Casa America Catalunya

Ha investigado a fondo el denominado “feminicidio” de Ciudad Juárez, donde se contabilizan unas 1.100 mujeres asesinadas o desaparecidas desde 1993, pero cree que la apoteosis de violencia impune que sufre esta ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos es extensible a todo el país. Sergio González Rodríguez, periodista y escritor, autor de “Huesos en el desierto”, el libro que dio a conocer la tragedia de Ciudad Juárez, participa en Casa Amèrica Catalunya en la jornadas “Sin Ficción” sobre periodismo de investigación. En la siguiente entrevista, González Rodríguez se muestra desencantado sobre el futuro de México a causa de la “degradación generacional” de un país donde el 95% de los delitos no son castigados.
 
-Ciudad Juárez, la frontera de la muerte. ¿Qué hay detrás de un título tan desolador?
 
En México hay una situación tremendamente dramática, con una enorme crisis institucional que permite la aparición de fenómenos extremos tan graves como la violencia y los homicidios sistemáticos contra mujeres y la falta de capacidad institucional para combatir este problema. Ciudad Juárez es un caso límite en el desarrollo de cualquier ciudad contemporánea, donde se permiten extremos como estos y, además, se permite que crezca la impunidad y la falta de respeto a los derechos humanos. Son situaciones que no deberían de existir y sin embargo estamos contemplándolas todos los días en México.
 
- Ante esa crisis de las instituciones mexicanas, ¿ha habido alguna respuesta internacional?
 
Afortunadamente, tenemos la posibilidad de que la resonancia internacional del problema permita establecer puntos de vista críticos sobre todo esto. Por ejemplo, hay observadores de la Unión Europea participando en la auditoría de derechos humanos en México y han señalado el déficit tremendo que hay en esta materia. Ciudad Juárez es un caso emblemático de la degradación institucional de todo un país.
 
-¿El periodismo de investigación qué puede hacer ante una tragedia de esta envergadura?
 
Creo que el periodismo de investigación tiene una responsabilidad muy fuerte en cuanto que puede sacar a la luz lo que las autoridades se niegan a esclarecer y, en consecuencia, establecer vías alternativas para que la sociedad conozca hechos y circunstancias que deben ser cancelados y castigados en tanto que delitos. El periodismo de investigación no solo se permite la denuncia de los hechos, está obligado a investigar sus causas y explicarlos de cara a la sociedad. Es una responsabilidad que hay que tener muy claramente delimitada porque se tiende a creer que el periodista puede reemplazar lo que deben de hacer otras instancias como la policía, el Ministerio Público (Fiscalía) o el propio sistema judicial. Esa no es la tarea del periodismo, que justamente debe dar a conocer los hechos para que las instituciones correspondientes actúen en consecuencia.
 
Publicó en 2002 “Huesos en el desierto” con el que conocimos el devastador alcance del feminicidio en Ciudad Juárez. Ya en 2007, ¿han mejorado las cosas? ¿Cómo ve el futuro en esta ciudad y en su país?
 
 En México, la confianza en las instituciones se ha degradado de tal forma que no tenemos esperanzas de que las cosas vayan a cambiar en el futuro. Me parece, incluso, que estamos caminando por un sendero muy adverso para el cumplimiento de la ley y de la justicia. A nivel instituciones, las soluciones buscadas suplen las obligaciones inmediatas y sus importantes finalidades y el trabajo se establece a nivel de gestión de una crisis, de control de daño, de manejo y manipulación de los hechos para ganar tiempo y no solucionar los problemas de fondo.... Es lo más inquietante: no se está desarrollando una cultura de la legalidad, de respeto al derecho, de búsqueda de la justicia, de la defensa de ley, sino que se está volteando la gestión gubernamental hacia una manipulación de los hechos y su manejo político, de imagen y propaganda de esos propios hechos. De seguir las cosas como están, el futuro va a ser todavía más oscuro porque se están sembrando las semillas de una cultura ilegal. No tenemos esperanza de que en el futuro se vayan a castigar crímenes impunes.