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Josep Gallur es un “niño de Morelia”, uno de aquellos chiquillos que en 1937, huyendo de la guerra civil española, se refugiaron en México. Han pasado casi 70 años, pero con los recuerdos muy vivos su memoria, ha visto esa etapa de su vida representada en la obra teatral “Los niños de Morelia”, de las compañías La Jarra Azul y Conjuro Teatro.

¿Qué sintió cuándo vio “Los niños de Morelia”?

He llorado las dos veces que he visto la obra. Los vemos representados, pero son hechos y detalles que nosotros vivimos y nos hacen recordar.

¿Cómo les trataron en su estancia en Morelia?

Jamás nos faltó un plato de comida. En la escuela siempre nos daban el mismo desayuno, pero nosotros intentábamos hacer intercambios con los vendedores que nos encontrábamos por la calle. Para cambiar un poco.

Al margen de la escuela, ¿cómo era el trato con la gente de Morelia?

Paseábamos por la calle y muchas familias nos invitaban a entrar en sus casas y nos ofrecían un plato de frijolitos. Eran pobres y no les importaba compartir su comida con nosotros.

¿Cómo fue su regreso a España?

Volvimos y yo estaba considerado prófugo porque tenía que hacer el servicio militar. Al final lo realicé en los cuarteles del Bruc de Barcelona. Lo primero que hice al llegar fue ir a una comisaría para que me dieran mi cartilla porque sin ella no te daban de comer. El contraste entre México y España lo notamos. Ni para bien ni para mal, eran diferentes.

¿Ha regresado alguna vez a México?
Cuando regresamos a España quisimos volver a México, pero era imposible. Si para ir de Barcelona a Badalona, al lado mismo, se necesitaba un salvoconducto, ir a México era algo impensable.

Posteriormente, ¿ha intentado volver?

No, nunca he vuelto a Morelia.