El periodista y escritor mexicano Jenaro Villamil, íntimo colaborador del fallecido Carlos Monsiváis, lleva apenas 16 horas en Barcelona y nadie lo diría. Ni atisbo de cansancio. Será el entusiasmo por participar en el Altar de Muertos que recuerda al gran intelectual mexicano, será la curiosidad típica y tópica del periodista, Villamil abre bien los ojos, no muestra ningún jet-lag y define al ausente con la precisión de un forense en la autopsia. Además, se siente en casa. Le acompañan amigos como Villoro, El Fisgón, Jordi Soler y espera afectos comunes hacia Carlos, con quien compartió la redacción de aquella emblemática columna semanal en La Jornada, “Por mi madre, bohemios”, durante diez años, que tanta reflexión generó y tanta opinión creó entre el progresismo mexicano.
Jenaro Villamil: “Carlos Monsiváis dio dignidad a la cultura popular mexicana como líder intelectual reconocible” (1)
Poco extraña al afable Jenaro que la primera pregunta sea ya de riesgo y le solicite una definición de Monsiváis para profanos a la figura, como si se la pidieran a fin de ubicarla en un nuevo diccionario. La suelta casi de corrido: “Carlos era como un río con tres afluentes. Ante todo, periodista, cronista como fórmula de expresión ensayística de una manera muy sui generis. Un ensayista literario, capaz de ofrecer la gran antología del México del siglo XX, fuera en poesía, pintura, cine o artes plásticas y, por encima de todo, la representación en imagen del intelectual público más conocido y reconocido de nuestro país en la segunda mitad del pasado siglo. Un modelo laico venido de la izquierda no dogmático, portavoz y traductor de todos los movimientos sociales generados en México desde 1960 hasta el cambio de mileno. No hubo ni un solo movimiento sin Carlos, el activista permanente: Desde el movimiento gay al de la libertad religiosa, siendo protestante en un país profundamente católico, feminista, ecologista, medioambiental…”. Ahí es nada la ráfaga introductoria al perfil del personaje. Y sigue el periodista Villamil en su descripción: “Elaboró documentos y escritos del 68, estudiantiles y de sindicatos. Transformó la cultura popular mexicana otorgándole dignidad. Se puso en la acera de enfrente de Octavio Paz y Carlos Fuentes, que estaban por el canon de la alta cultura. Él, en cambio, dignificó lo que gustaba al pueblo, fuera el cómic, la lucha libre, Juan Gabriel, las telenovelas, las propias caricaturas de Rafael ‘El Fisgón’ Barajas…”. Además, un fenómeno de la Naturaleza, vista y comprobada tamaña capacidad de trabajo: “Durante 40 años – prosigue Jenaro – publicó su columna periodística “Por mi madre, bohemios”, compendio semanal de la intolerancia y la ridiculez de la derecha. Tomaba sus hechos y los rebatía con la materia prima de su conocimiento enciclopédico y su ironía. La suya era una pluma referencial para las generaciones entre los 20 y los 60 años de edad. Ésa era su importancia, nada menos. Carlos, el omniabarcador, el que todo lo tocaba y lo dominaba. No había para él ningún tema vedado, salvo, quizá, las nuevas tecnologías, que ya no le interesaban por edad. Básicamente, un gran semiólogo sin presentarse como tal y, obvio, un enorme periodista que reinventa, reactualiza la crónica, la vuelve postmoderna”. Algo sabrá quien colaboró durante una década en esa columna y pasa hoy por ser una de las voces más prestigiosas de ese oficio tan temido como necesario y ultrajado: “En las crónicas de Carlos Monsiváis, además, convive la tesis con el ensayo y el relato que trata de demostrar los rostros irracionales del poder. Y cómo la sociedad civil – término que él introdujo en el léxico mexicano sin ser seguidor de Gramsci-, fue capaz de autoorganizarse tras el seísmo del 86, en el año del Mundial. En un país tan burocratizado, el nunca dirigió nada, ni tuvo un simple cargo. Le bastó y sobró con estar en todo y ser una auténtica referencia cultural”. Falleció el pasado 19 de junio. Tras casi seis meses de luto, los íntimos pueden hacer ya un balance. Lo realiza Jenaro Villamil a petición de Casa Amèrica Catalunya: “México vivió mal la pérdida de su referente porque falleció en la época del mayor recrudecimiento de la violencia. En las diez últimas columnas que compartimos, me insistía ‘Jenaro, vamos hacia el fascismo’ y aunque le contestaba ‘no exageres, Carlos’, él me pedía que observara: ‘No temen ya ni al ridículo, van a por todo’. Su pérdida implica que la izquierda y el progresismo se han quedado en México sin nadie que la articule. Cuando vivía, desde la derecha no existía contrarréplica posible porque Carlos la arrasaba con sus argumentos y ni siquiera le presentaban a alguien que pudiera atreverse a rebatirle”. Y sigue Jenaro en su acercamiento a la tremenda figura de este mastodonte de la cultura latinoamericana en la segunda parte de nuestra entrevista, que pueden leer en esta misma web.