Alonso Cueto (Lima, 1954) es considerado por el editor Jorge Herralde como “el sucesor generacional de Vargas Llosa”. Su narrativa no deja de cosechar galardones y reconocimientos: Premio Herralde 2005 por “La hora azul” y finalista del Premio Planeta – Casa de América 2007 por su último trabajo, “El susurro de la mujer ballena”. Tras una prolífica etapa dedicada sólo a los relatos cortos, dio el salto a la novela con “Demonio del mediodía” (1999), en la que ya abordaba el tema que centraría sus siguientes tramas novelescas, la situación económica y política de su país en la década de los noventa, marcada por una fuerte violencia. “Fujimori es culpable de haber permitido que Montesinos ejerciera su poder, y de haberse enriquecido él también al amparo de este personaje”, dice el escritor, fascinado por la figura del expresidente. Ha plasmado la corrupción del gobierno Fujimori en su novela “Grandes miradas” (2003), recientemente adaptada al cine y estrenada bajo el nombre “Mariposa negra”, dirigida por el también peruano Francisco J. Lombardi. En su paso por Barcelona con motivo de la 25ª edición de la feria “Liber”, Alonso Cueto ha asistido a los diálogos literarios organizados por Casa Amèrica Catalunya, donde mantenemos la siguiente conversación.
Las noticias de 2007 (11): Alonso Cueto, escritor peruano: “En América Latina ya no se pasan por alto los pecados de los dictadores”
Alonso Cueto (Lima, 1954) es considerado por el editor Jorge Herralde como “el sucesor generacional de Vargas Llosa”. Su narrativa no deja de cosechar galardones y reconocimientos: Premio Herralde 2005 por “La hora azul” y finalista del Premio Planeta – Casa de América 2007 por su último trabajo, “El susurro de la mujer ballena”. Tras una prolífica etapa dedicada sólo a los relatos cortos, dio el salto a la novela con “Demonio del mediodía” (1999), en la que ya abordaba el tema que centraría sus siguientes tramas novelescas, la situación económica y política de su país en la década de los noventa, marcada por una fuerte violencia. “Fujimori es culpable de haber permitido que Montesinos ejerciera su poder, y de haberse enriquecido él también al amparo de este personaje”, dice el escritor, fascinado por la figura del expresidente. Ha plasmado la corrupción del gobierno Fujimori en su novela “Grandes miradas” (2003), recientemente adaptada al cine y estrenada bajo el nombre “Mariposa negra”, dirigida por el también peruano Francisco J. Lombardi. En su paso por Barcelona con motivo de la 25ª edición de la feria “Liber”, Alonso Cueto ha asistido a los diálogos literarios organizados por Casa Amèrica Catalunya, donde mantenemos la siguiente conversación.
¿Lima ha cambiado mucho desde el panorama que describías en “Demonio del mediodía”?
El Perú era una sociedad tradicional de castas, de lugares privilegiados. Por algún motivo, a finales de siglo XX, empezó a haber un ascenso social en las clases más bajas. Empezaron a adquirir un cierto poder, primero económico, después político, y también social. Incluso muchos de los que han llegado a la presidencia han sido personas que han tenido un origen humilde. Presidentes como Toledo, como Fujimori, o incluso Alan García, vienen de la clase media-baja o de la clase baja. Esto es algo que no había ocurrido antes. Hay familias y empresarios que han roto las mallas, que han roto las barreras sociales y se han convertido en personajes de gran éxito social. Es el caso, por ejemplo, de los Añaño, una familia de Acucho, que tiene ahora un emporio de bebidas en varios países de América Latina. Los Flores tienen un emporio de textiles, y es gente que empezó muy humildemente. Eso es algo nuevo en la historia del Perú, donde siempre había habido esta sociedad más estratificada y rígida durante muchos siglos. Ahora ha cambiado. Es todo un fenómeno.
Tus obras y las de otros escritores contemporáneos se caracterizan por el hiperrealismo y por la imagen moderna y dinámica que transmiten de las sociedades latinoamericanas. ¿Cómo crees que afecta la imagen que tus novelas transmiten del Perú a la percepción exterior del país?
Ha quedado atrás la idea de la América Latina como la de una expresión pintoresca o folklórica. Me parece difícil aceptar hoy en día una corriente que pertenezca al realismo mágico o a ese tipo de visión. El hecho de que las comunicaciones sean más fluidas, la importancia del periodismo de investigación, la crudeza de la realidad, la corrupción, la violencia… Todo eso ha producido una literatura que retrata a este mundo duro e implacable, y otra que toma un punto de partida que no es el de la realidad tangible, la realidad inmediata, sino que es más intemporal, inespacial, como por ejemplo las obras de Mario Bellatin, o César Aira. Incluso hay un tercer tipo de literatura, que tiene que ver con la novela histórica. Así pues, el realismo que trata temas de actualidad, las novelas que hablan de mundos paralelos e intemporales, las novelas históricas y las novelas intimistas son caminos por los que transita ahora la literatura latinoamericana. Pero es muy difícil que en un mundo de viajes, reportajes, informaciones, internet, se tenga una imagen basada en el realismo mágico, cosa que sí era posible hace 50 años, cuando los viajes y las comunicaciones no eran como las de hoy en día.
Sin embargo, continúa caracterizándose por ser una literatura de cuentos.
Sí, pero ya no con el tema de la magia o de los milagros como tema central. Yo no creo que se pueda escribir ahora una novela como “Cien años de soledad”, donde la gente levita. Hoy día hay 20 vuelos diarios a Cuzco desde Lima, es mucho más directo. Ya no estamos hablando del mundo remoto, inaccesible y mágico que está en otro lugar. Las utopías en política, en cultura, en general, han desaparecido de América Latina. Bueno, ha desaparecido la utopía en la cultura, aunque hay una utopía política en el socialismo de Chávez, que sí es una promesa utópica.
¿Cuál es tu opinión sobre la extradición de Fujimori?Yo he escrito este libro, “Grandes miradas”, sobre el tema de Fujimori. Me interesó mucho el personaje. Yo creo que Fujimori es culpable de haber permitido que Montesinos ejerciera su poder, y de haberse enriquecido él también al amparo de este personaje. En América Latina, ya ha pasado la época en que se perdona, en que se pasan por alto los pecados de los dictadores. El Perú ha dado un ejemplo, porque es la primera vez que es extraditado un presidente por un tema de derechos humanos. Nunca había ocurrido eso, en ninguna parte del mundo, tampoco en Europa, que se extradite por un tema de derechos humanos. Tiene que ser juzgado, no como una venganza, sino como parte del proceso político y de la salud social del país, por la idea de que no pueden quedar impunes los crímenes cometidos con el pueblo. La idea del poder ha estado muy desacreditada. La gente no quiere entrar en la política porque ser político está mal visto, y ésa es la peor desgracia que le puede ocurrir a un país: que ser ministro, congresista o presidente no tenga una imagen positiva, porque eso crea una enorme desconfianza entre la población. Esta es una ocasión para superar esa distancia, esa brecha, y castigar a una persona que obviamente es responsable de una enorme cantidad de delitos.