Con la jornada titulada “Tradiciones versus nuevas tecnologías”, arrancaron en Casa Amèrica Catalunya las cuatro fechas destinadas a la reflexión sobre el Medio Ambiente en América Latina bajo el epígrafe genérico “El Origen del Futuro”. En ellas, como organizadores, partimos de la premisa que es necesario establecer una sólida alianza entre sociedad, política, economía y cultura para conseguir un mundo habitable y confortable en el que vivir durante generaciones.
Las etnias Koguis y Sunuis protagonizan el arranque de las jornadas dedicadas al Medio Ambiente en América Latina
La sesión inaugural proponía un planteamiento de raíz: En el último siglo se ha disparado el uso indiscriminado de los recursos naturales hasta poner en peligro el equilibrio medioambiental y el bienestar de las comunidades indígenas. Por supuesto, el progreso ha comportado una serie de innegables mejoras, pero también ha registrado contrastes que precisan análisis y acciones inmediatas. Sentadas las bases de debate, Marta Nin, adjunta a la dirección de Casa Amèrica Catalunya, precisó que no se pretendía “abarcar todos los sectores del medio ambiente en su magnitud, sino lanzar una mirada positiva sobre la situación” a lo largo de esta semana de reflexiones”. El moderador de la jornada, el periodista Albert Abril, echó de menos en su alocución el liderazgo político capaz de tomar las riendas de la concienciación mundial en esta “sociedad cazadora-recolectora”, poco capaz aún de verse como “unidad económica global donde se comparte todo”. Uno de los grandes protagonistas de estas jornadas, Amado Villafaña Chaparro, miembro de la etnia colombiana de los Kogui y director del centro de comunicación Gonawindua Tayrona (para más información, ver dossier en esta misma web), situó a su tribu diciendo que representaba aquí “a cuatro pueblos indígenas que hablamos cuatro lenguas distintas y compartimos una sola cosmovisión. Para nosotros, el territorio es sagrado. Vivimos en la Sierra Nevada colombiana, un pequeña zona en la que se concentran todos los problemas del país, sea el narcotráfico, la guerrilla o los derivados de la mala acción política…”. Villafaña entró en detalles, “hasta mi ropa tiene significado, el gorro, por ejemplo, representa la montaña”, narró historias de humillación y desdén de los turistas, de continua e histórica marginación. Hasta que optaron por pasar a la acción en el 2002 con el objetivo de explicar mejor su situación y lograr que su tierra ancestral sea de propiedad colectiva. Para Villafaña, “el manejo del territorio es más una responsabilidad espiritual que ambiental”. Amado no hizo referencia alguna a su dura biografía. Por su lucha y la de su pueblo, fue torturado por el ejército colombiano en los 80 mientras desaparecían tres líderes arhuacos, uno de ellos, su propio suegro. La preservación de la Naturaleza contra los intereses de los poderosos, otra eterna lucha. Desde Brasil llegó a Barcelona, otro símbolo, otro abanderado de esta lucha aún desigual: Almir Narayamoga Surui, líder de la etnia surui, que ha alcanzado pública notoriedad mundial en los últimos tiempos tras firmar un convenio con Google Earth para conocer el porcentaje anual de deforestación que sufre la Amazonia. Narayamoga, por supuesto, ha recibido amenazas. En su observación y denuncia, Narayamoga ha comprobado que allá donde no habitan los nativos, la rapiña de la Amazonia avanza con voracidad, mientras en las zonas con tribus indígenas aún se preserva. Planteó originales maneras de salvar esa reserva natural básica para la Humanidad y, una vez más, lanzó el grito de alerta hacia los gobiernos mundiales pidiendo su intervención antes de que sea demasiado tarde.