En noviembre, el escritor colombiano Santiago Gamboa puso punto final a un largo periplo promocional de presentación dedicado a su última novela, “Necrópolis”, con una rueda de prensa celebrada en Casa Amèrica Catalunya ante una veintena de periodistas y corresponsales de medios latinoamericanos. Más que una rueda de prensa, la prolija reflexión de Gamboa sobre el oficio de escritor acabó convirtiéndose en un completo e interesantísimo taller de literatura.
Lo mejor de nuestro 2005 – Noviembre (25). Gamboa, clase magistral de literatura
Residente en una Nueva Delhi de “realidad exhuberante”, según su propia definición”, donde realiza un trabajo diplomàtico como “funcionario del estado colombiano, no como político”, Santiago Gamboa cerró en Barcelona un “agotador periplo” que le ha llevado por Colombia, Venezuela, Chile, México y España a propósito de su última novela, esa “Necrópolis” cuya elaboración le costó cuatro años de trabajo y tanto cuesta definir al nativo de Medellín: “Me incomoda hacerlo, me resulta casi indecoroso. En todo caso, prefiero que lo hagan los propios lectores, cada cual a su manera. Puestos a resumir, es la historia de un escritor invitado a un congreso en Jerusalén tras pasar dos años enfermo. Una vez en Israel, topa con una ciudad cercada, y ese hecho jalea todo tipo de vicisitudes, historias paralelas y un suicidio. De esa muerte, arranca una investigación y el proceso de reconstrucción de la vida del finado. Jerusalén es la ciudad más hermosa que conozco, mítica, legendaria, tantas veces destruida y fácil escenario para la ficción”. El autor de “Páginas de vuelta (19995) o “Perder es cuestión de método” (97), que alcanzara la notoriedad con “Los impostores” en el 2002”, cumple ya veinticinco años lejos de su Colombia natal. Viajero empedernido, residente en diversos países como periodista vocacional, se confesó en Casa Amèrica Catalunya sin ambages: “He dado muchas entrevistas en los últimos días, claro, y me han preguntado todo sobre Necrópolis, pero siempre acaban arrancándome nuevas reflexiones. Sin ir más lejos, anoche mismo Santiago Roncagliolo la definió de manera precisa y brillante como la confluencia de dos mundos. Por un lado, la sordidez de la droga, el sexo o la violencia. Por otra, el mundo exquisito, la literatura de nivel, las citas...”. Y empezaron las referencias de altura lanzadas por Gamboa: “Roncagliolo habló de la influencia de Roberto Bolaño en la obra y me gustó esa manera de observarlo. En América Latina, los anàlisis tienen que ver con la estructura del libro y la actualidad colombiana. En Argentina, se preocupan, en cambio, por la escritura y la mirada poética del libro. La acogida ha resultado muy positiva”. Y entre las influencias reconocidas por el autor, la de Henry Miller: “Voz de originalidad extraordinaria, poética de la calle, de la marginalidad. Sus personajes son frágiles, gentes que luchan con dificultad por conseguir su lugar en el mundo de manera autodestructiva. Miller es fascinante”. Entre los alabados por Gamboa, Louis Ferdinand Céline y una pléyade de compatriotas como “el descarnado” Fernando Vallejo, Tomás González, Mario Mendoza o Alfredo Molano. Santiago Gamboa reconoció que en “Necrópolis desarrollo ideas literarias ya presentadas en ‘El síndrome de Ulises’, con voces más fuertes y diferentes. El libro muestra el deseo de ser nuevo, original, y a la vez clásico como el ‘Decamerón’”. “Reconozco –prosiguió el autor colombiano en su ‘taller de literatura’- que idear el final de mis novelas me resulta traumático. No sabes nunca cuando ponerle el punto final. Esta vez, por suerte, se lo encontré bastante antes, 150 páginas antes de acabar. Escribir es, ante todo, pensar en lo que quieres escribir y acercarte al máximo a lo que has soñado antes. Cada escritor se inventa la literatura desde cero. Escribir es inventar y, por tanto, cada autor es una excepción distinta de literatura. Por supuesto, hay que estudiar y leer a los clásicos, pero, al final, cada cual, cada escritor, crea su propio camino”.