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13/06/2008 / Barcelona

Isabel Vericat, abogada y defensora de los derechos de las mujeres: ““Las migrantes de Centroamérica no tienen nada que perder: quieren vivir”

La abogada Isabel Vericat, catalana de nacimiento y mexicana de adopción –reside en este país latinoamericano desde 1971– ha documentado con precisión quirúrgica la situación de la mujer en las fronteras sur y norte, con Guatemala y Estados Unidos respectivamente. Ferozmente alejada de planteamientos oficialistas, su descripción de la realidad de la mujer en estas zonas calientes del tránsito de personas hacia el “sueño americano” resulta tan certera como descorazonadora. “Las mujeres migrantes de Centroamérica no tienen nada que perder: quieren vivir”, ha dicho Isabel Vericat en Casa Amèrica Catalunya, donde en el marco del ciclo “¿Por qué las siguen matando?” también se ha proyectado su documental “Bajo el Tacaná: la otra frontera”, un reportaje que ofrece una mirada tan sincera como desgarradora sobre las penurias de la mujer en la frontera mexicano-guatemalteca, “la tercera región del mundo en prostitución”.

Vericat ha señalado que el documental supuso un “descubrimiento” en México, donde todo está enfocado hacia el norte a pesar de compartir con Centroamérica una cultura común como la maya, “una de las más ricas y desarrolladas de América”. “Hay una situación de racismo. Es increíble lo discriminado que está lo propio. En México no se puede hablar mal de los indígenas, pero los indígenas tienen la culpa de todo”, ha explicado. Un contexto socio-cultural que ayuda a explicar en qué condiciones las proximidades del río Suchate, que hace de frontera administrativa entre México y Guatemala en Chiapas, acoge este apogeo de la prostitución, con mujeres que “cobran la hora a tres euros de los que la mitad se los queda el patrón”. “Allá hay una situación de trata de mujeres”, ha denunciado Vericat. Y apunta: “En las fincas cafetaleras hay trabajo doméstico esclavo con las niñas que vienen de Centroamérica”. Matar por matarProstitución y trabajo esclavo que en todo caso suponen un destino mejor que el que esperaban a esas mujeres y niñas en sus comunidades de origen. “En Guatemala hay asesinatos de mujeres por ser indígenas, pobres y desvalidas. No hay motivo de lucro. Ni “snuff movies” ni tráfico de órganos. Es de carácter gratuito: matar por matar”. Además, también “venden a las hijas por cajas de cerveza”, añade la abogada. “Estas mujeres no pueden creer en sus hombres. Sus padres abusan de ellas. Nada más menstruar quedan embarazadas. Están solas, se han de valer por sí mismas y para nada quieren volver allá donde vivían”, desvela Vericat. “Las mujeres migrantes de Centroamérica no tienen nada que perder: quieren vivir”, sentencia como conclusión a un drama inhumano que paradójicamente supone una especie de alivio para sus protagonistas. Ciudad JuárezIsabel Vericat, que también ha trabajado sobre el terreno la situación de la mujer en Ciudad Juárez, en la frontera mexicano-estadounidense, donde se contabilizan más de 400 asesinatos de mujeres en los últimos años, ha criticado con dureza el enfoque de esta situación bajo el concepto de “feminicidio”. “El caso de Ciudad Juárez se ha tratado de diluir y cualquier asesinato de una mujer es un feminicidio. Pero el móvil de esos crímenes no son sexuales. Es increíble que digan que las matan porque son mujeres”, ha dicho. Así, según Vericat, “en Ciudad Juárez se asesina una categoría de mujer –joven, bonita, de pelo largo– con la que una mafia de estilo siciliano, con pactos de sangre, marca el territorio y establece su dominio”.  “Ese concepto de feminicidio es perverso poque cambia la idea de justicia. El feminicido debe ser considerado como un delito de lesa humanidad”, sostiene Vericat, insinuando, sin decirlo abiertamente, la necesidad de una intervención de la justicia internacional.  “En México no hay legalidad. ¿Para qué hacer más leyes?, concluye esta defensora de los derechos de las mujeres.