11 de abril del 2002: el golpe de estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez desencadenó un levantamiento popular con el objetivo de devolver el control democrático al país. A pesar de la dura represión policial y la desinformación de los medios de comunicación, la unión del pueblo en la calle bajo la consigna “A Diós lo que es de Diós, al César lo que es del César y al pueblo lo que es del pueblo” permitió restablecer la normalidad constitucional. 5 años después del golpe de estado más corto de la historia, recordamos los hechos de la mano de 2 testimonios venezolanos, el fotógrafo Jorge Recio y el psicólogo criminalista Andrés Antillano.
*aguantar, en la jerga venezolana
La voz popular en el golpe de estado contra Hugo Chávez en 2002: “¿Usted cree que la gente se va a calar* esto?”
11 de abril del 2002: el golpe de estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez desencadenó un levantamiento popular con el objetivo de devolver el control democrático al país. A pesar de la dura represión policial y la desinformación de los medios de comunicación, la unión del pueblo en la calle bajo la consigna “A Diós lo que es de Diós, al César lo que es del César y al pueblo lo que es del pueblo” permitió restablecer la normalidad constitucional. 5 años después del golpe de estado más corto de la historia, recordamos los hechos de la mano de 2 testimonios venezolanos, el fotógrafo Jorge Recio y el psicólogo criminalista Andrés Antillano.
La imagen de la gente herida y los gritos de fondo “Vamos a sacar al tirano” son algunas de las cosas que el fotógrafo venezolano Jorge Recio pudo ver antes de las 5 de la tarde del día 11 de abril del 2002. Minutos después, y cuando Recio ya tenía 3 carretes de fotografías en su bolsillo, una bala disparada por la Policía Metropolitana de Caracas –bajo órdenes del alcalde, del grupo de la oposición chavista– impactaría contra su espalda a la altura del corazón.
La mañana del mismo día 11, Andrés Antillano, dirigente de la comunidad de Los Canjilones (parroquia de La Vega) en Caracas, instaba a sus vecinos a salir a la calle para enfrentarse a lo que ya se comenzaba a perfilar como el preámbulo de un golpe de estado contra el presidente Hugo Chávez. Dos movilizaciones se congregaban paralelamente en los alrededores de Miraflores, mientras los francotiradors los disparaban para alentar el enfrentamiento entre facciones, confiriendo así a la escena cierta aura de batalla campal. Para el resto del mundo y a instancia de los medios de comunicación, aquel hecho era sólo un enfrentamiento entre el pueblo, la chispa de una inmediata guerra civil que provocaría un vacío de poder y el inicio de un gobierno de transición en manos del presidente de la patronal Pedro Carmona. No fue hasta años más tarde que se habló de manipulación informativa.
“Parece que Chávez ya no es presidente y en su lugar está Carmona”. Las palabras de la enfermera del hospital Vargas provocaron una reacción de incredulidad en la cara del aún convalesciente periodista: “Usted cree que la gente se va a calar -aguantar en la jerga venezolana- esto?”. Él creía firmemente que el pueblo venezolano no aguantaría que les arrebatasen la democracia conseguida hasta el momento. Recio sabía, según la versión de los medios de comunicación, que el presidente había renunciado y estaba en Fuertetiuna pero las cuatro paredes de la habitación del hospital y la parcial visión del proceso que ofrecía la televisión no le permitían comprender la realidad de la calle. Mientras el fotógrafo se recuperaba en el hospital, Antillano pasaba “el día más triste de su vida” y preparaba la agitación que se desencadenaría el día siguiente dentro de un autobús de civiles en dirección a Fuertetiuna bajo la misión de rescatar al presidente preso. Tal era el empujón popular, que Consitución en mano, una señora afirmaba que no le importaba morir si así conseguía liberar al presidente Chávez y restituir el gobierno legítimo que el pueblo había votado 3 años atrás.
“El saber hacer insurreccional”
“Fue el pueblo en la calle, solo, valeroso, corajudo, lleno de estrategia y dignidad incluso dispuesto a dar su vida”. Según Antillano, el pueblo se convirtió en el nuevo general del ejército y los gritos de la gente ante la Asamblea Nacional en que animaban a los soldados de la guardia presidencial a tomar el poder dieron sus frutos: el retorno del presidente bajo el amparo de la alianza entre civiles y militares. Los soldados de Miraflores, fieles a Chávez se revirtieron contra los generales disidentes en el interior del palacio para expulsar de esta manera al nuevo gobierno venezolano que se acababa de crear. Ante el palacio presidencial, el silencio sepulcral del pueblo a la espera parecía gritar a la muerte, pero estalló a gritos al ver como los soldados alzaban el puño y ondeaban la bandera de la República Bolivariana de Veenzuela desde la azotea. Eran las 3 de la madrugada del día 14 de abril, pero el pueblo aún no se había movido de ahí. Ya sólo se esperaba el retorno del presidente Hugo Rafael Chávez Frías y la restitución de la señal de la televisión gubernamental, Canal 8, para transmitir al pueblo qué estaba sucediendo en realidad dentro de Miraflores.
El antes y el después del 13 d’abril en la política venezolana
El golpe de estado más corto de la historia tuvo el efecto contrario al que se había planteado: perjudicó a los golpistas y favoreció la legitimidad de Chávez. La idea de los golpistas era presentar una renuncia formal de Chávez como consecuencia de las revueltas de la gente. Eso les confería la oportunidad de deponer al presidente y de llenar el supuesto vacío de poder. Pero el apoyo incondicional del pueblo al gobierno salido de las urnas en las elecciones del 1998, junto con la influencia de Chávez sobre los altos mandos del ejército, engrandecieron la figura presidencial.
El futuro? En palabras de Antillano, el peligro de esta nueva legitimidad del presidente Chávez es el de “ser captado por la burocracia”.
*aguantar, en la jerga venezolana