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21/09/2006 / Barcelona

Leire Pajín, secretaria de estado de Cooperación: “La desigualdad es el principal desafío al que se enfrenta América Latina”

Intervención de Leire Pajín, secretaria de estado de Cooperación en el acto de presentación de la Fundación Casa Amèrica Catalunya: “Representa para mí una enorme satisfacción estar hoy en Barcelona con todos ustedes y poder compartir un acontecimiento tan importante como es la presentación de la Fundación Casa Amèrica Catalunya. Esta Fundación representa la fusión de varias instituciones creadas en Barcelona a lo largo del siglo pasado con un objetivo común: la promoción de Catalunya en América Latina y viceversa...” (En la imagen, Leire Pajín y el presidente de la Generalitat, Pascual Maragall, atentos al discurso del escrito mexicano Carlos Fuentes durante la presentación de la Fundación Casa Amèrica Catalunya)

Intervención de Leire Pajín, secretaria de estado de Cooperación en el acto de presentación de la Fundación Casa Amèrica Catalunya: “Representa para mí una enorme satisfacción estar hoy en Barcelona con todos ustedes y poder compartir un acontecimiento tan importante como es la presentación de la Fundación Casa Amèrica Catalunya. Esta Fundación representa la fusión de varias instituciones creadas en Barcelona a lo largo del siglo pasado con un objetivo común: la promoción de Catalunya en América Latina y viceversa.
 
La Fundación Casa Amèrica Catalunya es un buen ejemplo de dos realidades que no se pueden obviar: de un lado, la eficaz colaboración de las tres Administraciones (estatal, autonómica y local) con la participación de la AECI, la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona en la política española de cooperación al desarrollo; y, de otro lado, la importancia que para todos nosotros sigue teniendo América Latina.
 
En el marco de la política de cooperación al desarrollo llevada a cabo por el Gobierno, hay que subrayar la creciente relevancia que se ha dado a África o, dicho de otro modo, lo que se ha hecho es sacar del olvido a este continente. Sin embargo, eso no ha supuesto, como algunos piensan, un olvido de América Latina. América Latina sigue y seguirá siendo un escenario de encuentro, de trabajo y de cooperación entre España y nuestros socios latinoamericanos.
 
De hecho, en la última semana se han producido dos acontecimientos que vienen a reforzar esta teoría: de un lado, en el Acuerdo del Consejo de Ministros del pasado 2 de septiembre por el que se aprueban medidas para la potenciación de la acción exterior del Estado, se recoge expresamente que “desde la recuperación de la democracia, España (...) ha fortalecido nuestra presencia y nuestro compromiso con Iberoamérica”. De otro lado, más importante aún, es la declaración que el Presidente del Gobierno hizo ayer ante los Embajadores en la que informó de la creación de una nueva Secretaría de Estado para Iberoamérica en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
 
Además, en el Plan Director de la cooperación española 2005-2008, se recoge que 10 países de la región tienen la consideración de países prioritarios (que tienden a concentrar el 70% de nuestra AOD), tres países son considerados como países de atención especial y siete, más la CARICOM, países preferentes de cooperación focalizada. Con ello se cubre la totalidad de Latinoamérica.
 
En el año 2006, de los 2.190 mill. € de AOD bilateral bruta, el 36% irá destinado a la región, alcanzando el 49,1% si hablamos de AOD bilateral bruta especificada excluyendo las operaciones de deuda. Este compromiso de esfuerzo hace que la previsión de nuestra Ayuda Oficial al Desarrollo bilateral para este ejercicio se eleve hasta los 613 mill. €, lo que representa un máximo histórico. Hoy en día España es el tercer donante para América Latina, solo detrás de Estados Unidos (5.000 mill. €) y Japón (3.000 mill. €).
 
Ésta es la respuesta que el Gobierno, las CCAA y los Ayuntamientos dan a los estrechos vínculos que existen entre los dos lados del Atlántico; al propio sentir de nuestra sociedad, que opina mayoritariamente que la AOD española debe dirigirse principalmente a América Latina; a la cada vez mayor presencia de latinoamericanos entre nosotros y de empresas españolas en Latinoamérica; y por último, esta prioridad latinoamericana se deriva de los principios generales de la política de cooperación, principalmente en lo que se refiere a la lucha contra la pobreza.
 
En este sentido debemos recordar que América Latina no avanza suficientemente hacia el logro del primer Objetivos del Milenio (erradicar pobreza y hambre extrema).
 
América Latina es un área económica y social que con más de 500 millones de personas es no sólo para España sino para el conjunto del planeta un espacio estratégico a la hora de avanzar hacia un mundo más equilibrado y sostenible.
 
Como ya defendimos en la pasada Cumbre UE-América Latina en Viena: en América Latina y España tenemos en la reducción de las desigualdades tanto dentro de sus países como en la región uno de los mayores retos de los próximos años. La desigualdad constituye para nuestros Gobiernos una característica negativa en si misma en términos éticos, pero igualmente importante es el hecho de que constituye un obstáculo estructural al desarrollo sostenido.
 
En términos numéricos esto se traduce en que unos doscientos millones de personas padecen la pobreza, el 40% de la población total de América Latina, de los cuales, más de noventa millones de personas se encuentran en situación de pobreza extrema.
 
La cooperación española con América Latina tiene a la Declaración del Milenio como importante referencia y aunque esta región esta ciertamente más avanzada que otras en cuanto al logro de los Objetivos del Milenio, lo más preocupante es que América Latina no consigue reducir apenas sus niveles de pobreza, lo que refleja las desigualdades estructurales que padece la región.
 
Por otro lado, la comunidad internacional parece dirigir la atención hacia los países más pobres. Esta atención es lógica y necesaria, pero es conveniente no olvidar las vulnerabilidades de los países de renta media frente a las presiones de la globalización, sus desafíos de gobernabilidad y sus carencias en materia de cohesión social.
 
Y es que, aunque el promedio regional en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD es alto, esconde grandes disparidades. América Latina continúa siendo la región más desigual del planeta. Un hecho que, además, no ha mejorado a pesar de las reformas económicas de los años 80 y 90. América Latina encabeza las regiones según los distintos índices. Por ello, es misión de la cooperación española acompañar las políticas públicas de los gobiernos latinoamericanos que contribuyan a reducir la desigualdad y la exclusión social.
 
 
El Gobierno español sostiene que hay dos elementos claves para una estrategia de desarrollo y política en la región: en primer lugar, un estado fuerte e integrador que ofrezca seguridad y un marco estable que abra oportunidades de participación a todos; y en segundo lugar, una sociedad con capacidad para participar en el espacio público y para fortalecer al mismo. En los últimos quince años, los países de América Latina han progresado en estos dos ámbitos, pero aún nos queda mucho camino por recorrer.
 
Para ello, desde España, se han establecido una serie de prioridades sectoriales dirigidas a alcanzar esa anhelada meta de acabar con las desigualdades. El II Plan Director orienta gran parte de nuestra cooperación a tres grandes áreas: la Cohesión Social, es decir, la atención a las necesidades sociales básicas, en especial de los sectores más desfavorecidos; la Gobernabilidad Democrática, que se refiere al apoyo al fortalecimiento institucional para la reforma y modernización del Estado; y el Desarrollo Económico, principalmente orientado hacia medidas de fortalecimiento del tejido socioeconómico. Quiero resaltar que en este último campo, el apoyo al tejido microempresario constituye un área importante de actuación. Así, más del 80% de los recursos del Programa de Microcréditos han ido a países latinoamericanos.
 
En definitiva, contamos con una amplia diversidad de instrumentos. El reto es utilizarlos de forma más integral. Por otro lado, debemos explorar nuevos instrumentos de cooperación que nos permitan mejorar el impacto y aumentar la relación de asociación con los países de la región.
 
Estamos empezando a experimentar con nuevas formas de cooperación. Por ejemplo, hemos iniciado un proceso de diagnóstico y consulta de actores para crear una alianza público-privada en Ecuador, que abarca uno de los temas centrales de la relación bilateral: la inmigración. El “codesarrollo”, base de la actuación de Casa América Catalunya, es un ámbito que pretendemos seguir potenciando en los próximos años.
 
Consideramos que la colaboración con otros agentes es clave para mejorar la calidad de la ayuda. Como señalaba al principio, la participación del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional en esta Fundación que hoy presentamos, es un claro ejemplo de colaboración entre las distintas administraciones públicas, y esperamos que sea la continuación de la exitosa cooperación de todos en un ámbito que es objeto de preocupación y de atención por parte de toda la sociedad española.
 
Lo decía al comenzar y quiero terminar insistiendo en que el principal desafío al que se enfrenta la región es la desigualdad. Debemos trabajar superando la visión del problema de la desigualdad sólo como una ecuación de ingresos.
 
En América Latina, la inequidad se expresa también en la exclusión de muchos grupos, en especial los pueblos indígenas que carecen de interlocución social y política.
 
Vamos a seguir trabajando con intensidad en cambios que dejen atrás acciones de corte asistencialista y dirigirnos hacia otras de una verdadero fortalecimiento institucional, para de este modo contribuir a lograr que sean los propios gobiernos los que logren las metas del desarrollo. En definitiva, se trata de una cooperación orientada hacia el fortalecimiento de capacidades y con un claro y decidido enfoque de desarrollo humano.
 
Para ello es imprescindible, y quiero reconocer el trabajo de la cooperación catalana en estos dos años, concertar unos objetivos y prioridades comunes, desde la premisa de que la lucha contra la pobreza y la desigualdad es una tarea en la que debemos sumar todos, y que, por tanto, la política de cooperación internacional para el desarrollo ha de entenderse como una política pública de Estado en la que esa suma de esfuerzos es la primera condición para lograr una mayor eficacia e impacto de la misma.
 
Muchas gracias."