Se han cumplido 25 años de la Guerra de las Malvinas, el conflicto por la soberanía de este grupo de archipiélagos del Atlántico sur que enfrentó, durante dos meses y medio, los ejércitos argentino y británico. En Casa Amèrica Catalunya se ha puesto a revisión el tratamiento en prensa del conflicto junto a periodistas que el 2 de abril de 1982 fueron llamados a cubrir la información, tanto desde Buenos Aires como desde Londres. También se ha contado con la experiencia en primera persona de Roberto Herrscher, excombatiente y él mismo director del Máster en Periodismo BCNY. Herrscher responsabiliza a la prensa argentina de “haber seguido gozosamente el discurso oficial” sobre el conflicto.
La Guerra de las Mavinas, 25 años después:“Galtieri perdió; Thatcher ganó; los soldados, perdimos todos”, afirma Roberto Herrscher, periodista y ex-combatiente argentino
Se han cumplido 25 años de la Guerra de las Malvinas, el conflicto por la soberanía de este grupo de archipiélagos del Atlántico sur que enfrentó, durante dos meses y medio, los ejércitos argentino y británico. En Casa Amèrica Catalunya se ha puesto a revisión el tratamiento en prensa del conflicto junto a periodistas que el 2 de abril de 1982 fueron llamados a cubrir la información, tanto desde Buenos Aires como desde Londres. También se ha contado con la experiencia en primera persona de Roberto Herrscher, excombatiente y él mismo director del Máster en Periodismo BCNY. Herrscher responsabiliza a la prensa argentina de “haber seguido gozosamente el discurso oficial” sobre el conflicto.
Herrscher recuerda que en las redacciones argentinas, en ese momento aún bajo la dictadura militar, estaban “dominados por el miedo”, pero afirma que una revisión a fondo de la prensa de la época pone en evidencia que no se limitaron a reproducir los comunicados oficiales sino que “fueron mucho más allá, con fervor belicista”. Y añade: “Tampoco la prensa británica estuvo a la altura”.
Rosa Massagué, corresponsal de El Periódico de Catalunya en Londres en 1982, ha admitido haber tenido allí grandes dificultades para “encontrar información independiente”, pudiendo contar sólo con los comunicados de los ministerios de defensa y exteriores. Sí destaca, sin embargo, la reproducción y ensalzamiento del orgulloso discurso nacionalista que se promulgaba desde el gobierno conservador de Margaret Thatcher en la prensa inglesa. “La invasión les despertó el orgullo de la gran potencia que habían sido”, ha explicado Massagué, aludiendo al entonces recientemente perdido estatus del imperio británico, “y encontraron en la prensa popular un gran aliado.” También ha recordado su propia incredulidad al ver que España se posicionaba “incondicionalmente” a favor de Argentina: “había una falta total de espíritu crítico por lo que pasaba”, ha reclamado, denunciando además que la operación militar argentina carecía de legalidad y provenía de un régimen sin legitimación democrática.
El corresponsal de La Vanguardia Lluís Foix se instaló en Buenos Aires para seguir los acontecimientos, y pese a los “más de 1000 comunicados del Estado Mayor Conjunto” –o quizás a causa de ello– admite que “la prensa no sabíamos nada, era una guerra en la que escribías lo que te decían”. “El país vivía bajo el paraguas de una propaganda muy fuerte”, propaganda que, según Foix, afectaba tanto a periodistas como a la propia población argentina, que se mostraba inexplicablemente a favor del régimen: “la intoxicación era de tal magnitud que los argentinos nunca pensaron que podían perder”. Pero, tal como han indicado desde el público, “Argentina jugó a la guerra con un país que sí sabía de guerra”, y perdió.
Los perdedores
El general Galtieri envió a 14.000 hombres a reivindicar lo que aún hoy en día se reclama como territorio argentino. Según Massagué, la primera reacción de los ingleses fue el “desconcierto”, pero la entonces Primera Ministra, Margaret Thatcher, no vaciló en enviar a 28.000 efectivos en 100 buques de la flota británica. La derrota argentina facilitó la caída de un régimen militar ya en crisis, y en 1983 Alfonsín ganaba las elecciones democráticas a la presidencia. El gobierno conservador de Thatcher, por su parte, logró la reelección.
El precio de la Guerra de las Malvinas fue, sin embargo, mucho más alto: 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 isleños. Pero en vidas humanas, el balance sigue creciendo. En el censo de combatientes realizado en el 2002, con motivo del 20º aniversario, el número de muertes por suicidio superaba el de caídos en la batalla. “Los soldados, perdimos todos: nosotros y ellos”, ha lamentado Herrscher.
Roberto Herrscher acusa a su país del “crimen de ir a la guerra”, pero también del “crimen de hacerla mal”: “fuimos a las Malvinas sin ropa, sin comida, sin condiciones, porque éramos efectivos, no personas”. Con hambre, con frío, y con tal disparidad de medios, “la guerra estaba perdida antes de que llegaran los ingleses”. Lo que Herrscher más lamenta es el trato que recibieron al regresar, muchos sin derecho a pensión, otros bajo juramento de no contarlo jamás. Preguntado acerca de lo que hubiera esperado del gobierno argentino, Herrscher no lo ha dudado: “comprensión, ayuda, acompañamiento. ¿Homenajes? No, pero nos dejaron solos.”
Roberto Herrscher ha presentado la edición española de su libro “Los viajes del Penélope. La historia del barco más viejo de la Guerra de las Malvinas” (Tusquets), todavía pendiente de distribuirse en librerías. Tras el debate, se ha proyectado el documental “Tan lejos, tan cerca. Malvinas 25 años después” (2007), del periodista argentino Jorge Lanata.