Ishtar Yasin Gutiérrez nació en Rússia, aunque tiene triple nacionalidad, y curiosamente ninguna de ellas es rusa. Ishtar es chilena, costarricense e iraquí, y según ella misma tiene “alma latinoamericana y sangre iraquí”. Su vocación y formación artística le vinieron directamente por herencia: su padre es el célebre director teatral Moshe Yasin, y su madre la gran bailarina y coreógrafa Elena Gutiérrez, hija a su vez del reconocido escritor Joaquín Gutiérrez. Pero a parte es escritora, actriz, dramaturga y directora de cine. Recientemente ha recibido el Premio Casa Amèrica Catalunya a la mejor obra de ficción iberoamericana por la película “El Camino”, enmarcada en el Festival de Cine Pobre d’Humberto Solás. El film nos habla de la inmigración, del desarraigo, de la separación de los seres queridos y de otros muchos tópicos presentes en el día a día centroamericano. Después de ocho años de realización, y no pocas dificultades, éste es el resultado.
Ishtar Yasin Gutiérrez, directora de cine costarricense: “El cine centroamericano está en su mejor momento”
-Háblenos un poco de su primer largometraje “El Camino”. ¿Cuánto hay de autobiográfico?Mi familia huyó de Chile en 1973 tras el golpe militar, de allí nos fuimos a vivir a Costa Rica, con 5 años viví lo que es el exilio en mi propia carne. Mi abuelo era costarricense, mi familia chilena, mi papá es refugiado iraquí. Eso me hizo tener constantemente la sensación de vivir un destierro, el hecho de no ser nunca 100% de un lugar. Me he sentido de muchas partes, nací y estudié en Moscú y he viajado toda la vida. Ya es parte de mi destino. - ¿Por qué está situada en Nicaragua? Yo estuve en Nicaragua en 1979 siendo adolescente durante la revolución sandinista. En ese momento se vivió una gran ilusión, hubo campañas de alfabetización, reforma agraria, una gran actividad cultural. Y la gente más necesitada de cambio y de de justicia, tenían esa esperanza de que podrían estudiar y cambiar sus vidas. Pero luego hubo un bloqueo económico, una guerra, corrupción. Esta situación en Nicaragua provocó una emigración hacia Costa Rica de más de 800.000 nicaragüenses, y la mitad de ellos vienen sin documentos, arriesgando su vida para cruzar la frontera. Uno de los grandes dramas de esa inmigración es que muchas (de esas personas) son madres que deben dejar a sus hijos al cuidado de sus abuelos, de tíos, de vecinos. Esa separación entre las familias ha provocado una gran herida en esa población. Además en Costa Rica se da una situación de discriminación y xenofobia hacia sus vecinos del norte. También hay solidaridad, pero muchos son maltratados y abusados. Se abusa de la condición de migrantes. Esto es una realidad en el mundo. Esta fue la motivación principal que me llevó a realizar esta película. -¿Y cómo fue ese camino? En el año 2000 fue cuando yo empecé a trabajar con la película, tardé 8 años en poder realizarla, y viajé con los migrantes indocumentados. El mismo viaje que se ve en la película lo hice yo con ellos, cruzamos la frontera el río Sanjuán, la selva y estando cerca de la frontera con Costa Rica, la policía costarricense nos atrapó al fotógrafo y a mí y nos llevaron la comisaría. Ellos no podían entender que si teníamos pasaporte costarricense porqué cruzábamos la frontera con los nicaragüenses. Yo le expliqué que estábamos escribiendo un guión para una película, aunque al final acabamos fotografiando las malas condiciones de la comisaría. Eso fue una anécdota que marcó el punto de partida de esta aventura. -¿Cómo está la situación actual del cine centroamericano? El cine centroamericano podríamos decir que está actualmente en su mejor momento. Hay una asociación de cineastas en Costa Rica que estamos luchando por una ley de cine. Eso significa que se cobraría un impuesto a las televisiones por cable y los empresarios se exonerarían de los impuestos que tienen que pagar cada año si invierten en una película, eso se acaba de presentar a la asamblea legislativa y esa ley de cine es la única que puede marcar una diferencia, porque hasta ahora todas las películas que han salido son producto del esfuerzo de los cineastas, han sido quijotadas. “El Camino” es la decimoquinta película de la historia de Costa Rica. En Nicaragua se han hecho tres largometrajes en toda su historia, “El Camino” (se produjo en Costa Rica, Nicaragua y Francia) seria la número cuatro. Aunque la producción propiamente dicha está hecha en Costa Rica, a través de una productora que yo he creado juntamente con otros dos colegas. Y la postproducción fue realizada por una productora francesa que nos cubrió esa etapa. Y un transfer a 35mm que se realizó en Suiza, porqué esta película se realizó digitalmente. Sin duda el tema digital ha cambiado el panorama cinematográfico y se están haciendo más películas en Centroamérica debido a que uno tiene más fácil acceso a una cámara de video que una cámara de cine por los costos. -¿Hasta qué punto depende el cine centroamericano de la producción extranjera? La gran alternativa que tenemos es la coproducción. Es una puerta y una salida que tenemos. Para mi fue esencial la aportación de la productora francesa, y también las ayudas que obtuvimos en Francia para escribir el guión. También estuve en Normandía escribiendo el guión en un centro de escritura. Los directores de fotografía son el francés Jacques Loiseleux, gran director de fotografía muy reconocido, y el catalán Mauro Herce. También hay un actor francés, que hace una aparición especial, que se llama Jean Francois Stevenin, el cual trabajó mucho con el director francés Truffaut. Stevenin interpretó un personaje nada fácil de hacer, un personaje oscuro, de dos caras. Además quiero decir que el 99% de las películas que vemos en América latina a excepción de Venezuela, vienen de la industria de Hollywood. Es decir que sólo el 1% de las películas que vemos son hechas en Latinoamérica. Es realmente duro tener ese monopolio, no sólo con las películas sino con los circuitos de cine, es muy difícil lograr buenas condiciones para presentar buenos trabajos en Centroamérica. Esta situación también hace que el público se acostumbre a ese tipo de cine. Nosotros estamos luchando para hacer otra propuesta. ¿Cuál? Yo defiendo el cine de autor, el cine con una propuesta estética, artística, personal que refleje su época y la interpretación que tiene el autor de la creación artística y el reflejo de su propio mundo. Me encanta acordarme de una frase que dijo el director de cine Karl Dreyer en que decía: “El estilo es el alma del autor”. Yo creo que cada autor tiene su propio estilo, que sólo hay que buscarlo y encontrarlo. -¿Nos puede describir la situación artística en Latinoamérica? A grandes rasgos podríamos decir que hay dos caminos. Un camino que sigue los parámetros que impone la televisión, incluso la telenovela. Me refiero a las corrientes que intentan imitar el cine de Hollywood, provocando a la gente con un cine efectista. Y existe el otro camino que es ver el cine como un instrumento de comunicación, para mí la creación artística es la forma de comunicación más profunda que existe, porqué no sólo llega al consciente sino al inconsciente de la gente. Lo mismo se da en el teatro, en la literatura, en la danza. Hay artistas que siguen su voz y quieren comunicar ideas, quieren reflejar y criticar la sociedad. Quieren convertirse en un espejo que refleje lo que muchos no quieren ver. La otra postura solamente quiere entretener y dar placer, sin cuestionar, sin provocar. Un camino resulta más fácil, y el otro más largo y más difícil, pero creo que vale la pena. - Y en términos de realidad social y política. ¿Cómo ve a Centroamérica? America central la acaban de declarar la región más peligrosa del mundo. Estamos viviendo una situación muy dura, la delincuencia ha aumentado enormemente. Las pandillas, las llamadas Maras, están repartidas por toda América central. El crimen organizado, el narcotráfico, estamos viviendo una realidad muy difícil, de cada vez más pobreza, la clase media está desapareciendo. La migración de ciudadanos centroamericanos a los Estados Unidos es para mí de las migraciones más dramáticas y trágicas que puede haber, el golpe de estado en Honduras etc. Nos encontramos en un momento de ebullición total. -¿Y cuál es el papel de los contadores de historias, de los artistas como usted, delante de esta situación? Mi próxima película va a tratar sobre la violencia que vivimos. El personaje principal trata de entender la raíz de esa violencia y también la cura de esa violencia. Los artistas nos repetimos. En “El Camino” ya hablo de violencia, del abuso sexual, del turismo sexual con menores de edad que es una realidad social muy dramática en Costa Rica. En la migración para mí todo se resume en la gran paradoja del abuso de poder, donde el más fuerte en lugar de ayudar al más débil, se aprovecha de él. Eso es una paradoja. Y en el fondo a lo mejor estoy intentando reflejar lo mismo de otra manera. En “El Camino” se refleja esa desilusión, desencanto y desesperanza que estamos viviendo por esa caída de las utopías que hubo y ha habido. El no saber que rumbo seguir. Hay gente que ve “El Camino” y me pregunta: “¿Pero y la esperanza?”. Y yo les digo: “¿Pero cuál esperanza?”. Yo no la voy a inventar la esperanza. -¿Entonces cuál es el futuro o el presente más inmediato que nos espera? ¿Dónde nos agarramos para continuar? Justamente en “El Camino”, en la última imagen donde la niña nos mira, yo quiero que la esperanza esté en la gente que vea esa realidad y que trabaje por cambiarla, si yo doy la solución no se va a provocar esa búsqueda. Yo creo en la solidaridad, en la prevención del delito y de la violencia. Y digo prevención, porqué hoy en día muchos creen que la solución está en la represión, y estoy absolutamente convencida de que están equivocados. Siempre recuerdo a Salvador Allende (con un hilo de voz), como una persona que luchó por cambiar la sociedad en la que vivimos, y proponer un mundo más justo para todos. Creo que hay que rescatar sus ideas, las de él y las de tantas personas que han sido honestos, que han sido grandes humanistas y que creen en el ser humano, porqué yo sigo creyendo en el ser humano. -¿Cuál ha sido y está siendo el papel gubernamental a la hora de la financiación de estos proyectos? ¿Ha encontrado más trabas o facilidades institucionalmente hablando? En este momento Costa Rica hizo un acuerdo con el programa Ibermedia en España (Fondo Iberoamericano de Ayuda, a la coproducción de películas iberoamericanas). Estos programas están ayudando a la producción audiovisual, y precisamente fue una propuesta del gobierno costarricense. También los gobiernos de Panamá y de Guatemala van a entrar en este proyecto. Realmente podemos decir que hay más interés por que se hagan películas, sin embargo no es suficiente y por ejemplo con “El Camino”, no he contado con el apoyo que he tenido en el resto mundo. Puede ser que tenga que ver con el hecho que es una película crítica, y no a todos les agrada ver la realidad. Yo no creo en el entretenimiento superficial, eso para mí es un aburrimiento.-Si ya es difícil ser un escritor/a, un director/a, un actor/actriz o un bailarín/a. ¿Cuál es la receta para serlo todo a la vez? Para mí todo eso es una pasión muy grande. Des de niña empecé en una escuela de arte, a los once años y no he parado. (El arte) Es como respirar. Oscar Niemeyer, un arquitecto famoso brasileño, decía:”Si usted le pregunta a un pájaro porqué vuela, el pájaro lo responderá, porqué es mi naturaleza”. Así que yo creo que es por naturaleza. Todo nace de una pasión y de un deseo de comunicar, transmitir y de sublimar la realidad y de dar sentido al dolor. Yo estoy convencida que la creación artística puede llegar a cambiar el mundo. Si todos pudiéramos llegar a desarrollar un oficio artístico, entonces todo seria distinto, porqué es una manera de liberar lo duro que es vivir y de convertirlo en belleza. Des de bien pequeñitos tendría que ser promovido en todas las escuelas, para crear otro tipo de ser humano.