del bien, con una mentalidad católica positiva. “El Vikingo” es un personaje más que crepuscular: a veces pasa de lo crepuscular a lo macabro. ¿Hasta que punto estos dos personajes reflejan una realidad muy centroamericana donde conviven la barbarie y la humanidad?Los personajes de este libro de ficción se mueven en un momento de la historia centroamericana, en 1980, en el comienzo de la “carnicería”, del año del terror, en El Salvador. Es antes de que maten a Monseñor Romero y hay esta situación tremenda de lucha callejera, combates, capturas, desapariciones... Es una situación de caos. Son personajes de ficción que han salido en algunos de mis libros anteriores como personajes secundarios, que ahora se convierten en principales y representan una idiosincrasia, una manera de ser y una manera de pensar de Centroamérica. ¿Cómo conviven dos personajes tan antagónicos en una trama tan trepidante?Son las paradojas de la vida. Son personajes que se acercan, que sólo comparten un recuerdo pero que partir de él tienen contacto aunque no tengan valores en común. Es una expresión de lo que son las guerras civiles y cómo se inician. La novela se ubica en los inicios de una conflagración más grande,  en El Salvador, pero puede suceder en muchos lados (Bagdag en 2004 podría ser uno) en cuanto al clima de descomposición de las instituciones, del Estado, guerra sucias, guerrilla, métodos criminales para resolver las cosas... Los dos personajes son distintos: uno es energía decadente, descompuesta, en proceso de pudrición; y el otro es un personaje con un sentido ético y moral de la vida. Ambos se encuentran en el mismo espacio y en la misma realidad. ¿La violencia subyacente de toda la trama hacía indispensable el ritmo trepidante de la novela? La voz de los personajes y el estilo necesitan tener una coherencia y una compatibilidad para que la novela sea verosímil y eficiente. Es una situación extrema, límite, de personajes en máxima presión... El estilo y el lenguaje deben contener esa velocidad porque sino hay algo ahí que no encajaría. La realidad social en Centroamérica y en buena parte de América Latina está condicionada desde hace años por la violencia del narcotráfico. ¿Es partidario de legalizar las drogas?Es un problema muy complicado. En el caso de México y Guatemala se vive una situación de extrema descomposición de  las instituciones del Estado y fundamentalmente de la seguridad del Estado. No hay seguridad para nadie. No tengo ni remota idea de cómo se puede resolver esto pero lo primero que habría que hacer es decirles a los norteamericanos que encuentren otra manera de divertirse. O legalizarla. Pero no veo ninguna situación proclive a la legalización de las drogas en Estados Unidos y menos ahora, que parece que el Tea Party va a tomar el poder en  2012... Es un túnel oscuro y no veo luz al final del túnel. Es un problema muy complejo que tiene que ser abordado multidisciplinariamente, con un enorme esfuerzo de creatividad y flexibilidad. Y cómo adpatar las instituciones a esto... Toda la criminalidad está sustentada en las armas que se venden en Texas, Nuevo México, Arizona... Es la gallina de los huevos de oro. Tenemos decenas de miles de asesinados, presos, decomisos... Y no veo banqueros presos por lavar miles de millones de dólares ni una reacción en otros niveles. Hay una profunda hipocresía institucional y es gracias al dinero del ‘narco’ que el sistema funciona. Sin esa inyección de capital no sé que sería del sistema financiero de Estados Unidos y de esta parte del mundo (Europa). Le da liquidez, estamos hablando de billones de dólares. Caen ‘gatos’, matan criminales, pero el dinero a todo el mundo le gusta. Y eso es muy difícil de resolver.